No se trata de violentar el orden de las cosas sólo por el hecho
de hacerlo, pero todos hemos vivido reglas de las que han perdido su razón de
ser y debemos tener el valor de cuestionarlas.
Sin esa “desobediencia útil” la humanidad no avanzaría. Siempre
habrá la posibilidad de cuestionar de forma ética, intelectualmente honrada y
responsable reglas que ya no se adaptan a la realidad y que habrá que
replantearse, que necesitan encontrar cauces adecuados.
Entender que en todos los ámbitos hay temas de esencia y otros
accesorios, entender que mientras no se violenten los límites de la moral y la
honradez se vale cuestionar el status quo, es clave para que una sociedad pueda
evolucionar. Aferrarse a formas es una forma de envejecer al no romper moldes
que no corresponden con la realidad.
Martin Luter King, Copérnico, Gandhi, fueron grandes desobedientes
de su tiempo y también provocaron grandes cambios que permitieron a sus
sociedades dar grandes pasos con el objetivo de un futuro mejor. La ciencia, la
política, el arte, la convivencia social requieren de esos “rompimientos” que
nos permiten avanzar.
No dejarse llevar por el status quo provoca grandes aprendizajes y
permite abrir horizontes en campos que de otra forma no se abrirían. Por esta
razón siempre me ha parecido una frase genial la de Tomas Bulat:
“ Cuando se nace pobre el mayor acto de rebeldía es estudiar”
Todos necesitamos romper esas sutiles cadenas que nos unen al
status quo, porque de otra forma entramos necesariamente a una zona de confort
que nos lleva no solo a perder el impulso por seguir avanzando en ser mejor
persona, tal vez lo peor es que al dejar de luchar también dejamos de pensar en
los demás y meternos en un profundo egoísmo.
Todos tenemos necesidad de estudiar, de buscar alternativas, de
aprender cosas nuevas para ser más útiles para los demás. Rebeldes para buscar
como dar un mejor servicio a esta sociedad nuestra que busca referentes, que no
le gusta lo que hay, pero prefiere la queja estéril a la desobediencia
inteligente.
Hace unos meses participé como mentor en un programa que impulsa
emprendimientos con impacto social, el programa irrazonable, donde se puede
constatar que se puede ser un desobediente útil porque se buscan nuevas formas
de romper barreras que no nos dejan avanzar como sociedad. Emprender con ese
foco también es un acto de rebeldía que busca modelos de negocio que buscan
rentabilidad y al mismo tiempo lograr un impacto en la sociedad, ambas cosas
son posibles.
Tal vez a todos nos convendría analizar si no necesitamos un poco
de rebeldía porque hemos entrado en una zona de confort y existen muchos temas
que hoy la reclaman. Esa rebeldía saldrá solo de aquellas personas con
capacidad de pensar más allá y vencerse a si mismos para intentar una y otra
vez hasta lograrlo.
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab