Si pudiéramos elegir ir al mejor
lugar por el camino más seguro, más rápido y más barato no existirían razones
para elegir otra ruta; sin embargo en la vida real, ir al mejor lugar por el
camino más seguro no necesariamente es el más rápido, ni el más barato. De la
misma forma, si nuestra prioridad es el precio, no siempre iremos por el camino
más rápido y muchas otras veces tampoco por el más seguro, es más, es probable
que ni siquiera lleguemos al mejor lugar si seguimos esos criterios.
Todas las empresas quieren ganar
más dinero y mejorar su productividad, sin embargo no todas lo logran, ni todas
ponen un empeño serio por lograrlo. Podríamos hacer una clasificación en las
empresas de la siguiente forma:
1) Las
que definen rumbo para aprovechar las oportunidades y ponen los medios para
lograrlo.
2) Las
que definen el rumbo para aprovechar las oportunidades pero no ponen los medios
y a la mitad de camino no perseveran.
3) Las
que no definen rumbo y compiten por sólo por precio.
La diferencia entre ellas, es la
capacidad que han adquirido para procesar los errores y continuar avanzando.
Para ello se requiere un liderazgo lo suficientemente perseverante y flexible, que
pueda ir adaptando el proceso de cambio hasta lograr los objetivos.
Actualmente los ciclos de vida de
los productos y de los modelos de negocio tienen una caducidad mayor de lo que
sucedía en el pasado, la velocidad del cambio es mucho más acelerada. Esta
dinámica de competencia hace que la resistencia al cambio del equipo de trabajo
sea un factor que adquiere mucha mayor relevancia: la capacidad que tengan las
organizaciones para cambiar de planes cuando es requerido, es y será un tema clave.
Esta capacidad de cambio es el
ambiente propicio para genera innovación. La innovación es una fuente inagotable
de riqueza que permite estar en la vanguardia de las preferencias del
consumidor. La innovación es la forma de concretar la innovación y desarrollo.
La innovación es un concepto sistémico de gestión que incorpora: Visión,
estrategia, tecnología, marketing, procesos, estructura y liderazgos con procedimientos
de avance.
La innovación no puede ser
comprendida como parte de una de las áreas funcionales de empresa sino como una
actividad transversal que incluye todos los procesos y áreas alineadas con un
objetivo común. En algunas ocasiones se piensa en “departamentalizar” la
función de innovación, así como en algún momento se pretendió hacer con el
departamento de calidad. Sonaría cómico que cuando una empresa tenga la
intención de ganar más utilidades armen el “departamento de utilidades”. La
innovación es un objetivo que debe ser transversal y que incluye no sólo lo referente al producto, sino también por la forma en la que se dirige a la
organización.
Una empresa demasiado jerárquica
y vertical difícilmente podrá ser innovadora o las personas tendrán el ambiente
adecuado para crear. Una prueba de ello es que las grandes organizaciones que
son innovadoras, tienen “mini empresas” dentro de su organización en la que se
generan las ideas y se construye las nuevas propuestas, debido a que sus estructuras
formales no están preparadas para pensar fuera de la caja. La mayoría de las
grandes organizaciones están diseñadas para ser eficientes no para innovar.
Innovar significa correr riesgos,
pero estos riesgos se reducen cuando se utiliza un método sistemático que
permita descubrir, estructurar, desarrollar y validar oportunidades de negocio.
Estas metodologías de innovación consisten en un proceso de planeación y gestión
del cambio que permiten obtener las mejor ideas para transformar a la organización
y aprovechar las oportunidades que presenta el mercado.
Innovar es parte de un proceso
donde las metodologías son de gran utilidad, pero que encuentran su principal obstáculo
en las personas y en su actitud. La mayor parte de las innovaciones no se convierten en una realidad
de la empresa, no por dificultades tecnológicas sino principalmente por dificultades de
gestión de personas, por ello la innovación no tecnológica es igual de
relevante que la tecnológica.
Nada hay más barato que fallar
rápido y aprender del proceso cuando se utiliza un proceso de cambio dirigido;
de la misma forma, nada hay más caro que no cambiar por temor a fallar, por
miedo a perder lo que se tiene, es el camino de muerte lenta y segura, el
mercado no perdona. En las organizaciones donde se castiga fuertemente el error
nadie quiere equivocarse, nadie quiere fallar y por eso muchos evitan cualquier intento por cambiar el status quo.
Si tienes la misión de dirigir
una organización, piensa si tu liderazgo fomenta o no la innovación y de la misma forma analiza
que tan preparada esta tu organización para aprovechar las oportunidades de
negocio de una forma rápida y barata que te permita ir por delante de tus competidores,
para ser diferente y crecer.
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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