sábado, 25 de agosto de 2012

Liderazgo, ¿Requisito para emprender?


Mucho se ha escrito en los libros y enseñado en las escuelas de negocios sobre el tema de liderazgo, la vieja discusión sobre si el liderazgo forma parte de nuestras capacidades innatas o es una capacidad que podemos aprender con el tiempo. Desde mi punto de vista, los líderes tienen ambas: una capacidad innata que perfeccionan con el tiempo y que lo utilizan en ciertas circunstancias para impulsar a las organizaciones al logro de objetivos, aún con la ayuda de otros procedimientos que “le echan una mano al liderazgo”: los procedimientos de avance.

El liderazgo no siempre va de la mano con la eficacia. Se puede ser un buen director general aún sin capacidades de liderazgo, así como también se puede ser líder y dirigir mal. Esta situación obliga un ejercicio de autoanálisis y de disciplina; el autoanálisis para reconocer si realmente tenemos cualidades innatas de líder o debemos buscar algunas otras herramientas que puedan ayudarnos a lograr los objetivos cuando necesitamos dirigir a otras personas, y de la misma forma disciplinarnos a buscar otras herramientas aún cuando nos reconozcamos en nosotros cualidades de liderazgo.

Si vamos a la esencia de un líder encontraremos características que provocan que otras personas los sigan, que ponen su confianza en ellos:

1)      Genera inspiración.

2)      Me propone cosas valiosas

3)      Quiere mi bien

4)      Va por delante

Cuando una persona nos genera inspiración es porque lleva nuestra voluntad a superar nuestras limitaciones personales, nos hace creer y pensar que si es posible lograr cosas que de otra manera, su grandiosidad nos hubiera aplastado. El líder es aquel que nos hace creer que son posibles cosas que nosotros creíamos lejanas, si no imposibles, al menos fuera de nuestro alcance.

El líder no siempre nos plantea cosas fáciles, para esas no lo necesitamos, podemos solos, pero las plantea como algo grande que vale la pena buscar, además se pone por delante, para dejarnos ver que si es posible, y que si algo sale mal ahí estará él para acompañarnos. De esta forma el líder nos hace crecer como personas, nos lleva a instancias más allá de las que nosotros mismos pensábamos llegar.

Cuando ayuda a una organización tener una dirección con liderazgo, y cuando ayuda también a la organización que cuando los liderazgos no están en la cima de la organización se vayan conduciendo de tal forma en sintonía con las ideas de la cabeza, para que logren orientar hacia los mismos objetivos a toda la organización, de otra forma se podrá genera una crisis.

Un director no siempre es líder, pero un líder siempre dirige. En términos marítimos podríamos decir que un pirata tal vez podrá ser un marinero, pero un marinero difícilmente será un pirata.

Cuando se reconoce falta de cualidades innatas para el liderazgo siempre es útil recordar esas herramientas que ayudan a “impulsar” la organización a que las cosas sucedan, hablamos de los  procedimientos de avance, que entre los más importantes están:

1)      Precisar

2)      Enseñar

3)      Ayudar

4)      Medir

5)      Castigar

6)      Premiar

Estas “ayudas” permiten que se pueda dirigir la organización aún cuando el liderazgo no sea algo natural en nosotros y también ayudan mucho cuando se tiene una dosis de liderazgo, nunca sobran. Sin embargo es una relación inversamente proporcional: entre menos liderazgo se tenga y se reconozca no tenerlo más necesarios serán estos procedimientos de avance.

Luego entonces, ¿el liderazgo es requisito para emprender?, ya habíamos comentado en otra ocasión que el emprendedor tiene entre sus atributos una capacidad para manejar el riesgo y la incertidumbre a una escala mayor que el resto de las personas y sucede también que el líder va por delante y toma riesgos que los demás no toman, por esta razón podríamos decir que suele suceder que el emprendedor tiene dotes de liderazgo, porque logra convencer a otros de una realidad que todavía no se ve, los enamora con un sueño, y los sueños siempre tienen algo de fantasía.

Ser líder supone tener una capacidad de compromiso más allá de lo ordinario, de correr riesgos, aún cuando el futuro sea incierto, pero lo grande del objetivo hace que podamos soñar y convencernos de que es posible, algo así como soñar despiertos.

El mundo ha cambiado, requiere nuevos líderes que entiendan la realidad de la persona humana, pero que también entiendan los nuevos tiempos. Necesitamos descubrir aquellos jóvenes en los que la mayor aspiración en su vida no sea la de ser un buen funcionario, o lograr un buen empleo, debemos ayudarlos a pensar cosas grandes, si en el camino sus decisiones y la vida los lleva por otros caminos, que sean capaces de convertirse en los que mejores en cualquier actividad en la que se ocupen, no se puede aspirar a menos.

No puedo dejar de recordar a mi maestro Joan Ginebra, a quien dedico especialmente estas líneas. Ayer 24 de agosto del 2012 tuve la oportunidad de saludarlo y ver la valentía con la que acompaña a su esposa que enfrenta una grave enfermedad. Su enseñanza y su ejemplo, me ayudaron en más de una ocasión a llegar más allá de lo que me creía capaz. En especial con su estupendo libro: EL LIDERAZGO Y LA ACCION. Ginebra, J. Mc Graw Hill, México 1994.

Jorge Peralta

@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx

domingo, 19 de agosto de 2012

Los creativos inadaptados ¿oportunidad o riesgo para la organización?


Tal vez tú te encuentres en esa posición de insatisfacción en tu ocupación actual, en la que te gustaría resolver de forma distinta un problema de los clientes, pero que debes alinearte a una forma de resolverlo “porque así debe de ser”. En ocasiones, pareciera que existe toda una dinámica organizacional que impide resolver los problemas de forma distinta a la habitual, lo cual suena lógico: las empresas han invertido muchos recursos en estandarizar sus procesos, justo para lograr eficiencias y crecer.

En algunas organizaciones, principalmente en las grandes corporaciones, los procesos de toma de decisiones suelen ser lentos y corresponde tomar las decisiones importantes, a la parte más alta de la estructura organizacional, a lo que se le denomina elegantemente Alta Dirección, que sin embargo no siempre se encuentra en contacto con la realidad de la operación. En muchas ocasiones esos lugares son ocupados por personas leales que “cuidan” los intereses de la corporación y que suelen tomar el “camino más seguro”. De esa manera cuidan los intereses de la corporación, y también los suyos. Entre menos sobresaltos ocurran, mejor, entre más probado sea la ruta elegida, mejor.

Que pasa entonces con el creativo inadaptado, con el que tiene ideas diferentes a los demás, tal vez más arriesgadas porque orienta sus energías a impulsar productos o servicios que no están probados, situación que genera, en las personas que buscan siempre el camino seguro, una gran incertidumbre. Esta incertidumbre no es solamente por el riesgo de que sus nuevas ideas no agraden a sus clientes fieles, sino también porque en un nuevo escenario ellos no tengan un rol principal. El problema deja de ser un problema técnico y de foco para convertirse en un tema político, un escenario donde el creativo no sabe jugar.

¿Es entonces la corporación un espacio natural para el inadaptado?, ¿Dónde queda la creatividad y la espontaneidad? Es justo en esta disyuntiva cuando se genera la gran oportunidad: dejar un espacio a la generación de nuevas ideas, aún con el riesgo de no ser exitosas, pero que cuestionen permanentemente el estatus quo y obligue, a los que tienen la responsabilidad de conducir el día a día, a mirar el  futuro: que miren más allá de lo que hoy resulta ser exitoso y que mañana puede dejar de serlo.

Aún las empresas muy exitosas y que se encuentran en la cima de sus respectivos mercados, deben darse ese espacio para entender que los mercados hoy se mueven de una forma más rápida que lo que sucedía en el pasado, que los tiempos de vigencia de modelos de negocio se han acortado y que justo es el mejor momento de retar al futuro, hoy que cuentan con recursos para hacerlo, pero que sin embargo es frecuente que el triunfo no les permita pensar disruptivamente. El triunfo es el mejor aliado para disfrutar de la seguridad del hoy sin pensar en lo efímera que puede ser esta situación, sin embargo es el mejor momento para que la creatividad llegue lejos.

Estas organizaciones triunfadoras también necesitan de personas flexibles y adaptables que no siempre encajan en la lógica organizacional tradicional, y que en ocasiones pueden parecer disfuncionales pero que en realidad son los únicos que se atreven a retar la situación actual, a pensar en cómo resolver de mejor forma un problema o capturar una oportunidad independientemente de cómo se haya resuelto hasta ahora. Mucho depende de la forma en la que permitan la convivencia entre personas que tienen una visión distinta y en la forma en la que una organización procese los fracasos. Si equivocarse significa la pena de muerte, nadie querrá equivocarse y muy pocos lo intentarán, lo cual generará estabilidad en el presente, pero ausencia de innovación para el futuro.

El creativo inadaptado tiene el deber de convertirse en un buen vendedor de sus ideas, en convertirse en un líder que sea capaz de transmitir su pasión por sus nuevas ideas y convencer a los demás de correr el riesgo por ellas. Es necesaria una buen dosis de “buenas explicaderas” y en sus interlocutores una buena dosis de “buenas entendederas” ambas aderezadas por las buenas intenciones y generosidad de todos.

