sábado, 30 de abril de 2016

La preparación académica no basta

Estoy entrando a la edad peligrosa donde el mayor de tus hijos debe elegir carrera para comenzar los estudios universitarios.

Como sucede en esa etapa de la vida conviene que los dejes a que ellos elijan su camino y tu mirarlos desde cierta distancia, estar disponibles para dialogar pero sin tratar de influir con tus preferencias, dejarlos que sean ellos mismos.

Sin embargo me he cuestionado nuevamente, como me sucedió a mi en ese tiempo, que a esa edad existen pocos elementos para elegir profesión, y más aún existiendo tanta basura en el mercado. Si basura, profesiones que les han hecho un gran marketing para cambiarles de nombre pero que al momento de ver los planes de estudio te das cuenta que no tienen ni pies ni cabeza.

En la oferta nacional hay de todo, de buenas a malas, más vanguardistas o más tradicionales pero todas pensando más en el pasado que en el futuro y me convenzo cada vez más que es una decisión relevante que se toma anticipadamente, con pocos elementos y que para algunos jóvenes, por su perfil, les llega en un momento crítico de no tener todavía un propósito en la vida.

Es usual que muchos jóvenes busquen una profesión que les “asegure” una salida profesional con más posibilidades. También es común que reciban consejo de padres y profesores sobre lo que “convendría” elegir. Si un chico elige una profesión con mal marketing como filosofía o alguna con un matiz más artístico le suelen decir: “con esa profesión te morirás de hambre”. La realidad es que me ha tocado conocer contadores o administradores (profesiones más seguras según algunos) que no se mueren de hambre pero tampoco están contentos con su nivel de ingreso.

También me ha tocado ver empresas que todavía le dan un peso específico de la mayor relevancia al promedio de calificaciones de la universidad y si vienen de una universidad de cierto nivel en el ranking de las mejores universidades. Mi experiencia con esos profesionales es que la calificación no los hace aptos para grandes retos, más bien son personajes estándar que son muy buenos obedeciendo órdenes pero no son capaces de pensar por ellos mismos y tomar buenas decisiones.

La generación de mis padres fue una generación que creyó firmemente que darle una educación universitaria era la mejor herencia que podían dejar a sus hijos, y no les faltó razón. Hoy pareciera que el peso específico de los títulos universitarios ha perdido brillo y las personas necesitan maestrías para destacar porque en el campo laboral ofrece algunas posibilidades de destacar. En mi tiempo las carreras eran de 5 años, ahora son de 4 y algunas te ofrecen hacer la especialidad o la maestría para titularte de tal forma que garantizan uno o dos años más de ingreso.

Ante este escenario tendría algunas preguntas:

¿Los estudios universitarios te dan algo más que conocimiento?

¿Te generan competencias que te hacen más apto, más hábil, más competente para algo?

¿La preparación académica es una garantía de generar valor?

Las generalizaciones no suelen ser acertadas, existen universidades buenas y malas, profesores buenos y malos, profesionales capaces e incapaces, siempre habrá de todo en una sociedad, pero ¿será entonces la preparación académica una garantía de desempeño laboral?

Mi respuesta es un rotundo NO.

La preparación académica es una parte y es un reflejo del resultado de una persona ante un reto en una circunstancia en una época de su vida. Te deja ver algo de la persona pero no lo es todo. Además de lo académico habrá que revisar otras dimensiones de la persona como su participación en equipos deportivos y asociaciones, en actividades sociales y asistenciales, sus intereses políticos, sus aficiones y pasatiempos, su historia familiar, su forma de relacionarse, de comunicarse, de comportarse ante la presión, ante la incertidumbre, ante otras circunstancias incómodas.

Los títulos dan una idea del potencial que alguna persona puede tener, si es posible lograrlos es algo muy bueno, que si se han aprovechado bien, algún valor han aportado, pero lejos de ser un buen criterio para definir si una persona agregará valor o no a una organización. Son esos “adicionales” que vienen en el curriculum lo que permite ver algo más: si piensan en grande o son mediocres, si estarán dispuestos a jugarse la vida por algo, si ven algo más que lo evidente, si tendrán capacidad de análisis y juicio crítico, si saben trabajar en equipo o no, si serán tolerantes a la frustración o no, si saben comunicarse bien, si saben vender sus ideas, temas para mi más relevantes que haber obtenido un promedio de 8, de 9 o de 10.

Prefiero jóvenes con calificaciones medianas con una gran iniciativa, con ganas de cuestionar y aportar al mundo que les toca vivir que nerds bien portados, con excelentes calificaciones que se han preparado más para obedecer que para pensar.

Esta fue la recomendación a mi hijo que pronto estará ante la disyuntiva de elegir carrera: Elige lo que se te de la gana, solo intenta hacerlo con intensidad, cuestiona todo lo que te digan, aprovecha el tiempo lo más que puedas, intenta ser tu mismo e intenta ser feliz con lo que hagas para que valga la pena el camino.


¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup

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