Hace
algunos días reflexionaba sobre el proceso mental que sigue un director o un
emprendedor para explicarle a su equipo sobre la necesidad de hacer un cambio
en su organización o en su forma de actuar. Entre más profundo sea el cambio
requerido mayor será la incertidumbre que provoque en las personas y en el
equipo, trayendo como consecuencia la necesidad de una guía especial que pueda
orientar correctamente disminuyendo los impactos que la incertidumbre provoca en
las personas.
La incertidumbre es la inseguridad que se
tiene sobre el futuro. En si misma no tiene una connotación positiva o
negativa, sin embargo, el no tener control sobre nuestro futuro genera una
sensación de inquietud que en algunos casos provocar una inseguridad que
termina por paralizar a las personas. La incertidumbre violenta nuestra necesidad
de seguridad.
Una
de las características que tienen los emprendedores es justamente el manejo que
le dan a la incertidumbre porque en ese camino profesional, son mucho más
grandes las variables que están fuera de control que aquellas de las que se
tiene certeza. Tal vez la “única” certeza que tiene un emprendedor es que lo
único seguro es la muerte, los impuestos
( esta versión es cierta a partir de 2013 con la facturación electrónica) y su
deseo de trascender.
En
el caso de las personas que dirigen una organización que requiere un proceso de
cambio sucede algo similar. Tomar la decisión de iniciar un proceso de cambio
no es un asunto menor, la competencia en todos los mercados es tan grande y tan
cruda que el cambio se ha vuelto la única constante porque de otra forma salir
del mercado es un riesgo mayor, pero este cambio genera miedo. El miedo a salir
de nuestra zona de confort el algo propio de la naturaleza humana, así somos y
así seremos.
Existe
otra necesidad, que al igual que la seguridad, forma parte de nuestra
naturaleza, esta es la necesidad de reto.
Esta necesidad es el motor que mantiene en forma nuestra vida, que nos mantiene
vivos, mentalmente activos y que es capaz de ayudarnos a superar cualquier
limitación física. En la medida que vamos construyendo la necesidad de
seguridad, vamos limitando nuestra capacidad de reto y eso va disminuyendo
nuestras capacidades para enfrentar lo desconocido.
La
clave para una persona madura es que vaya equilibrando la seguridad y el reto
para que vayan apareciendo en su comportamiento la prudencia y la audacia, que
no son virtudes contradictorias sino dos facetas de una personalidad que sabe
en que momento avanzar hacia lo desconocido y en que momento disfrutar todo lo
que tiene.
La
persona madura va poniendo retos en la medida en la que la comodidad no le
impide cumplir sus sueños, porque una persona madura se caracteriza por su
energía para construir su propio sueño y así no terminar construyendo el sueño
de alguien más.
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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