domingo, 25 de marzo de 2018

En ocasiones lo prudente es tomar riesgos


A las personas nos cuesta el cambio y a las organizaciones que formamos también. Estamos dispuestos a cambiar cuando los resultados van mal y es justo en ese punto cuando el cambio es más peligroso.

El mejor momento para el cambio es cuando los resultados van bien, porque podemos correr un poco más de riesgos, porque tenemos recursos sobrantes para intentar cosas nuevas, porque fracasar tendrá menos consecuencias.

Todos quieren innovar, pero siempre y cuando les implique pocos riesgos, y terminan por centrarse en los proyectos que están operando porque además los recursos como tiempo y dinero siempre son limitados y preferimos orientarlos a la ejecución. El descubrimiento no es algo que rinda frutos pronto y se deja para después; nos gana la inercia.

Los esquemas de bajo riesgo y profundizar en la explotación de lo conocido, nos llevan a seguir avanzando en la mejora, pero no nos llevan a grandes avances o a cambios radicales. Si la innovación no va de la mano con margen de maniobra y tolerancia al error estaremos intentando cosas que se alejen muy poco de nuestro camino actual.

La innovación consiste en poner el futuro en la agenda presente y dedicarle tiempo, recursos y talento. Sin esa visión compartida de los que toman decisiones en una organización, la innovación es una buena quimera, que servirá para los discursos y para mensajes hacia afuera pero que en realidad no sucederá.

Ese balance entre los resultados del presente y las apuestas del futuro esta la clave para poner las prioridades. Es en las prioridades donde se ve la voluntad para incidir en el futuro y transformar la realidad en la que vivimos, sino hay tiempo ni recursos para innovar, los discursos sólo contarán buenos deseos.

Al pensar en innovación es muy positivo cuestionarse dónde estamos poniendo el énfasis, principalmente del tiempo al que se destina el talento, a ejecutar o a descubrir. En la práctica es evidente que las personas necesitan tiempo, que necesitan una comunicación más intensa, más si se toma en cuenta que los equipos de las organizaciones están plagados de Millennials y que requieren una gestión diferente, más incluyente. El manejo de la agenda es un tema clave, tiempo disponible para pensar, sino el futuro será muy parecido al presente y comenzaremos el camino de la muerte lenta.

¿Quieres resultados diferentes? Se necesita actuar diferente y aprender a tomar ciertos riesgos, el camino más seguro no siempre es el mejor camino, y es la agenda donde se conoce si el proceso de cambio va en serio o sólo es un discurso.

"Es mejor ponerse metas grandes y quedarse corto, que ponerse metas mediocres y cumplirlas": Carlos Llano

Con esta máxima de Carlos Llano tendremos claro que la labor directiva es decidir, avanzar, tomar ciertos riesgos y aprender del camino, el innovar tiene sus riesgos, pero no hacerlo los tiene mucho más grandes.

Jorge Peralta
@japeraltag

@idearialab

domingo, 18 de marzo de 2018

Necesitas besar varios sapos antes de encontrar un príncipe

El título de este post es una gran frase de Dean Kamen, el creador del Segway, me sorprendí al descubrir que tenía más de 440 patentes a su nombre, con una gran cantidad de fracasos y éxitos. Las personas normales pasamos por ambos procesos más de una vez, porque el éxito y el fracaso son relativos y ninguno de ellos es para siempre.

Siempre pienso en esta idea cuando escucho esas historias de éxito con relativamente poco esfuerzo ya que es usual escuchar las historias de emprendedores exitosos que sin estudios tuvieron una gran idea, la arrancaron en la cochera de su casa, crecieron como la espuma y ahora son inmensamente ricos.

De esas historias de éxito algunos sacan conclusiones muy interesantes:
  • No vale la pena estudiar
  • Lo importante son las buenas nuevas ideas
  • Lo importante es comenzar sin importar como
  • Lo único que necesito es dinero porque tengo grandes ideas

Muchas veces se pierde de vista que estas historias de éxito a la primera son muy pocas, casi se pueden contar con los dedos de una mano. En la mayor parte de los casos los éxitos vienen precedidos de varios fracasos, de sinsabores, de momentos de cansancio, de hartazgo, de estar a punto de tirar la toalla más de una vez.

Esas historias de fracaso previo tienden a generar cansancio, dudas sobre nuestra capacidad, pero en realidad las buenas ideas se van construyendo poco a poco a través de iteraciones y pivoteos, ajustes, comprobación de hipótesis, apoyándonos en las que sí funcionan y ajustando las que no, ensayo y error, en ocasiones esas pruebas y evidencias son las que nos van dejando ver que tenemos posibilidades de lograr grandes proyectos si perseveramos, si no bajamos la guardia y seguimos luchando.

La mayor parte de las veces debemos estar prevenidos contra el cansancio, que se presenta básicamente en dos vertientes: el cansancio físico y el cansancio mental, en algunos casos se dan estos dos de forma simultánea, lo cuál hace la situación más difícil. Recordemos que la persona humana es una unidad de cuerpo y mente, por lo que es común que comencemos con un tipo de cansancio y éste influya en el otro, agudizarlo o provocar espirales dónde mutuamente se potencialicen.

Debemos encontrar actividades que nos descansen, como viajar, el cine, la música, el deporte, irse por unas chelas con los cuates, tocar un instrumento, algo que nos saque de la rutina y nos permita oxigenar las neuronas. Cada uno tiene sus hobbies y actividades que nos ayuden a sacar el estrés y ganar en serenidad.

