Una
da las características de nuestro tiempo es el cambio, y tal vez más
específicamente la velocidad con la que se dan los cambios. Una de sus
consecuencias es la caducidad, cada vez más reducida, de los ciclos de vida de
los productos.
Esta
velocidad del cambio, influenciada fuertemente por el adelanto tecnológico, ha
metido en la cultura de la inmediatez que caracteriza a la nueva generación, a
los “millenians”, la generación que nativa digital, que permanece conectada y
no concibe un mundo sin internet.
La
velocidad del cambio ha provocado que se revolucionen muchas industrias, así
como la forma en la que se construye y transmite el conocimiento. Sin embargo,
las generaciones anteriores construyeron estructuras y formas de relación para
ese tiempo que hoy han quedado obsoletas. El cambio se ha dado a tal velocidad
que las organizaciones no siempre han evolucionado a la velocidad requerida y
muchos liderazgos hoy resultan anticuados.
Lugo
entonces, para estos tiempos, la flexibilidad se ha convertido en una
competencia indispensable porque estamos en un mundo en constante cambio y adaptación.
La flexibilidad implica creatividad, que tiene su aplicación concreta en la
improvisación.
Según
la RAE (Real Academia de la Lengua Española) improvisar es hacer algo pronto, sin estudio ni preparación.
Improvisar no tiene una connotación positiva o negativa, más bien se trata de
una capacidad para construir una postura en la inmediatez.
En
un ambiente de cambio constante, la flexibilidad se convierte en un activo
requerido, y la improvisación luce como una herramienta indispensable para
cualquier persona que quiera moverse con soltura en el ambiente actual,
implicando un manejo inteligente de la incertidumbre. Dependiendo de su temperamento y de su
formación, las personas estarán habilitadas o no para manejar cierto grado de
incertidumbre.
Los emprendedores y los que dirigen cualquier organización requieren una buena dosis de flexibilidad y por lo tanto de manejo de incertidumbre y de capacidades de improvisación, tanto para el manejo de situaciones externas como de situaciones de carácter interno como las relaciones entre los elementos de su equipo de trabajo.
Como
sucede con cualquier hábito, la práctica constante de la improvisación va
generando confianza y nuevas habilidades que tienen más que ver con la
intuición y con otras capacidades más relacionadas con la inteligencia
emocional que con la inteligencia racional, sin embargo cuando la confianza es
excesiva se puede convertir en un vicio.
La
improvisación es una capacidad muy importante para resolver aquellas
situaciones que surgen fuera de nuestro control, pero improvisar en aquellas
situaciones que tenemos posibilidad de prever es un exceso, un abuso de las
capacidades, síntoma de pereza y de soberbia.
La
improvisación no debe ser un remedio para la pereza, sino una herramienta que
se alimenta del estudio, la dedicación y la experiencia, que generan la
confianza para resolver situaciones imprevistas. Hacerlo de otra forma será el
camino más adecuado para dañar el prestigio personal y el trabajo en equipo.
Jorge Peralta
@japeraltag
www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup
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