sábado, 30 de julio de 2016

7 puntos clave en un proyecto de #innovación

A lo largo de estos años he visto proyectos de innovación de distinta envergadura, algunos con un alcance muy pequeño y otros con una misión transformadora muy profunda. También me ha toca verlos culminar exitosamente y otros fracasar.

¿Cuáles han sido esos puntos en común, tanto del éxito como del fracaso? Te quiero compartir algunos puntos clave que desde mi punto de vista son indispensables a tomar en cuenta en los proyectos de innovación:
  • Los proyectos necesitan un liderazgo y un equipo comprometido

Los proyectos necesitan responsable, indicadores y un equipo colaborando.
Las personas deben estar enteradas de la relevancia del proyecto y de la forma en la que cada uno participa en él.
Las máximas cabezas de la organización deben tener conocimiento y apoyar el proyecto de otra forma en la primera dificultad fracasarán.
  • No a todos les gusta innovar.

A las personas normales no les gusta innovar, les gusta más mantener la situación actual, el cambio nos aterra y la posibilidad de perder lo ganado nos pone en una situación mental difícil.
Es muy importante poner las bases para que un equipo pueda “habilitarse” para los proyectos de innovación de otra forma la ruta al fracaso será corta.
Suele ser útil poner el ambiente adecuado con unas lecturas, con un espacio propio en la agenda para destensar las relaciones entre los miembros del equipo. Sin confianza no se podrá avanzar.
  • Identificar los liderazgos informales que ayudaran al triunfo o al fracaso.

En todas las organizaciones existen liderazgos, y muchas veces estos no coinciden con el organigrama jerárquico, en ocasiones los liderazgos se encuentran en todos los niveles de la organización. Estos liderazgos son los que generan el ambiente “ a nivel de cancha”, los que suelen generar optimismo o pesimismo en los equipos de trabajo. No es conveniente tenerlos en contra de los proyectos porque dificultarán el camino.
Si existe algunas personas “afectadas” con el proyecto conviene identificarlas y hacer una labor de incorporarlos al cambio.
  • Perseverar

Cuando se decide iniciar un proyecto no vale la pena detenerlo  ni los cambios de planes bruscos porque de otra forma la organización quedará “vacunada” y ya no creerá que el cambio es en serio. Cualquier otra iniciativa y los que las encabecen perderá credibilidad.

  • Cuidar el tiempo para innovar.

Dar un tiempo preciso y sagrado para innovar. Si no le dedicamos tiempo y nos comprometemos con un proceso, el mensaje que se estará dando es que no es importante para la organización. No faltarán voces que quieran retrasar las reuniones porque es cierre, porque hay un problema con un cliente, porque fulanito tiene un viaje importante, etc., etc.  Es fácil dejarse llevar por las inercias, por las urgencias, por la rutina y volver a lo de siempre para que nada cambie.
Para ello también será importante trazar un plan, usar un método, dejarse apoyar por personas que pueden guiarnos en el proceso y todo eso requiere de invertir tiempo y dinero.

Lo que es importante es importante y no lo que no, no.
  • No reconocer el avance y a las personas que colaboran

Si no se toma en cuenta que las personas están empleando un tiempo valioso y se van reconociendo sus logros, las personas pueden cansarse o pensar que no es importante su labor, entonces prefieren volver a sus actividades normales y seguir sus indicadores, que a final de cuentas es por lo que le pagan.
  • Involucramiento de la Dirección General.

Si la dirección general no ha comprado la idea, lo más probable es que el proyecto sea de muy escaso impacto porque todos tienen miedo de meterse en temas que no agraden al jefe y los riesgos poca veces son bien vistos. Desafortunadamente no existe innovación sin riesgos, al menos no la que genera un valor relevante.
Si la dirección no es al tanto de los nuevos proyectos la organización irremediablemente caerá en las rutinas y en cuidar el negocio maduro que es lo que hace posible que la organización facture y genere rentabilidad.



Sin no cuidas estos 7 puntos no te auguro un buen final con las consecuencias que esto tiene para toda la organización. Una organización que no crece, que no avanza, que no ve el futuro con ilusión termina expulsando a su talento quedándose solamente con los talentos más medianos, aquellos que seguramente harán un buen trabajo pero que no marcan la diferencia en un mercado que compite ferozmente. ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup

sábado, 23 de julio de 2016

Los frutos de la adversidad

Hace unos días me tomé un café con un buen amigo que tenía meses de no charlar, recordamos las reuniones de hace algunos años y nuestra plática giró alrededor de la forma en la que algunas personas procesaban el éxito de otros.

