sábado, 14 de enero de 2017

La mejora continua tiene su límite

Hace unos meses dialogaba con la directora de una escuela de negocios respecto a organizar un taller de innovación en el que invitaríamos 10 empresas de dos participantes cada una donde los llevaríamos a una reflexión sobre la necesidad de innovar y de desarrollar nuevas líneas de negocio.

Le atraía terriblemente el dejar por una jornada la rigidez del método del caso para provocar una reflexión interna de cada uno de los equipos de trabajo participantes sobre sus propia empresa y no aprender en “cabeza ajena” entendiendo la problemática y posibles soluciones de una empresa en la que no sabíamos si se sentirían identificados.

Sin embargo, también le preocupaba lo que ella le llamaba “ el punto de partida” ¿Cómo le haríamos para analizar los datos de cada empresa para organizar la sesión? ¿Cuál sería el análisis previo que haríamos de la realidad de cada empresa? No entendía que para Design Thinking no es relevante en análisis profundo de datos sino entender las razones del cliente para su consumo y diseñar una oferta en función de ello, luego entonces comparar que tanto estamos alejados hoy de ese futuro que queremos.

¡Si nos aferramos al punto de partida, no vamos a llegar muy lejos!

Datos, datos, pareciera que siempre queremos datos que nos permitan entender la realidad a la luz de los resultados pasados. Si bien son una guía muy clara de lo que ha pasado, su análisis nos permitirá entender el pasado y el comportamiento del cliente bajo cierta estrategia y cierto entorno pero no nos limita respecto a lo que queremos suceda en el futuro.

Anclarnos en el pasado no nos llevará demasiado lejos y nos apega a ciertos paradigmas respecto a lo que se puede y no se puede, a lo que se debe o no se debe, a lo que siempre ha funcionado de esa forma y nos resistimos a romper con el status quo.

Nunca he visto un análisis de datos que por si mismo detone la innovación, más bien esa resulta de hacernos la pregunta:

¿Cómo podríamos?

Si cada vez que nos enfrentamos a un problema o que vemos una gran oportunidad o que nos damos cuenta que el cliente quiere una cosa distinta a la que hoy le damos pero nos da miedo cambiar deberíamos hacernos esa pregunta: ¿Cómo podríamos…….? Pero antes necesitamos completar la frase, no se trata de un Cómo podríamos que busque satisfacer mi curiosidad o mis intenciones, sino como podríamos resolver una problemática o aprovechar una oportunidad.
No me gustan mucho las clasificaciones de las organizaciones porque siempre son reduccionistas y la cabeza da cada director de empresa es un mar sin orillas, sin embargo me atrevería a hacer una pequeña clasificación muy sencilla:

Existen organizaciones centradas hacia dentro de ellas mismas y hacia su pasado; en cambio existen otras que están con su mirada en el futuro y mirando hacia fuera de ellas mismas buscando como reinventarse. Un equilibrio siempre será adecuado, tomar lo mejor de si mismo pero estar abiertos a cambiar cada vez que sea oportuno. No aferrarse a las formas porque comenzaremos la ruta hacia la obsolescencia.

Existe una confusión profunda entre innovación y mejora continua, para muchos ya hacen con mejorar cada día y meterse en el cumplimiento estricto de su plan de calidad que les señala desviaciones en las que tienen que trabajar. Eso es mucho pero también es poco, el camino de la mejora continua no te llevará a un ligar distinto cuando a veces es lo requerido.

Afinar un vocho lo podrá hacer el mejor vocho no convertirlo en un ferrari

Más que analizar datos, debemos comenzar por escuchar, por entender a los clientes, por entender a los colaboradores, por entender a los accionistas, por entender a todas las partes y descubrir algo que quieran con todas sus fuerzas y estén dispuestos a pagar por ello, si lo logramos estaremos dando un paso importante para construir una propuesta de valor poderosa.

Los datos son útiles siempre y cuando nos permitan entender la situación actual pero no determinan el futuro no definen hacia dónde queremos llegar. Debemos estar dispuestos a pensar lo impensable, no siempre arreglar lo que no funciona nos lleva a donde queremos. La disrupción no es cómoda, más bien es molesta para casi todos, pero tiene valor en quien la toma en cuenta para avanzar. Pensar es gratis, no lo dejes de hacer.

Jorge Peralta
@japeraltag


@idearialab

2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo Jorge. Los tradicionales estudios de mercado muestran cosas importantes sobre lo que la gente REALMENTE hace y eso es un buen punto de partida (Al menos es mejor que partir de lo que la gente DICE que hace...) Pero un estudio de ese tipo es una fotografia del pasado. Nos da la sensación de que así son las cosas y no hay forma de cambiarlas. Nos dice que hay que seguir la costumbre y ofrecer más de lo mismo. Las tendencias las crean los innovadores. Los cambios los originan los locos que se imaginan alternativas a la realidad y su capacidad para contagiar a aquellos adoptadores tempranos que disfruten y mejoren esas nuevas ofertas. Las innovaciones más emocionantes nacen de imaginadores que tienen la capacidad y osadía para imaginar que la gente puede hacer cosas distintas, incluso contrarias a lo que muestra la costumbre...

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario Guillermo. En ocasiones suelo parecer un poco radical respecto a mi percepción de los estudios de mercado tradicionales. Creo que son útiles sobre todo para obtener información dura de las participaciones de mercado y de resultados de una campaña pero no nos dan información sobre las motivaciones de compra de los clientes. Tratar de pensar como el cliente, ponernos en sus zapatos, tratar de ver el mundo desde su perspectiva nos ayudará a entender las razones de compra y entender porque nos compra el que nos compra y porque no nos compra el que no nos compra, parece un juego de palabras pero no lo es. Si vamos más allá podremos distinguir lo que el cliente necesita que no siempre corresponde con lo que dice que quiere porque a veces eso el no lo sabe. Te mando un fuerte abrazo!

    ResponderEliminar