El
camino del emprendedor es un camino de soledad, en el que mucha gente opina al
respecto de tu proyecto pero al final del día te encuentras sólo contigo mismo
para enfrentar esas decisiones que tienes que tomar. Aún cuando tengas un
equipo con el que estés en este proceso, quien tiene el deber de hacer cabeza
en un equipo, tendrá momentos de indecisión
en el que necesariamente debes tomar un camino específico.
Emprender
implica tomar decisiones constantes de cierta envergadura que, el sólo hecho de
tomarlas te lleva por caminos inciertos, pero que avanzar en la decisión y en
la ejecución te van llenando de confianza, confirmando que en este camino
profesional no tendrás más rumbo que el que tú mismo decidas.
Emprender
te va llenando de una sensación de independencia que después es muy difícil dar
marcha atrás, porque es justamente uno de los frutos de este camino: la
libertad de pensamiento, la independencia de acción. Emprender se vuelve una
“enfermedad” incurable y progresiva de la que difícilmente te curas y en la que
el fracaso lejos de alejarte de este camino, te da más confianza de que las
próximas veces serán mejores.
En
este camino de emprender renuncias a la comodidad de recibir un ingreso fijo y
sin correr riesgos sobre tu patrimonio, a cambio de ser tu mismo quien marque
las coordenadas de tu rumbo poniendo en juego tu futuro en cada decisión. En
muchas de esas decisiones acertarás confirmándote en tu camino, pero en algunas
otras no será así ya que es imposible no fracasar alguna vez. Lo importante es
que tengas un balance positivo entre las decisiones acertadas y las erróneas
para continuar avanzando, en ocasiones a ritmo acelerado, en otras a ritmo
semi-lento pero avanzando al fin.
El
sabor de la libertad y la independencia no tiene equivalente, ¿Cuánto vale esto
para un emprendedor? Es algo tan adictivo y tan profundo que es difícil
evaluar, pero la respuesta es: ¡MUCHO! Tanto que se esta dispuesto a pagar un
precio muy a alto para mantenerlas.
Sin
embargo dentro de esta felicidad real por dedicarte a lo que quieres y tener el
volante de tu vida en tu mano para decidir el rumbo, se corre el grave riesgo
de dejar escuchar, de querer tener siempre la razón, de querer imponer tu punto
de vista, de pensar que nadie puede decirte que algo no funciona bien, o que
algo puede hacerse de una mejor forma.
En
ocasiones escuchar y aceptar la necesidad de un cambio de rumbo es un asunto
muy complicado porque requiere algunas virtudes de las que no suelen acompañar
el éxito, una de ellas es la sencillez y la otra es la humildad. La primera
para quitarte sofisticación a tu mente y a tu vida, la segunda para reconocerte
tal cual eres, susceptible de cualquier error como cualquiera. Sin embargo
estas virtudes no suelen ser muy sexis y con frecuencia tienen mala prensa, no
son tan atractivas como para quererlas sin explicación.
Necesitas
consejo, necesitas rodearte de gente buena interesadas en tu persona y en tu
proyecto que te puedan orientar, a los que puedan consultar en tus dudas
existenciales y que no esperen que “obedezcas” sus indicaciones porque esa
palabra no esta en el diccionario de un emprendedor. Pero tampoco esta en
avanzar sin consejo porque es camino más rápido para perder el rumbo y dejarte
llevar por tus querencias, que no siempre son el mejor camino a tomar.
Escuchar
es una práctica que muchos emprendedores dejamos de practicar y cuando
reconocemos que verdaderamente lo necesitamos, en más de una ocasión
descubrimos que vamos tarde. Nunca es mal momento para rectificar y confirmar
que el proyecto de emprender es un proyecto de vida tan importante que conviene
tener un faro en el camino que te pueda indicar el rumbo.
Se
requiere de un mentor en el que te puedas apoyar para ser mejor, que te pueda
decir Si cuando es un Sí y No cuando es un NO, que te pueda mirar a los ojos
para decirlo y que al mismo tiempo te respete si piensas distinto que él. El
solo ejercicio de hablar y escuchar te llevará a la reflexión para tomar
mejores decisiones.
Jorge
Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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