Luego, pasa el tiempo, vamos creciendo
y nos vamos volviendo más racionales. ¿Qué nos pasa en el camino?, así como
aprendimos muchas cosas en la escuela como leer, escribir, matemáticas básicas,
etc. hay otras cosas que vamos perdiendo. Poco tiempo se le dedica a otros temas
como lo son las artes: música, pintura, danza, etc. pareciera que estas
disciplinas están destinadas a las actividades extraescolares como si fueran de
segunda categoría o no indispensables para la formación de una persona. El miedo
a equivocarnos crece, nos enseñamos a ir por el camino seguro, sin riesgos.
Parece que en el camino también
perdemos el gusto por ir a la escuela, nos llenan de reglas y sentimos que aprendemos
muchas cosas que no sólo no nos gustan, sino que tal vez no sirven para mucho.
Dejamos de divertirnos, de reír, de disfrutar, sino fuera por las vacaciones y
los recreos, pocas ganas tendríamos de ir. Nos tratan de uniformizar, más para
ponernos a todos por encima de un nivel mínimo necesario sin ayudarnos a sacar
nuestros talentos. Aprendemos a recibir órdenes y a cuestionar poco, a decidir
poco, se investiga poco, se crea poco. En muchas ocasiones se privilegia la
memoria sobre la razón, y en muchas otras la razón sobre la emoción como si
estas última fuera menos útil, de la misma forma nos enseñan más a ver hacia
atrás que en mirar hacia el futuro, a mirarnos el ombligo más que ver el mundo.
En muchos casos, si tenemos
capacidades artísticas, surgen voces de “de artista no vas a vivir”, empujándonos a decidir sobre vocaciones más
comunes, más seguras, con menos riesgos, buscando la seguridad de un buen
empleo. Nuestros padres pensaron en que dándonos una educación con la mejor
calidad posible aseguraban para nosotros un futuro al mejor igual que el de
ellos, porque tendríamos la seguridad de tener un buen empleo.
Hoy parece que esa premisa no
siempre es válida, los títulos académicos no te garantizan un buen empleo, hoy
son necesarias otras cualidades. Pareciera que la educación ha sufrido una especie
de inflación, antes con tener una licenciatura era suficiente, hoy se requieren
de posgrados, maestrías e incluso doctorados
para tener posibilidades de salir adelante.
La presión por competir, por
sobresalir es tal, que desde pequeños los presionamos con calificaciones, con
hablar inglés, con destacar en todas las disciplinas, lo cual no es malo, pero ¿será
ese el mejor camino para sacar lo mejor del talento de cada uno?
Según la encuesta nacional de
juventud del 2010, realizada por el Instituto Mexicano de la Juventud, nos
indica que el promedio nacional del % de jóvenes entre los 14 y los 29 años con
edad de emprender es de 12.2% variando desde un 19.5% a un 3.6% Sin embargo ese
12.2% probablemente irá disminuyendo conforme pasa el tiempo, y lo mismo sucede
con otras vocaciones creativas.
Hoy en México se generan cerca de
200,000 empresas cada año, comparadas contra nuestra población total de 112 millones
de mexicanos sería el 0.17% y si lo comparamos contra la población entre 14 y
29 años aproximadamente 36 millones de mexicanos es el 0.5%. Significa que en
el transcurso de su educación el 12.2% con intenciones de emprender muchos
terminan por desistir. ¿Qué pasaría si la educación formal no te desalentara a
seguir otros caminos menos ordinarios? ¿Cómo estarán los porcentajes para
personas con capacidades artísticas que nunca son aprovechadas?
Hoy parece que el camino seguro
de buscar un empleo, está comenzando a ser un camino riesgoso, llegas a
cuarenta años y se vuelve misión imposible encontrar una buena oportunidad laboral,
las hay pero ganando poco. Casi siempre hay una persona que sabe el doble de
cosas que tú y que está dispuesto a ganar la mitad porque tienen la mitad de
tus obligaciones familiares. Por eso las personas se dedican a cuidar su
empleo, a ir por el camino seguro, sin correr riesgos para no equivocarse, sin
arriesgar nada.
La mayor parte de las universidades
mexicanas organizan ferias de empleo, ¿qué pasaría si al menos pusieran el
mismo ímpetu en facilitar la formación de nuevos empresarios con la mismas
ganas con las que organizan ferias de empleo?
Ante este escenario innovar se
vuelve muy complicado porque reta al status quo, mueve los escenarios, nos saca
de la zona de confort. Esto sucede con tal intensidad, que pareciera necesario
que cuando somos adultos debemos ir a una escuela
para desaprender una gran cantidad de historias que nos han llenado de
paradigmas difíciles de vencer, porque hemos perdido la capacidad de asombro,
de divertirnos con lo que hacemos, de correr riesgos, de ser quienes somos.
Algo tenemos que hacer con la
educación de nuestros hijos para que no se echen a perder con la educación
formal y no pierdan la creatividad con el transcurso del tiempo. Podremos estar
tranquilos cuando se eduque de tal forma que puedas ser tú mismo, sin miedos y que
los jóvenes sepan que pueden dedicarse a lo que ellos quieran, haciéndose un
lugar en el mundo explotando sus talentos, buscando con ello no solamente ser
los mejores en sus respectivos campos, sino tratando de ser distintos, de ser
ellos mismos, así como han sido creados: únicos e irrepetibles.
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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