Lo lógico es que una nueva empresa o un nuevo proyecto requiera mucha dedicación y los resultados no siempre son evidentes en fases tempranas lo que puede añadir el cansancio mental, la desesperación. Es necesario medir las propias fuerzas y conocerse, saber que cosas nos cansan, que nos hace procastinar, incrementando el trabajo o acumulando los pendientes por atender.

Los que tenemos el deber de dirigir equipos debemos aprender también a conocer nuestro equipo, a entender sus límites, a conocer que hay temas que a unos pueden cansar más que a otros y no caer en la tentación de sobrecargar aquellos que tienen más capacidad de cargar porque es fácil abusar y recargar el trabajo en ellos más de lo debido.

Debemos aprender a descansar, encontrar aquellas cosas que nos permitan cambiar a actividades menos intensas, y también que nos lleven a la reflexión de que en ciertos temas debemos pedir ayuda. Necesitamos aprender a detectar a tiempo los signos de cansancio, entender los síntomas y tratar de no llegar a puntos extremos en los que veamos las dificultades más allá de nuestros límites.

La madurez lleva a descubrir, como en el caso de Dean Kamen, que para encontrarte con un príncipe debes haber besado varios sapos. El fracaso deja de serlo cuando se convierte en un peldaño para llegar a donde quieres llegar.

Jorge Peralta
@japeraltag


@idearialab

domingo, 11 de marzo de 2018

¡Ama la incomodidad, no huyas de ella!

Es usual que en tiempos de cambio queramos asegurar lo que en el pasado nos ha funcionado bien, a repetir las mejores prácticas a retomar lo que nos ha dado buenos resultados. Sin embargo, un resultado empresarial tiene muchas variables combinadas, tanto externas como internas.

Por ejemplo, en una época de recesión económica el impulso al consumo se limita, pero ante una crisis de abasto, el consumo crecer artificialmente por temor; ese tipo de ejemplos nada tienen que ver con nuestros procesos internos sino con el entorno y su afectación al comportamiento de los clientes. Lo mismo sucede de forma interna, las personas que atienden clientes pueden tener un día difícil en casa y ser menos amables que de costumbre, o bien nuestro vendedor estrella tiene una incapacidad médica y no podrá realizar su tarea como usualmente lo venía haciendo. Como se puede ver el resultado de la gestión de una organización tiene una gran cantidad de variables que se combinan y no siempre son bien identificadas.

Querer controlar desde un tablero con datos del pasado nos podría dar luces del desempeño de las variables críticas, ¡pero después de que sucedan!  y proponer cambios no suele ser tan ágil, sobre todo cuando se mueven variables que no tenemos contraladas.

Así que junto con los tableros de control se requiere de una mirada más aguda de quien dirige, que le permita observar casi en forma simultánea la ejecución y el descubrimiento. El tablero le sirve a quien dirige para la ejecución, pero requiere un nuevo tablero para el descubrimiento, pero no con datos del pasado sino con indicios de lo que va viendo en el camino, captando señales que los demás no verán con facilidad porque se necesita una "retina" experta para que esas señales serán traducidas a insights.

Sin embargo, esa posición incómoda a muchos directivos les molesta, quisieran tener todo bajo control, no nos sentimos cómodos con la incertidumbre, pero en la realidad ya estamos inmersos en ella, querámoslo o no. Vivimos en una realidad con mercados cambiantes, tan cambiantes que los ciclos de vida de los productos se han acortado, las temporadas tradicionales del consumo se han borrado, nos movemos a una velocidad de vértigo.

Buscar la incomodidad de forma voluntaria te pone mentalmente más preparado para pensar, para descubrir, para leer antes que los demás hacia donde van las tendencias. Cada uno debe estar metido en su negocio y no esperar a que en una reunión del sector nos entreguen un estudio de mercado que cuando lo tengamos impreso en nuestro escritorio ya iremos mucho muy tarde. Necesitamos lo que nos demás no han visto todavía, lo que nuestros clientes todavía no se atreven a descubrir que necesitan y que podemos ir por delante si nos ponemos en sus zapatos.

Necesitamos ser empáticos con nuestros clientes, debemos conocer lo que pasa en otros mercados, debemos conocer quien nos puede sustituir en el gusto de cualquier cliente, o los que nos pueden “robar” a cualquiera de nuestros colaboradores. ¡Debemos estar alertas! ¡incomodos!!! Porque cuando te acomodas y comienzas a pensar en el confort y en cómo trabajar menos las oportunidades pasan de largo y sin avisar.

Así que el mejor “mood” cuando te toda dirigir una organización es permanecer incómodo para estar alerta y dar pasos antes que nadie. Sé muy bien que a muchos Millenialns este post los va a incomodar, porque buscan de forma permanente y con esmero la comodidad, disfrutar el camino; yo les diría disfrútenlo, pero no desde la comodidad sino desde la incomodidad, acostúmbrense a vivir incómodos y encuéntrenle el sabor disfrutando de ella.

Ya lo decía Shakespeare: "Dulces son los frutos de la adversidad", así como genialmente Karla Souza lo cita en una famosa  Charla TED del 2015.

Animate a ponerte metas grandes, la incomodidad es un buen camino.


Jorge Peralta
@japeraltag

@idearialab