Hace algunos años, cuando comenzábamos con la aventura de
fundar una empresa, el papá de un buen amigo me aconsejaba: “No pongas en el
balance lo que puedes dejar en el estado de resultados”. En aquel momento, no
entendí su consejo, tal vez por no entender de forma práctica la importancia de
saber leer con profundidad los estados financieros; pero al paso del tiempo, y
sobre todo los aprendizajes de los fracasos me han hecho comprender la
profundidad de sus palabras.
Los
emprendedores solemos tener algunas tendencias, que por simples que parezcan
determinan en buena parte el crecimiento de nuestras empresas y que nos empujan
a buscar compañía en la aventura de emprender:
Compartir los miedos. El contar con alguien
con quien dialogar, con quien reflexionar sobre las posibles alternativas, con
quien apoyarnos en los momentos de duda, etc., son algunas de las causas que
nos llevan a no emprender solos, a buscar quien recorra con nosotros esta ruta.
Complementar los talentos. Si vamos
avanzando en nuestro proceso de madurez vamos descubriendo que no somos buenos
para todo, que se requieren capacidades que nos hacen falta y que necesitamos
complementar con otras personas. Una persona que no es madura suele pensar que
puede solo que no necesita de nadie.
Complementar el capital. Todos los
negocios, por pequeños que sean, requieren recursos para comenzar. En ocasiones
nuestra capacidad de conseguir los recursos se agota sin completar lo necesario
para arrancar.
Complementar red. Los contactos que se
requieren para impulsar una idea y convertirlos en empresa no siempre están a
nuestro alcance y buscamos quien, por razones de su medio social, su apellido o
sus ámbitos profesionales puedan complementar nuestra red de contactos.
El
miedo, la necesidad de talento complementario, la necesidad de capital o
aprovechar la red de otras personas son las principales causas para que
busquemos socios. Efectivamente, todas ellas son necesidades apremiantes y
latentes en un emprendedor, pero ¿no es verdad que existen las terapias, los
head hunters, los fondos de capital emprendedor y los eventos de networking?.
¿Por qué, estas necesidades nos obligan a buscar socios?, ¿No sería más fácil
contratar servicios o personas que nos ayuden a todas las necesidades que
tenemos a cambio de un pago? ¿Porqué compartir nuestro futuro y nuestro
patrimonio a cambio de un servicio que nos ayudará a redondear nuestra
propuesta de negocio?
La
naturaleza humana necesita compartir, somos sociales por naturaleza,
necesitamos hablar, dialogar, expresar todo aquello que tenemos dentro para
conectar con otros. Sin embargo no siempre podemos compartir el futuro a cambio
de resolver la necesidad del momento. Es algo así como el pago de bienes y
servicios con una tarjeta de crédito, al principio resolvemos la necesidad pero
pagando un precio que visto con perspectiva no siempre es la mejor opción, en
ocasiones convenía mejor esperar un mejor momento para comprar.
Tener
un socio es algo muy serio, compartes no solamente bienes, compartes un futuro,
compartes patrimonio, compartes una parte importante de tu vida. Cuando pienses
en ello intenta mirar más allá que solo el instrumento para resolver una
problemática coyuntural. Tener un socio es un dinero inteligente en el que te
recibes mucho más que recursos cuantificables, un verdadero socio puede mirar
el futuro contigo aún desde su realidad personal, aún cuando su realidad sea
distinta a la tuya convencido de 1+1= 3 porque trabajando juntos se logra más
que sumando lo que cada uno podemos hacer por nuestro lado.
Jorge
Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
No hay comentarios:
Publicar un comentario