Ya
hemos comentado anteriormente de que innovar se ha puesto de moda, cada vez esa
palabra forma parte de marcas, nombres de empresas, etc. Sin embargo la
innovación es algo más amplio que no se logra solo por poner un nombre o cambiar
de logo y colores a una empresa.
La
innovación no se da sólo con buenas intenciones, se trata de un proceso en el
que diferentes personas están involucradas; por esa razón, la innovación es un
proceso de gestión del cambio en el que se involucran personas, recursos,
ideas, procedimientos, etc.
No
puede haber innovación sin innovadores, sin liderazgos que sean capaces de
amalgamar todos esos factores que componen el proceso de innovación y lo lleven
a buen puerto que es obtener una propuesta que tenga cliente que este dispuesto
a “pagar” por ello.
Según
la etimología, innovación viene del latín “innovare” que significa: novedad,
renovación y de manera general se utiliza para describir aquellos inventos o
novedades que logran aceptación en el mercado y por lo tanto tienen un impacto
económico. Ya desde principios del siglo pasado el concepto de innovación
comienza a tener relevancia, según Joseph
Schumpeter (en: Theorie der wirtschaftlichen
Entwicklung [Teoría del desarrollo económico], 1911) la innovación es la
imposición de una novedad técnica u organizacional en el proceso de producción
y no simplemente el correspondiente invento.
Sin
embargo esas novedades requieren de un ambiente propicio para llevarlas a cabo
y también de un liderazgo que sea capaz de sobreponerse a las dificultades que
se presentarán en el camino. Ordinariamente la ruta de la innovación tiene
obstáculos, en muchos casos por cuestiones técnicas pero en muchas otras, en la
gran mayoría, por dificultades humanas, por
resistencia al cambio.
No
hay innovación posible sin querer innovar, aún cuando las ideas lleguen por casualidad,
sin buscarlas; convertirlas en innovación requiere intencionalidad y
capacidades para transformarlas en “algo” que ofrezca a sus beneficiarios un
“Valor Percibido”, de tal forma que si éste no es suficientemente percibido y
apreciado, su valor nunca será suficiente.
La
innovación puede tener distintas motivaciones:
- 1) Externas. Cuando el interés es una reacción a un estimulo externo, ya sea negativo cuando vemos amenaza de un competidor o positiva si se desea aprovechar una necesidad no cubierta en el mercado.
- ) Internas. Cuando surge de un interés de las personas de la organización por mejorar alguna problemática, aún cuando todavía no exista requerimiento alguno para ello.
Es
verdad que cuando existe la disposición generada por las motivaciones internas
es más fácil provocar o descubrir las externas; de tal forma que se pueden
aprovechar las oportunidades, de otra forma sólo se verán pasar y serán
aprovechadas por otros.
Las
motivaciones internas son impulsadas por el deseo de cubrir necesidades emocionales
que todas las personas tienen. Como lo menciona Luis Huete en su libro de
“Construye tu Sueño” (Huete, L. 2010)
- Deseo de seguridad
- Búsqueda de Reto
- Deseo de singularidad
- Deseo de conexión
Estas
cuatro necesidades emocionales buscan equilibrio, pero algunas personas tienen
más desarrollada alguna o algunas de ellas debido a su temperamento. Por
ejemplo, los emprendedores tienen más desarrollado su deseo de reto y
singularidad que el deseo de seguridad.
Las
motivaciones de las personas están relacionadas más profundamente con aquellas
cosas que las personas quieren hacer, buscan, desean y eso depende
principalmente de cuales son las necesidades emocionales de cada uno.
El
mejor motivación para innovar es justamente aquella que se puede desarrollar
por una decisión personal impulsado por el deseo de reto y no necesariamente
por una motivación externa como podría ser una amenaza del mercado. Cuando la
motivación para innovar se fundamenta en un deseo de reto, se traduce en una
intencionalidad de ir por más, de avanzar, de mejorar, independientemente de
las amenazas del mercado y te permite estar en mejores decisiones cuando las
oportunidades surgen.
Cuando
la innovación surge de esa inquietud interior, se trata de una necesidad real
por buscar nuevas soluciones a los problemas, depende de ti y no de amenazas
del exterior. Esa necesidad de reto te prepara no solo para aprovechar las
oportunidades de mercado sino también para ser un “generador de crisis”, de oportunidades
que para aquellos que quieran instalarse en una zona de confort, solamente
serán riesgos y amenazas. Es necesidad de reto es lo que finalmente impulsa los
cambios en las personas, en las empresas, en las instituciones y en las
naciones, eso es lo que provoca que la sociedad avance.
El
equilibrio en la satisfacción de tus necesidades emocionales te dará la
seguridad suficiente para siempre buscar nuevos retos, para que logres singularizarte
destacando en todos los ambientes en los que estés y conectará adecuadamente
con aquellas personas que busquen un líder que los ayude a concretar sus
sueños.
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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