El mejor momento para el cambio es cuando los resultados van bien, porque
podemos correr un poco más de riesgos, porque tenemos recursos sobrantes para
intentar cosas nuevas, porque fracasar tendrá menos consecuencias.
Todos quieren innovar, pero siempre y cuando les implique pocos riesgos, y
terminan por centrarse en los proyectos que están operando porque además los
recursos como tiempo y dinero siempre son limitados y preferimos orientarlos a
la ejecución. El descubrimiento no es algo que rinda frutos pronto y se deja
para después; nos gana la inercia.
Los esquemas de bajo riesgo y profundizar en la explotación de lo conocido,
nos llevan a seguir avanzando en la mejora, pero no nos llevan a grandes
avances o a cambios radicales. Si la innovación no va de la mano con margen de
maniobra y tolerancia al error estaremos intentando cosas que se alejen muy
poco de nuestro camino actual.
La innovación consiste en poner el futuro en la agenda presente y dedicarle
tiempo, recursos y talento. Sin esa visión compartida de
los que toman decisiones en una organización, la innovación es una buena
quimera, que servirá para los discursos y para mensajes hacia afuera pero que
en realidad no sucederá.
Ese balance entre los resultados del presente y las apuestas del futuro
esta la clave para poner las prioridades. Es en las prioridades donde se ve la
voluntad para incidir en el futuro y transformar la realidad en la que vivimos,
sino hay tiempo ni recursos para innovar, los discursos sólo contarán buenos
deseos.
Al pensar en innovación es muy positivo cuestionarse dónde estamos poniendo
el énfasis, principalmente del tiempo al que se destina el talento, a ejecutar
o a descubrir. En la práctica es evidente que las personas necesitan tiempo,
que necesitan una comunicación más intensa, más si se toma en cuenta que los
equipos de las organizaciones están plagados de Millennials y que requieren una
gestión diferente, más incluyente. El manejo de la agenda es un tema clave,
tiempo disponible para pensar, sino el futuro será muy parecido al presente y
comenzaremos el camino de la muerte lenta.
¿Quieres resultados diferentes? Se necesita actuar diferente y aprender a
tomar ciertos riesgos, el camino más seguro no siempre es el mejor camino, y es
la agenda donde se conoce si el proceso de cambio va en serio o sólo es un
discurso.
"Es mejor ponerse metas grandes y quedarse corto, que ponerse metas mediocres y cumplirlas": Carlos Llano
Con esta máxima de Carlos Llano tendremos claro que la labor directiva es decidir, avanzar, tomar ciertos riesgos y aprender del camino, el innovar tiene sus riesgos, pero no hacerlo los tiene mucho más grandes.
Jorge
Peralta
@japeraltag
@idearialab