Si a pesar de sus esfuerzos el creativo inadaptado no genera los espacios suficientes para aportar a la organización, siempre tendrá la alternativa de seguir su naturaleza: ser fiel a su naturaleza, perder los miedos, buscar consejo y convertirse en un emprendedor de tiempo completo.

domingo, 12 de agosto de 2012

¿Mala comunicación en la era de la información?


Nuestro tiempo ha sido marcado por un gran desarrollo de la tecnología en especial lo referente a las tecnologías de la información. Hoy todos tenemos la posibilidad de estar informados sobre todo lo que sucede en el mundo en tiempo real. El atentado a las torres gemelas en Nueva York en el 2001 y el tsunami en Japón en 2011 son un ejemplo de que a miles de kilómetros conocemos en todo el mundo lo que sucede en cualquier lugar.

Facebook, Twitter, Skpe y otras herramientas, nos permiten estar en comunicación constante con otras personas, no importando el lugar del mundo donde se encuentren.

Podríamos afirmar que las herramientas de comunicación con las que cuenta el ciudadano común en nuestras sociedades urbanas no tienen límites, lo que no estamos seguros es de que nuestra comunicación haya mejorado. ¿No estaremos abusando de las herramientas electrónicas para intentar comunicarnos con los demás, cuando lo que hacen falta son conversaciones cara a cara?

El correo electrónico ha sido uno de los grandes inventos de los últimos años porque es capaz de agilizar de una forma impresionante la rapidez con la que se pueden transmitir datos e información importante, sin embargo no existe es una comunicación completa, ya que en ciertos casos hemos descuidado la comunicación no verbal, tan importante para establecer otro tipo de relaciones. Recibir cada año la misma felicitación de cumpleaños por parte del presidente de la compañía y enviada por un robot, por más que venga personalizada, nos genera un sentimiento de indiferencia similar al de no habar sido felicitado.

Cuantos conflictos se generan por que las personas no siempre son capaces de transmitir lo que realmente quieren decir; las diferencias entre lo que unos quieren explicar y otros quieren entender llevan a posiciones personales muy distintas de las que se tenían por objetivo. Como dice la sabiduría popular: “entre las malas entendederas y las malas explicaderas” es difícil lograr el objetivo.

La era de la comunicación, poniendo toda la tecnología a alcance de la mano nos presenta varios retos, en primer lugar decidir cuáles son las comunicaciones que debemos tener por internet y cuáles deben ser en persona, o por lo menos por teléfono, o bien por alguna otra herramienta donde podamos ver la cara de las personas y entender sus miradas y su lenguaje corporal. Por otra parte nos debe llevar a cuestionarnos si no estamos abusando del correo, ¿Cuánta basura nos llega?, ¿en cuántos correos somos copiados y que no necesitaríamos estarlo?, ¿Cuánta información irrelevante recibimos que luego ni revisamos? ¿Cuánto tiempo le dedicamos a estas labores que no añaden ningún valor?

Será necesario que también sepamos aprovechar estas herramientas para tener una comunicación eficaz escrita, para ello será necesario revisar nuestras capacidades de comunicación, redacción, ortografía, etc. No suele ser una característica común en nuestro tiempo la buena ortografía, principalmente porque el buen hábito de la lectura se ha descuidado; sino se tiene la costumbre de leer al menos el periódico será muy difícil tener una ortografía funcional. ¿Qué imagen te da un sabio que no sea capaz de escribir y hablar con corrección?

Hoy se hace más necesario un liderazgo que sepa transformar, que su presencia transmita todo aquello que no puede transmitir la comunicación escrita, esa inspiración que tampoco es capaz de transmitirse siempre a través del “e-learning”. Las organizaciones necesitan algo más que un director que gestione la empresa, se requiere un líder que inspire personas, no solo para hacer lo que deben hacer, sino para trabajar mejor y ser mejores personas. Personas que cuando necesitan resolver un problema o inspirar sobre el futuro no se escondan detrás de una pantalla o un teclado, sino que sepan hablarte por tu nombre y entender tu circunstancia particular para resolver cualquier problemática de forma eficaz.

Existen personas con una vocación de dirigir, y existen otras con necesidad de ser dirigidas, sin embargo, todos de alguna forma u otra nos toca desempeñar ambos roles; en ocasiones nos toca dirigir a ciertas y en otras circunstancias también recibir rumbo. En ambas situación es necesario tener una comunicación eficaz, que se reduce a escuchar y saber transmitir, para entender al interlocutor con todo y su circunstancia. Esas dos capacidades se ven disminuidas, no solo por nuestras deficiencias personales, sino también por no darle el tiempo debido al trato personal; pensamos que la tecnología nos ha facilitado las cosas por poner al alcance de la mano modernos instrumentos, sin embargo, los instrumentos son sólo eso: instrumentos.