Veíamos que a veces la mezquindad no nos permite reconocer y valorar los triunfos de los demás, esa misma mezquindad que a veces juzga sin saber, sin entender las horas que hay detrás de un triunfo en cualquier disciplina.

No existen caminos fáciles; el camino de cualquier persona esta lleno de dificultades y como decía Winston Churchill: “El éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”; y es verdad fracasar aprendiendo de ello te va acercando más y más a tu meta. Tal vez lo único que es requerido es que verdaderamente se tenga una meta, un motivo, un propósito, porque si éste es verdaderamente poderoso te podrás levantar de cada fracaso y tomar aprendizajes, no sin sufrir, no sin desesperarte, no sin llorar.

Vivimos en una sociedad que nos quiere evitar a toda costa el sufrimiento, la eutanasia, el aborto, son prueba de ello, somos capaces hasta de perder vidas por evitar el sufrimiento, por tener una vida más cómoda. Hasta en cosas menos trascendentes también queremos evitar el esfuerzo, como por ejemplo, esos cursos de idiomas de 3 meses, o esas carreras exprés sin ir a clases, o esas dietas en las que bajaras sin dejar de comer un poco. Todas ellas fantasías, porque no hay fórmulas mágicas: lo valioso requiere un esfuerzo.

En mi experiencia en el campo de la innovación para algo igual. Directores que quieren inventar una innovación que no tenga riesgo, ni cueste, o mejor aún, que sea fondeada con recursos públicos porque ellos no tienen presupuesto para la innovación. Directivos que siguen la innovación por moda, que incluso mandan a su equipo a algún curso, y parece que todo marcha bien hasta que llegan las decisiones difíciles a su mesa, entonces la innovación deja de ser “cool” y mes mejor por el camino seguro.

Recuero también de cierto director (no digo nombres para no herir susceptibilidades) en la que antes de cada decisión difícil pide 25 estudios de mercado que le confirmen que en verdad se debe dar el paso y cuando se decide a darlo es porque ya va tarde. Ese tipo de personas que si quiere el cambio pero que no quiere la incomodidad del cambio ni el riesgo de la decisión.

Temo desilusionarte pero las ganas no son suficientes, son necesarios un propósito que te pueda conducir en medio de las dificultades, muchas horas de esfuerzo y algunos fracasos a cuestas. Historias de éxito al primer intento no son muchas y aún en esos casos las dificultades llegan tarde que temprano y sin un propósito real de seguir los propios ideales, la vocación y querer cambiar al mundo casi nunca se llega muy lejos.

Ningún triunfo es accidental, así que recuerda una de las grandes frases de William Shakespeare:

“Dulce es el fruto de la adversidad, que como el sapo feo y venenoso lleva siempre una gema en la cabeza”

Esta estupenda charla TEDX de Karla Souza te ilustrará mucho sobre el tema.

No huyas del camino incómodo, no pierdas de vista tu propósito aún cuando a veces el camino no se vea, aún cuando a veces te asalten los miedos, aún cuando haya mucha gente buena que te diga que no podrás. Si tu propósito es firme vale la pena continuar, y si fracasas, continuar con más experiencia, la siguiente podrá salir mejor.

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

sábado, 16 de julio de 2016

Tiempos en los que el plan es "no tener plan"

Estos días he comentado con varios empresarios sobre la necesidad de revisar la planeación estratégica que hicieron para el 2016. Diferentes enfoques los han llevado a cuestionar la previsión que hicieron del año; unos de ellos preocupados porque no han llegado a su meta y todo parece indicar que si siguen trabajando de la misma forma no llegarán. En otros casos porque la han superado ampliamente y se están cuestionando revisarla para re-enfocarla, pareciera que se están enfrentando a un “feliz” problema.

En ambos casos, los que se han quedado cortos y los que han excedido su meta, lo que en el fondo se están planteando es si conviene dedicarle tiempo a planeaciones tan detalladas, a las que le han dedicado recursos y esfuerzo para concluir en que en los escenarios actuales, hacer planes tan a largo plazo puede no ser tan redituable como sucedía en el pasado.

Reflexionar sobre si moverse con un plan preciso o más bien aprender a moverse sin planes; decidir sobre si dedicarle mucho tiempo a planear o mejor emplearlo en probar y aprender rápido para incidir en el resultado de forma inmediata. No hay una respuesta correcta, dependerá de la organización, del perfil del director, de su capacidad para moverse con incertidumbre y en el fondo de la cultura organizacional.

