Tal vez tú te encuentres en esa
posición de insatisfacción en tu ocupación actual, en la que te gustaría
resolver de forma distinta un problema de los clientes, pero que debes
alinearte a una forma de resolverlo “porque así debe de ser”. En ocasiones, pareciera
que existe toda una dinámica organizacional que impide resolver los problemas de
forma distinta a la habitual, lo cual suena lógico: las empresas han invertido
muchos recursos en estandarizar sus procesos, justo para lograr eficiencias y
crecer.
En algunas organizaciones,
principalmente en las grandes corporaciones, los procesos de toma de decisiones
suelen ser lentos y corresponde tomar las decisiones importantes, a la parte
más alta de la estructura organizacional, a lo que se le denomina elegantemente
Alta Dirección, que sin embargo no siempre se encuentra en contacto con la
realidad de la operación. En muchas ocasiones esos lugares son ocupados por
personas leales que “cuidan” los intereses de la corporación y que suelen tomar
el “camino más seguro”. De esa manera cuidan los intereses de la corporación, y
también los suyos. Entre menos sobresaltos ocurran, mejor, entre más probado sea
la ruta elegida, mejor.
Que pasa entonces con el creativo
inadaptado, con el que tiene ideas diferentes a los demás, tal vez más arriesgadas
porque orienta sus energías a impulsar productos o servicios que no están probados,
situación que genera, en las personas que buscan siempre el camino seguro, una
gran incertidumbre. Esta incertidumbre no es solamente por el riesgo de que sus
nuevas ideas no agraden a sus clientes fieles, sino también porque en un nuevo
escenario ellos no tengan un rol principal. El problema deja de ser un problema
técnico y de foco para convertirse en un tema político, un escenario donde el
creativo no sabe jugar.
¿Es entonces la corporación un
espacio natural para el inadaptado?, ¿Dónde queda la creatividad y la espontaneidad?
Es justo en esta disyuntiva cuando se genera la gran oportunidad: dejar un
espacio a la generación de nuevas ideas, aún con el riesgo de no ser exitosas,
pero que cuestionen permanentemente el estatus quo y obligue, a los que tienen
la responsabilidad de conducir el día a día, a mirar el futuro: que miren más allá de lo que hoy resulta
ser exitoso y que mañana puede dejar de serlo.
Aún las empresas muy exitosas y
que se encuentran en la cima de sus respectivos mercados, deben darse ese
espacio para entender que los mercados hoy se mueven de una forma más rápida
que lo que sucedía en el pasado, que los tiempos de vigencia de modelos de
negocio se han acortado y que justo es el mejor momento de retar al futuro, hoy
que cuentan con recursos para hacerlo, pero que sin embargo es frecuente que el
triunfo no les permita pensar disruptivamente. El triunfo es el mejor aliado
para disfrutar de la seguridad del hoy sin pensar en lo efímera que puede ser
esta situación, sin embargo es el mejor momento para que la creatividad llegue
lejos.
Estas organizaciones triunfadoras
también necesitan de personas flexibles y adaptables que no siempre encajan en
la lógica organizacional tradicional, y que en ocasiones pueden parecer
disfuncionales pero que en realidad son los únicos que se atreven a retar la
situación actual, a pensar en cómo resolver de mejor forma un problema o
capturar una oportunidad independientemente de cómo se haya resuelto hasta
ahora. Mucho depende de la forma en la que permitan la convivencia entre
personas que tienen una visión distinta y en la forma en la que una
organización procese los fracasos. Si equivocarse significa la pena de muerte,
nadie querrá equivocarse y muy pocos lo intentarán, lo cual generará
estabilidad en el presente, pero ausencia de innovación para el futuro.
El creativo inadaptado tiene el
deber de convertirse en un buen vendedor de sus ideas, en convertirse en un
líder que sea capaz de transmitir su pasión por sus nuevas ideas y convencer a
los demás de correr el riesgo por ellas. Es necesaria una buen dosis de “buenas
explicaderas” y en sus interlocutores una buena dosis de “buenas entendederas”
ambas aderezadas por las buenas intenciones y generosidad de todos.
Si a pesar de sus esfuerzos el creativo
inadaptado no genera los espacios suficientes para aportar a la organización,
siempre tendrá la alternativa de seguir su naturaleza: ser fiel a su
naturaleza, perder los miedos, buscar consejo y convertirse en un emprendedor
de tiempo completo.
Amén
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