Demos el lugar que corresponde a la comunicación con las personas que tenemos cerca, usemos la tecnología como una herramienta para comunicarnos con las personas que es imposible tener cerca, pero nada sustituye el trato personal. Hoy más que nunca necesitamos inspirar a otros a lograr cosas grandes, eso solo se pude lograr conversando cara a cara.

sábado, 4 de agosto de 2012

¿Dónde nacen las nuevas ideas?


En ocasiones nos sorprendemos por el adelanto tecnológico y porque vemos cosas que tal vez nunca habíamos imaginado, o bien porque vemos hechas realidad muchas de las cosas que queríamos tener y no teníamos, o hemos encontrado respuestas a problemas que hace tiempo no tenían una solución óptima como la tenemos hoy. Es justo ahí, en la solución de problemas donde se da el adelanto tecnológico.

Muchas empresas han dado un paso adelante en preguntarles directamente a los clientes sobre todas aquellas cosas que les gustaría que cambiaran para tener una guía de hacia dónde encaminar sus esfuerzos. Sin embargo he comenzado a dudar sobre si los clientes “siempre tienen la razón”.

Hace algunos meses platicaba con un gran empresario que es también un buen amigo y me decía uno de sus aprendizajes en los últimos años: “aunque se suela decir al cliente lo que pida, creo que se debería decir, al cliente lo que pague”. Es justo ahí donde creo que esta el punto fino de la discusión, ¿cuáles son aquellas cosas por las cuales un cliente está dispuesto a pagar? Lo que está claro, y todos lo hemos experimentado alguna vez, es que mientras más grande sea el problema que tenemos, estaremos dispuestos a pagar más.

Hay cosas que si le preguntamos a los clientes, nos darán la mejor respuesta para ellos en el corto plazo, lo cual no siempre significa lo “mejor” para nuestra empresa, o lo “mejor” para el sector o para otro segmento que pueda significar un potencial de negocio mayor. Ya lo decía Ford: “si le hubiéramos preguntado a los clientes de la época entre si querían un carruaje con más caballos o un motor de combustión interna, su respuesta inmediata hubiera sido poner un caballo adicional.

La mayor parte del mercado es conservador por naturaleza, busca seguridades en lo que compra, pero no siempre está dispuesto a pagar por ellas, o bien no siempre está dispuesto a pagar ya  correr el riesgo de que algo salga mal. No significa que un cliente no quiera lo nuevo y bueno, sino que no quiere correr riesgos. Luego entonces, ¿no sería mejor probar nosotros a resolver sus problemas sin preguntarle e intentar sorprenderlo? Y a fuerza de sorprenderlo con relativa frecuencia, ¿no estaremos logrando un cliente fiel que delegue en nosotros su confianza para probar para él lo que necesite? ¿Entonces convendrá preguntarles a los clientes sobre nuestros productos futuros?

Necesitamos desarrollar una capacidad de observación distinta, más profunda y al mismo tiempo con mayor amplitud y mayor oportunidad. Debemos convertirnos en unos observadores naturales sobre la dinámica poblacional, sobre los usos y costumbres de un sector, sobre los servicios y productos que se están convirtiendo en commodities, sobre los estándares que usan todos los participantes en un sector, sobre donde están la mayor parte de las oportunidades de un mercado que todavía no están resueltas, sobre los “dolores”  que tienen ciertos segmentos de mercado por los cuales sus miembros estarían dispuestos a pagar por resolverlos.

Debemos ponernos en el papel del cliente, sentir, sufrir lo que él sufre para intentar resolver esa problemática o conocer a fondo aquellas cosas que ni siquiera sabe que desea pero tu capacidad de observación e intuición te lleva a adelantarte.

Las nuevas ideas están ahí, en tu ambiente, en aquellas personas en las que convives con frecuencia y que te hace caer en la rutina. Procura ver las cosas con perspectiva o salir de tu ambiente para que te permitas ver las mismas cosas con ojos distintos. La mayor fuente de las ideas esta en tu capacidad de observación, en tu capacidad de empatía y en tu capacidad de idear formas para resolver problemas o satisfacer anhelos que las personas no han cumplido.

Date la oportunidad de correr el riesgo e intentar, una y otra vez hasta lograrlo. Tener las ideas no vale nada si no eres capaz de pasar de la idea a un modelo de negocio que resuelva una necesidad y te lleve a granar dinero con ello, lo demás será una buena plática de café.

Jorge Peralta

@japeraltag


@innovaciondisruptiva.mx