sábado, 8 de febrero de 2014

Emprender y el arte de dirigir personas

Si hubiera que elegir una característica que defina con mayor precisión  a un emprendedor es su capacidad de acción. Sin embargo, es usual que los emprendedores sean más propensos al esfuerzo individual, a ir por delante y dejar a los demás atrás. Con frecuencia el emprendedor se distingue por alguna característica particular, como por ejemplo puede ser notable su conocimiento del producto, su capacidad para vender, o la visión para encontrar oportunidades. Sin esas capacidades difícilmente se puede arrancar una nueva empresa, difícilmente se puede ser emprendedor.

Así como el emprendedor tiene el motor y la fuerza para arrancar una nueva empresa, en ocasiones esas características mal enfocadas pueden convertirse en el principal obstáculo para su crecimiento. Las virtudes que sirven para una etapa de la empresa, no siempre son las mismas que se requieren en una etapa posterior, si no se logran re-enfocar pueden convertirse en las causas de su  fracaso. La clave esta en darse cuenta del momento adecuado para cambiar el ritmo, para cambiar al foco.

Los talentos naturales siempre son limitados, es poco probable jugar exitosamente todos los roles requeridos en una organización en las distintas circunstancias por las que va evolucionando. Para ello, es necesario formar equipos complementarios que sean capaces de rotar la responsabilidad en el momento que se requiera. La empresa es una organización que juega un deporte de conjunto y de contacto, que quiere condición física y mentalidad ganadora; siempre esta en competencia, ya sea compitiendo contra otros o en ocasiones contra ella misma mejorando sus propias metas.

Ser emprendedor, ir por delante, y todas las demás virtudes necesarias en un emprendedor no garantizan ser un buen director de personas; las empresas que crecen y se desarrollan no son empresas de un solo hombre sino que están respaldadas por todo un equipo. El equipo no era necesario al momento de la fundación, pero en la medida en la que van evolucionando, se requiere necesariamente de un equipo o de otra forma la organización no crecerá ni llegará a sus metas. El ADN del emprendedor lo capacita para grandes retos, pero también lo condiciona para otros en los que requiere prepararse, en los que necesita la prudencia. Al arte de dirigir personas necesita de otras competencias que no siempre van de la mano con el emprendedor.

Dirigir personas plantea retos que violentan nuestras tendencias naturales y nos exige un estado de reflexión. Frecuentemente se cae en la tentación de preferir cambiar de personas en lugar de cambiar a las personas que tenemos cerca. Es común desear talento que no tenemos cerca despreciando el que si tenemos, así se aplica el viejo dicho de que “el jardín del vecino siempre es más verde”. Cuesta mucho mas trabajo reconocer el talento que tenemos cerca en comparación con el aprecio que tiene el talento de fuera.

“Trata a un hombre como es, y seguirá siendo lo que es. Trata a un hombre como puede llegar a ser, y se convertirá en lo que puede llegar a ser”
J.W. Goethe.

El talento de las personas evoluciona positivamente en función de los retos que se va planteando y las personas con las que van conviviendo en las distintas etapas de su vida. Una persona madura comienza por reconocer todos aquellos temas en los que no se es suficientemente competente y pone los medios para mejorar. Es necesario que el líder ponga esa actitud y vaya nuevamente por delante reconociendo su talento, sus deficiencias y aplicando la misma receta a todo el equipo.  La realidad suele ser más cruda de lo que pensamos y distinta de lo que queremos, así que hay que estar prevenidos contra el autoengaño.

Los emprendedores más talentosos saben reconocer cuando adolecen de ciertas competencias y plantean la forma más adecuada de suplirlas dando paso a otros personas que si las tengan y las puedan utilizar de la forma adecuada. Cuando un pirata sabe que hay mares que no requieren un pirata sino un marinero profesional, que seguramente no tendrá el arrojo del pirata, pero si la capacidad para gobernar una tripulación.

Cuando el barco se va transformando y los mares por donde se transitan van cambiando de temporal es necesario pensar si el piloto es el adecuado para llegar al puerto que queremos. El secreto esta en cambiar lo necesario y reconocer si somos las personas adecuadas para el rol que se requiere en ese momento o si conviene que llegue alguien más. Gestionar personas es un asunto muy complejo que requiere madurez, experiencia, humildad, prudencia y un largo etcétera, que al igual que otras disciplinas solo se aprende en la acción aún con el grave riesgo de equivocarse.

Dirigir personas es una actividad clave, de la misma importancia que la de desarrollar producto y vender. No es la más importante, pero tampoco menos importante que las otras y desafortunadamente no se le da la prioridad que requiere. La empresa requiere quien mande, y quien sapa mandar, en esto no te puedes equivocar. No se aprender a mandar en la escuela, ni en un MBA, ni en un curso de liderazgo; a mandar solo se aprende mandando y ahí un emprendedor tiene mucho que aprender.

Jorge Peralta

@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup

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