Ya no
es suficiente la planeación estratégica en un mundo que cambia más rápido que
nuestra capacidad de planificar. Los tiempos aquellos en los que plasmaba la
visión de la empresa a 5 y 10 años han
concluido y sólo será válido un ejercicio que nos permita revisiones en
periodos de máximo 6 meses, para analizar nuevamente si nuestros parámetros
siguen siendo los mismos, y así no meter a la organización en una camisa de fuerza que le da cierta seguridad, sobre premisas hipotéticas y
cambiantes pero que muchas veces no aplican.
En la
labor directiva sigue siendo esencial diseñar el futuro, más como un asunto de creación
que como un asunto determinado por tendencias, ya que el modelo de negocio de cada organización debe diseñarse de forma particular. Las organizaciones que perduran
son aquellas que no sólo logran adaptarse al futuro sino que logran inventarlo, o al menos modificarlo y aprovecharlo en su favor. En el modelo anterior, cuando la velocidad del
cambio era menor, se ponía un énfasis en el control porque la ruta estaba
definida; hoy requerimos énfasis en la flexibilidad y en la gestión del cambio,
encontrando la forma de dirigir la resistencia de las personas en esas
circunstancias cambiantes.
La
naturaleza humana ha sido dotada de una gran capacidad de adaptación, y esa misma
capacidad nos hace que nos vayamos adaptando con gran rapidez al status quo y
evitemos cualquier situación que nos saque de la ruta adoptada, dotándonos de
grandes deseos de mantenernos en el mismo lugar. En la empresa nos vamos
llenando de procedimientos, de procesos que nos ayuden a estandarizar y ganar
en eficiencias, pero que nos restan la capacidad de pensar y de cuestionar. Los
procesos de planeación nos daban seguridad en el rumbo y las herramientas de
management nos dotaban de los controles necesarios para no salirnos del camino,
sin embargo hoy lo que esta cambiando es el camino y en ocasiones también el
destino.
Hoy
esas rutas tienen una caducidad más corta, necesitamos revisar los planes una y
otra vez, en ocasiones los cambios serán menores pero en otras se nos exigirá
reinventarnos porque el mundo va más rápido que nosotros. Perdamos el miedo a
revisar los planes, nuestro tiempo exige que nuestros procesos de planeación,
siempre necesarios, sean revisados periódicamente y no sean escritos con “pluma
indeleble”, todo es cuestionable, todo es cambiante, nada es para siempre.
Hoy
es momento de planear con innovación, estar pendiente del cliente para ver como
vamos capturando su atención, pero sobre todo pendientes de los no clientes que
son los que nos van a permitir crecer nuestras ventas, explorando nuevos
mercados o nuevos segmentos.
La
visión requiere ampliar sus alternativas, no podemos partir para diseñar esa
visión desde las limitaciones de nuestra realidad sino más bien desde la
riqueza de la oportunidad. Nuevos clientes, nuevos mercados, nuevas líneas de
negocio nos llevarán a replantearnos reinventar nuestra organización diseñando
nuevamente la forma de ganar dinero, de atender oportunidades diseñando
satisfactores (productos o servicios) o bien diseñando nuestras organizaciones
para hacer posible las visiones más disruptivas.
Hoy
recordaba aquel ilustre empresario tapatío que le gustaba decir: “visión sin
ejecución es pura alucinación”. Poner la visión será un ejercicio que puede
ilustrar en espacios relativamente largos de tiempo (no más de un año)donde
queremos estar, ejecutar y tomar decisiones para llegar implicarán una revisión
más constante que nos lleve a pivotar sobre nuestros planes una y otra vez para
no perder la flexibilidad que estos tiempos requieren. Debemos ejercitar vivir
con la mente puesta en el futuro y los pies puestos en el presente, será la única
forma de inventar el futuro que queremos.
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup