He perdido la cuenta de la gran cantidad de eventos emprendedores
donde el ganador es: El producto perfecto que soluciona el problema que a nadie
le importa. Si, aunque suene extraño: productos perfectos que se han
desarrollado por mentes brillantes que se enfocan en los problemas que a nadie
le importan o que se centran en aspectos obvios que todos quieren resolver.
El avance de las metodologías para el desarrollo de proyectos han
sido notables desde finales del siglo pasado Blank, Osterwalder, Fur, Ash,
Ries, etc. nos han deslumbrado con su capacidad para conceptualizar y el
impacto que han logrado en pocos años ha sido impresionante.
En pocos años herramientas como el canvas se han extendido por
todo el mundo y cada vez son más los profesores que lo usan en las aulas y como
consecuencia los alumnos que lo usan. Sin embargo, creo que, en la mayor parte
de los casos se han tratado a la ligera, sin la profundidad ni los
procedimientos adecuados y como consecuencia el proceso de aprendizaje no es
todo lo profundo que podría ser.
Hace muchos años, se corría el riesgo de elaborar grandes planes
de negocio que estaban llenos de supuestos que se trasladaban a una tabla Excel
para hacer proyecciones financieras de proyectos cuyos emprendedores se
convertían en millonarios. Sin embargo la realidad se encargaba de comprobar
que muy pocos de esos supuestos se cumplían en la realidad.
Hoy, con el paso del tiempo, el Business Model Canvas se ha convertido
en una herramienta-panacea todo poderosa, que sirve para cualquier tipo de
proyecto en el que se llenan con postits multicolores una gran cantidad de
supuestos que tampoco sirven para mucho y que no se tiene el tiempo y cuidado
para validarlos, siguen siendo supuestos sin comprobar; la única diferencia es
que antes los hacíamos en una tabla Excel y ahora se hacen sobre un Business
Model Canvas.
Actualmente, de forma más atinada se esta generalizando la
práctica de comenzar desde el análisis de problemas relevantes que resolver,
sin embargo la clave esta en profundizar lo suficientemente en los problemas
para no caer en obviedades, y es ahí donde esta el reto principal, como pasar
de un problema genérico a un problema específico de una persona específica que
nos lleve a profundizar lo suficiente en un reto concreto que se pueda
resolver. Esta es una de las grandes diferencias de apoyarse en metodologías
como el Design Thinking.
Te recomiendo seguir esta breve guía:
1.
Observa con detenimiento a
las personas que supones sufren el problema que estas pensando o que necesitan “aquello”
que tu crees. Primero no les preguntes nada, observa bien.
2.
Trata de ponerte en sus
zapatos y piensa: “¿Si yo fuera ellos realmente me interesa el tema?”
3.
Trata de indagar más
comentando con ellos sobre el tema de tal forma que podamos entender su
comportamiento. No hagas encuestas, habla con las personas, tampoco entrevistes
la primera vez, habla con ellos, comenta del punto, entiende como lo resuelven
ahora y trata de entenderlos con mayor profundidad.
4.
Ya que termines este proceso
piensa cómo lo resuelven ahora y piensa si pudiera existir alguna forma mejor
de hacerlo.
Al terminar estos cuatro pasos, tal vez tengas un mejor punto de
partida y puedas reflexionar más sobre si vale la pena o no profundizar en este
tema. No partas de una gran solución que se ha ocurrido, primero profundiza en las
razones del comportamiento de los demás. Recuerda que profundizar en el
problema es ahorrarte pasos en descubrir soluciones que a nadie le importan.
Ojalá, quienes tenemos la labor de orientar proyectos sepamos
colaborar en la profundización del análisis de los problemas para llegar a lo
NO obvio, de llegar la profundidad de encontrar retos que verdaderamente sean
relevantes, de llegar a temas concretos que verdaderamente valga la pena
resolver. Si no lo hacemos así, corremos el riesgos de apoyar proyectos que
ganan concursos pero que desafortunadamente sean productos o servicios
perfectos que solucionan problemas que a nadie le importan.
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab
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