sábado, 26 de julio de 2014

El reto de atraer, conservar y potenciar el talento

Las organizaciones que se han propuesto asumir un liderazgo en su sector requieren de construir elementos verdaderamente diferenciadores que les permita ponerse a la punta y no ser una oferta más. En un mundo tan competitivo como el nuestro, esa decisión exige propuesta de valor sumamente cercanas al cliente huyendo de las generalizaciones simplistas; lo que funciona en otro lugar no necesariamente funcionará aquí y ahora.

Este cambio constante y esta personalización como piedra de toque de cualquier propuesta de valor, esta poniendo a la disciplina del diseño como un tema que va más allá del color y de las formas, porque hoy cada cosa requiere de una personalización tal que necesita “diseñarse” para ello o terminara siendo una propuesta más. Las herramientas de diseño se usan cada vez con más frecuencia en el diseño de servicios, procesos, organización y modelo de negocio.

Este proceso de personalizaciones es clave en las herramientas que tienen las nuevas organizaciones para competir con las otras empresas más maduras y con más recursos. Las nuevas organizaciones tienden a ser planas, con menos jerarquías, más enfocadas en la colaboración y las tareas compartidas para fomentar el trabajo en equipo y el talento creativo. Entre más talento tenga un equipo será necesaria menos planificación y también mayor flexibilidad.

Sin embargo diseñar una propuesta, te mete en caminos de incertidumbre y eso requiere un liderazgo distinto. Para gestionar la incertidumbre se requiere un liderazgo flexible que sepa aprovechar las capacidades y generar un trabajo en equipo que construya esas capacidades diferenciadoras.

El liderazgo de un proyecto depende en mucho de la capacidad que se tenga de atraer talento, conservarlo, crecerlo y en el camino no desmotivarlo. Dirigir personas talentosas es sumamente complicado porque también exige un liderazgo talentoso o al menos lo suficientemente maduro para no sentir inseguridad por el talento de los demás del grupo. No hay realmente un trabajo en equipo sino se construye a través de la divergencia de opiniones y la convergencia en acuerdos.

Los equipos talentosos se vuelven grupos muy complejos porque huyen naturalmente de la mediocridad planteando retos frecuentes a la organización más allá de lo evidente y común en sus respectivos sectores y eso termina siendo muy retador para quien dirige.

Generar esos espacios de diálogo donde se confronten las ideas con un respeto a la persona requieren de una madurez que desafortunadamente no siempre abunda en nuestra sociedad, suele suceder que se tiene miedo a la discrepancia por temor a perder la unidad y el buen ambiente, pero no se dan cuenta que a la larga eso se pierde irremediablemente si los equipos de trabajo no perciben que su aportación sea valiosa.

Se puede discrepar de las ideas en sintonía con un profundo respeto a las personas, siempre y cuando se discutan ideas y no posiciones ideológicas y dogmáticas donde se deje de escuchar al otro. La discrepancia no rompe la unidad, es el principio para construir una propuesta más valiosa si se sabe escuchar y aportar. Para que se de un diálogo constructivo se requieren entre otros dos elementos fundamentales: que existan opiniones que aportar y la apertura de confrontar el punto de vista propio con el ajeno.

Venimos de una cultura en la que la autoridad se veía de forma distinta. La rigidez de un esquema clásico en el que el jefe es el “jefe” y cualquier intento de discrepancia es fulminada por un acto de autoridad; un esquema donde las ideas no tienen valor en si mismas sino dependen de la jerarquía de quien las expresa. Esa actitud va minando paulatinamente a las personas que participan enseñándolas a no discrepar, a no discutir sino a ser unos solamente ejecutores de las órdenes recibidas generando organizaciones jerárquicas y lentas.

Si realmente queremos propuestas de valor que ofrezcan ventajas competitivas verdaderamente diferenciales debemos profundizar en un proceso de diseño que contemple las más diversas alternativas y aristas de una problemática o necesidad. Y que aporte algo distinto a la experiencia de los  clientes. Para ello se requiere ser una organización fresca, donde se discutan las ideas con libertad y en la que los participantes aprendan a escuchar y a aportar lo mejor de si. Sólo así se logra una organización abierta al cambio en un mundo en el que todo cambia, o ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag

@innovadisrup


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