Esta
semana tuve la fortuna de coordinar un taller para profesores-mentores de
emprendedores de campus del Tecnológico de Monterrey de 5 ciudades del país en
el que pretendíamos explicar el funcionamiento del ecosistema emprendedor en la
zona metropolitana de la ciudad de México.
Dirigirte
a personas con un alto nivel de conocimiento sobre el tema siempre es un reto.
Para ello acordamos la participación de 7 personas distintas como expositores a
través de conferencias participativas, casos prácticos y ejercicios de
inteligencia colectiva. Los expositores fueron de lo más variado: un
empresario, un mentor experimentado con experiencia global, una aceleradora ,
un experto en creatividad, un notario público, un fondo de capital emprendedor
y una empresa que gestiona proyectos de innovación.
El
taller resultó estupendo para definir líneas de acción que cada uno de los
participantes debería desarrollar en dos sentidos:
1)
Acciones personales para convertirse en un
mentor de emprendedores de alto impacto.
2)
Acciones para impulsar la construcción de un
ecosistema emprendedor en su campus.
Una
de mis aprendizajes fue el confirmar que en la cultura mexicana tenemos una
tendencia de transferir nuestras responsabilidades a otros, particularmente al
gobierno a las instituciones de las que formamos parte. En algunos casos
otorgar la responsabilidad a instituciones en lugar de personas es una forma de
no querer tomar el control de la acción y en última instancia de no afrontar el
reto personal de cambiar la realidad.
Los
mentores definieron lo importante que es que un mentor ¡sea también
emprendedor! Que no se espere a que los astros estén alineados o que las
instituciones definan perfectamente el camino a seguir para hacer que las cosas
pasen. Nadie da lo que no tiene y ningún mentor puede darse el lujo de conocer
sobre emprender lo que ha aprendido en los libros.
La característica
que mejor define a un emprendedor es la acción, y los mentores no pueden
quedarse atrás, deben estar orientados a la acción para que puedan convertirse
en unos provocadores que arranquen del emprendedor metas grandes.
Tal
vez el aprendizaje más importante para ellos fue que el nombre del juego, en
adelante, es la colaboración. Sin colaboración no puede funcionar una red que
es la esencia del ecosistema. Ningún mentor tiene la capacidad de impulsar al
emprendedor en soledad, siempre hay temas en los cuales necesite conectar con
otras personas o instancias.
Los
egos y la necesidad de reconocimiento, son muy comunes en el mundo académico y empresarial,
son contrarias muchas veces a la colaboración. La realidad es que en la medida
en la que se colabora, los beneficios son obtenidos superan en mucho lo que se
puede lograr en lo individual. Definitivamente 1+1=3
Jorge
Peralta
@japeraltag
www.innovaciondisruptiva.mx
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