En los últimos años se han vuelto de uso común términos como
startup, empresas de base tecnológica, emprendimiento de alto impacto,
emprendimiento dinámico y otros bichos de la misma naturaleza, todos ellos para
denominar un tipo de emprendimiento que se diferencia del emprendimiento que
nace de la necesidad y busca el autoempleo. Muchas veces no existe claridad en
los límites de cada termino y se usan de forma indistinta.
La innovación y la creación de nuevas empresas son factores
determinantes para sostener el crecimiento económico en el mediano y largo
plazo. La mayor parte de los países y México no es la excepción, esta buscando
por diversos medios el impulsar la actividad emprendedora. Los gobiernos, las
universidades, los medios de comunicación le dan cada vez más importancia al
tema. No obstante ese impulso, existen barreras que impiden tanto su creación,
como su expansión.
Uno de los puntos en los que se ha puesto énfasis en la
introducción de nuevos instrumentos de apoyo y nuevas formas de financiamiento.
Seguramente, este tipo de herramientas contribuirán de alguna manera para dar
un impulso a la actividad emprendedora, sin embargo, al menos en lo que
respecta a México, se requiere una gran cantidad de tramitologías que muchas
veces no resulta práctico para un emprendedor acceder a ellos, la disyuntiva
entre meterse a desarrollar el negocio y meterse a la tramitología siempre esta
presente.
Este énfasis en el financiamiento ha perdido de vista, el
desarrollo de modelos de negocio innovadores en los que se propongan nuevas
soluciones a problemas ya existentes con ventajas competitivas diferenciadoras
incorporando elementos de ciencia, tecnología e innovación. Otras alternativas
podrían ser comercializar productos de investigación, desarrollar nuevos
procesos, empaques, etc. También podrían ser innovaciones en el servicio, la
experiencia del cliente o en la organización, como elementos calves de
diferenciación.
Construir propuestas de valor diferenciadoras implica del talento
del emprendedor por encontrar oportunidades donde los demás no las ven, pero
también diseñar productos o servicios que se fundamenten en ventajas
competitivas que sean difíciles de copiar y para ello es indispensable que los
emprendedores cuenten con mentores que sean capaces de exigirles y guiarlos de
forma tal que los impulse a desplegar todo su talento.
Hoy es común encontrar tanto en universidades públicas como
privadas muchos jóvenes con deseos de emprender pero desafortunadamente con
proyectos de estilo de vida que no se plantean grandes retos y que no buscan
impactar al mundo sino más bien motivados por que es “cool” ser emprendedor, no
tener jefe, no tener horario y vestir informalmente.
Si el emprendedor no se plantea cambiar el mundo, no es por un
problema de capacidades, sino más bien por un problema de visión, que las
políticas institucionales de las universidades y el perfil de muchos de sus
profesores y directivos no logan impactar; existe el talento, pero el talento
no lo es todo, requiere una guía y requiere retarlo constantemente para llegue
lo más lejos posible.
Emprender tiene esas ventajas como no tener jefe, no tener un
horario, vestir como te da la gana; pero también tienen sus inconvenientes,
como no tener un horario ni un ingreso fijo con la incertidumbre que esto trae
consigo. ¡No sigan promoviendo la imagen de un emprendimiento sin esfuerzo! que
por más LEAN que sea, no es muy probable concretarlo con muchas ganas en un fin
de semana.
Las startups, los emprendimientos de alto impacto, las empresas de
base tecnológica en fase temprana, los emprendimientos dinámicos, son conceptos
que surgen de la necesidad de provocar un impacto en el desarrollo, de generar
emprendimientos que terminen por detonar el crecimiento económico, la
generación de empleo y la movilidad social. En todos los casos se requiere de
un plan que permita llevar una idea por un proceso de validación que la lleve a
descubrir si realmente logrará la aceptación de sus posibles competidores. Se
trata de modelos de negocio que están validando si las hipótesis sobre las que
fueron planteados son verdaderas o no lo son.
Cuando las hipótesis se validan, es necesario definir si aquel
proyecto tiene el potencial de mercado y las características necesarias como
para que pueda crecer de una forma relevante y que este apoyado en un esquema
en el que haga posible su escalamiento, tanto por características
técnico-funcionales como aquellas que están relacionadas con el acceso a los
clientes y financiamiento.
Tenemos una gran oportunidad para que este impulso a la actividad
emprendedora que hay en México, se canalice para desarrollar proyectos que
verdaderamente tengan impacto en nuestra sociedad. Es el mismo esfuerzo para
montar un changarro que para montar un startup, la diferencia no sólo esta en
el talento, porque ambos lo requieren sino que el emprendedor tenga una guía
que lo lleve a donde su talento lo permita; ahí los mentores, profesores e
instituciones tienen una gran responsabilidad.
¿Changarro o startup? ¿qué prefieres?. ¿Tú que opinas?
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup