Es
propio del emprendedor ser optimista, sería muy difícil intentar la
construcción de una nueva empresa, con todos los riesgos que esto implica, sino
se tuviera un optimismo más allá de lo ordinario. Más aún cuando surgen
personas “prudentes” alrededor del emprendedor, que sugieren esperar a que
lleguen tiempos mejores para hacerlo dado que las circunstancias del momento
presentan ciertos riesgos que pueden dificultar el éxito.
Aún
cuando reciba muchos consejos en contra, parece que el emprendedor tiene un
amor a su proyecto que le va alimentando el optimismo y le hace pasar por
encima de cualquier dificultad, de cualquier comentario adverso, de cualquier
indicador económico que pareciera desfavorable, cuando muy dentro de él ha
tomado la decisión de arrancar una nueva empresa. Siempre será recomendable
escuchar y analizar los comentarios para tomar de ellos lo necesario.
Ese
optimismo del emprendedor se fundamenta, en una buena parte en su seguridad
interior, y también en los argumentos sólidos que van surgiendo de los procesos
de validación de las oportunidades de negocio exploradas y que van sugiriendo
que su proyecto tiene posibilidades de éxito.
La
necesidad de reto y la necesidad de seguridad van acompañando a las personas a
lo largo de su vida (Huete, 2012); cada paso que vamos dando en nuestro camino
nos va afirmando en nuestras capacidades y al mismo tiempo nos capacita a
nuevos retos. Sin embargo, la educación que hemos recibido nos va orientando
más a buscar seguridad para cuidarnos de los “riesgos” que tiene la vida, más
aún si se trata de emprender.
Esta
posición de evitar riesgos parece ¡lo más acertado! , nadie en su sano juicio
invitaría a correr riesgos innecesarios; pero, ¿no es verdad que de cualquier
forma la vida siempre esta llena de riesgos, no sólo de los que nos buscamos
nosotros mismos sino de los que van surgiendo en el camino por el solo hecho de
vivir la vida que es imposible evitar?.
Responder
esa pregunta nos lleva a la reflexión de que una búsqueda exacerbada de seguridad
nos puede ir limitando de nuestra capacidad de riesgo y orientarnos a buscar el
camino más fácil en apariencia, aunque posiblemente esos mismos también tengan
sus riesgos, pero tal vez menos evidentes. Ser feliz implica correr riesgos, no
correrlos asegura perder una gran posibilidad de vivir plenamente la vida que
queremos vivir y de construir tu sueño.
Pero
hay otro optimismo que le hemos dicho “optimismo malo” porque aparentemente
tiene todas las características del optimismo que hasta este momento hemos
intentado describir. Se trata de un optimismo que tiene las mismas
manifestaciones externas pero que tiene una motivación muy distinta; ese
optimismo que quiere auto-convencerse de que el éxito no requiere de esfuerzo.
Algunos
síntomas que pueden acompañar esta conducta:
1)
Pensar que no tengo puntos de mejora personal.
2)
Dejar de estudiar sobre mi actividad
profesional.
3)
No ser formales en el cumplimiento de fechas y
acuerdos.
4)
No vivir un horario exigente que nos permita
cumplir con todos los compromisos.
5)
No ayudarse de una agenda exigente que le de
orden a mi actividad
6)
No luchar contra vicios personales que impiden
un desempeño de excelencia.
7)
Involucrarme en proyectos que no implican un
esfuerzo y dedicación de largo plazo
8)
La falta de compromiso
9)
Dejar para último momento las actividades que
más esfuerzo me implican.
10) Improvisar en aquellas cosas en las que
requieren más preparación o estudio.
11) Intentar un multitasking sin necesidad como
estar distraído en redes sociales cuando deberíamos estar al 100% en una
conversación o reunión de trabajo.
Todos
estos comportamientos suponen un sobredimensionamiento de mis capacidades que
me permiten auto-engañarme de que no necesito esfuerzo para triunfar, de que
este llegará de cualquier forma sin mayor lucha personal. Este comportamiento
refleja una falta de madurez personal que no llevará a nada bueno, y que tarde
que temprano se manifestará cuando haya momentos de exigencia. No todo es
apariencia, los retos requieren de un fondo real para sacarlos adelante.
El
optimismo siempre es necesario en un emprendedor, es más, me atrevería a decir
que no puede ser emprendedor una persona que no tenga una dosis alta de
optimismo. Pero será necesario tener cuidado en no sobredimensionar nuestras
capacidades personales y reconocer que en este camino de emprender, es
necesario luchar y esforzarse como cualquier otra persona que busca destacar en
la vida.
Cuando
un persona disfruta tanto de su actividad profesional, el esfuerzo necesario
implica una buena dosis de placer junto con la convicción necesaria de que en
el camino del éxito, los atajos no existen, que el gusto por lo que hacemos no deja de implicar esfuerzo. La meta es de tal forma atractiva,
que los esfuerzos necesarios no son un impedimento para lograrlo sino un reto
por cumplir.
Jorge
Peralta
@japeraltag
www.innovaciondisruptiva.mx
El optimismo es un motor imprescindible para los emprendedores, ya que les permite superar obstáculos y enfrentar riesgos inherentes al proceso de construir un proyecto desde cero. Sin embargo, este optimismo debe estar fundamentado en una visión realista y en una sólida preparación. El "optimismo malo", caracterizado por la falta de disciplina y esfuerzo, es una trampa peligrosa que puede llevar al fracaso. Ser emprendedor implica no solo creer en el proyecto, sino también comprometerse con un desarrollo personal constante, cumplir con metas y acuerdos, y mantener un enfoque disciplinado. La pasión y el optimismo deben complementarse con trabajo duro y una mentalidad de aprendizaje continuo, pues el éxito no llega por casualidad ni por atajos. Es este equilibrio entre ilusión y esfuerzo lo que marca la diferencia entre soñar con el éxito y hacerlo realidad.
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