Durante varios años he podido constatar que no existen recetas, que siempre una planeación básica que sirva para plantear bien los objetivos, enfocarnos en ellos sin una presión mayor por tratar de predecir el futuro sino por saber leer con rapidez el resultado de nuestras acciones y estar dotado de toda la flexibilidad que sea posible para modificar las líneas de acción, aún con el riesgo de contradecirnos a nosotros mismos. Conviene perder el miedo a equivocarnos, a cambiar de opinión.

Hoy estoy convencido de lo que queremos conseguir y de la razón de ser de nuestra actividad, definiendo con claridad aquellas cosas en las que queremos ser los mejores o al menos uno de los mejores. Con esas premisas claras, lo demás será ponerte en marcha tomando decisiones concretas e ir caminando con los ojos bien abiertos para aprovechar las oportunidades. En ocasiones será con ojos bien abiertos pero vacunados contra todo aquello que nos quiere meter en el redil donde caminan todos, porqué ahí, el lugar común para todos será la mejor forma de ser del montón, ahí donde no hay riesgos pero donde tampoco hay retos.

La “criptonita” de un emprendedor es navegar por aguas por aguas tranquilas durante mucho tiempo, porque ese no es un ambiente para guerreros sino para marineros de agua dulce. No se trata de ser temerario, ni de ser masoquista, más bien se trata de no rehuir el reto cuando bien sabemos que sin esfuerzo no hay triunfo.

Aprender a moverse en incertidumbre es una competencia indispensable para cualquier emprendedor, saber renunciar a tener todo planeado porque las oportunidades no obedecen a los planes de nadie, ellas llegan y se pasean frente a nosotros, esperando a los que están dispuestos a tomar los riesgos necesarios para aprovecharlas.

Creo que una ruta conveniente sería la siguiente: tanta planeación como sea indispensable y tanta flexibilidad como sea posible, o ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

domingo, 10 de julio de 2016

Design Thinking vs Leanstartup

Desde hace varios meses vengo escuchando y leyendo comparaciones sobre dos herramientas que desde mi perspectiva son complementarias y que pueden combinarse para lograr objetivos específicos.

También vengo señalando que las modas se apoderan de quienes debemos de pensar y usar las herramientas que otros colegas han desarrollado y clarificar en qué y como sacarle el mayor provecho a cada una.

En el caso de estas dos metodologías convendría aclarar lo siguiente:

Design Thinking más que una metodología tal cual es una filosofía que se centra en el usuario para conocer cuales son sus problemáticas y sus motivaciones de compra para ofrecer soluciones diseñadas en función de necesidades y circunstancias específicas del usuario. Por otra parte Leanstartup es la aplicación del método científico a los negocios donde te planteas algunas hipótesis sobre el cliente, sobre sus problemáticas y sobre conceptos de negocio concretos para validarlas o no y en el proceso avanzar en la consecución de un producto o servicio para lanzarlo al mercado.

Ambas tienen en común:
  • Están centradas en el usuario-cliente. Desgin Thinking más en el usuario (el que tiene la necesidad y usará el producto o servicio) y Leanstartup se centra más en el cliente (en el que paga y sus motivaciones de compra).
  • Parten de la incertidumbre y deben prototipar para validar sus hipótesis. Design Thinking más sobre sus necesidades y expectativas y Leanstartup sobre el modelo de negocio. 

En que se diferencian:
  • El punto de partida es diferente. Desing Thinking parte de un problema u oportunidad sin tener claras las necesidades reales o percibidas del cliente. Leanstartup parte ya de una idea y busca definir si esa idea con su modelo de negocio son lo suficientemente valiosas para que alguien este dispuesto a pagar por ellas.
  • El objetivo de Desgin Thinking es entender el reto desde la perspectiva del usuario y definir “algo” con lo que se puede satisfacer. El objetivo de Leanstartup es construirle a ese “algo” unos diferenciadores y un modelo de negocio adecuado.

Ambas son herramientas muy útiles, casi imprescindibles en el mundo de los negocios actual, sin embargo hay que conocerlas con más detalle para sacarles un poco más de provecho. 

Te comparto este esquema que usamos para combinar ambas herramientas a la espera de tus comentarios, críticas y recomendaciones para que aprendamos juntos.




Nos será de mucha utilidad si podemos compartir conocimiento y hacer de este blog una buena red de colaboración.

Jorge Peralta
@japeraltag

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