domingo, 26 de febrero de 2017

Fuera de la caja


Suele comentarse que es necesario “salirse de la caja” para que surjan nuevas ideas, nuevas propuestas que cambien la lógica de lo común, de lo ordinario y eso logre renovar una propuesta. Esa necesidad de renovarse, esta planteada por un ambiente que reclama cambios constantes y que en su vértigo de cambio pierde de vista que no es el cambio por el mero gusto de cambiar, sino por la necesidad de resolver tantos temas que se encuentran inacabados o bien por encontrar posibilidades de desarrollo de tantas personas que aspiran a algo más.

Fuera de la perfección de la creación, lo humano siempre es perfectible, siempre se mejora con el tiempo por que los hombres somos limitados por naturaleza. Formamos parte de un tiempo, de un lugar, a un pueblo, a un grupo social, a una comunidad, a una familia y eso nos pone, hasta cierto punto y respetando la libertad personal, contexto a nuestro actuar, somos nosotros más nuestras circunstancias.

Ese “salirse de la caja” que se nos reclama con más frecuencia, no es un proceso sencillo porque todos estamos instalados en nuestra propia “caja” y eso nos lleva a desarrollar una interpretación propia de la realidad. Ahí en esa caja nos hemos hecho quienes somos. Nos vamos formando por lo que recibimos: desde pequeños nos vamos formando en la familia que nacimos; somos lo que comemos, en el sentido material y también en el sentido espiritual o intelectual. Somos resultado de lo que escuchamos, de lo que leemos, de lo que estudiamos, de las influencias que tenemos,  de las relaciones que formamos.

Sin embargo, aún dentro de esa caja, tenemos ventanas al mundo que nos permiten crecer, respirar otros aires, escuchar otras voces, mirar otros paisajes, probar otros sabores y eso abre nuestra mente a nuevas experiencias que recrean lo que somos, nos amplían los horizontes, nos permiten mirar más allá. Cuidando de no deslumbrarnos por lo nuevo, debemos crecer con esas experiencias, no sustituyendo sino incorporando aquellas cosas que nos enriquecen que nos llevan a dar un paso más allá.

Esa justamente es la labor del innovador, de mirar fuera de su órbita para repensar las cosas, para replantearse temas, para cuestionar, para retar la realidad, para perseguir cambiar al mundo. Esa labor que es tan apreciada por muchos pero también repudiada por otros, forma parte de un ADN de personas que no se conforman con lo que tienen, que poseen esa inquietud de mirar, de transformar, de comunicar, de ser ellos mismos.

Para el innovador, ser el mismo resulta un poco peligroso porque necesariamente será una persona extraña, como dice el buen Nestor Guerra: “somos raros, no somos normales”, ni mejores ni peores, solo raros, porque esa necesidad de salirse periódicamente de la caja es irrenunciable.

Esta presión de cambio que la sociedad pone en las organizaciones y en sus instituciones requiere de esos tipos que periódicamente se salen de la caja para recoger impresiones, para mirar con ojos limpios esa realidad que va cambiando y a la que se busca anticiparse un poco, para entender hacia donde va el pensamiento y tratar de llegar antes, incluso para dirigir esos nuevos rumbos influyendo en la configuración de la realidad porque la mejor forma de predecir el futuro es inventándolo.

Salirse de caja es un rol necesario, pero estar dentro de esa caja para atender, concretar y ejecutar esas nuevas propuestas son igual de importantes. Para los únicos que no hay lugar en esta nueva realidad es la de aquellos que no solo no quieren el cambio sino que están dispuestos a impedirlo buscando que todo sigua igual aunque falte mucho por hacer.

Viajar es maravilloso pero la tecnología nos permite hoy viajar de otras formas, aprender de otros, conocer más allá de nuestra realidad y ampliar nuestras experiencias para enriquecer el pensamiento. Abrir los ojos del cuerpo y del alma para genuinamente estar abiertos a lo nuevo, en un estado beta permanente que nos permite crecer sin límites hasta donde nuestra capacidad y deseos lo permitan. Viajar en sus múltiples formas, esta al alcance de todos.

Los innovadores tienen el rol maravilloso de poner los pies en el presente y la mente en el futuro para construir puentes que nos permitan llegar a todos a un futuro mejor, pero necesitan socios que se aprovechen de esos puentes para construir la realidad. Ese binomio pensamiento-realidad que es indispensable para que las organizaciones y la sociedad avance.

¿Tú de cuáles quieres ser? ¿De los que miran fuera de la caja, de los que construyen el cambio dentro de la caja o de los que quieren mantener el estatus quo en la caja para que todo sigua igual?

Jorge Peralta
@japeraltag


@idearialab

domingo, 19 de febrero de 2017

Los 7 ingredientes de la organización innovadora

Durante los últimos meses, en mis actividades en varios países de Latinoamérica me he encontrado con un gran interés para innovar, sin embargo, cuando se dan cuenta de lo que implica, del precio que hay que pagar, de los cambios que requiere la organización para lograrlo, ese interés disminuye; se ve más caro el remedio que la enfermedad.

Para comenzar con este camino se requiere o de una pasión muy grande por poner a la organización en el liderazgo de una actividad o bien porque se mira la rentabilidad y no se percibe un futuro prometedor.

Cuando se acercan los empresarios a preguntar como pueden comenzar un proceso de innovación les comento que se requieren ciertos requisitos mínimos para avanzar por este camino:

  1. Un propósito que nos mueva
  2. Personas con un ADN innovador
  3. Un método
  4. Un ambiente adecuado en la organización
  5. Foco y comprensión que el no se debe mezclar la innovación con la operación
  6. Tiempo
  7. Incentivos
Propósito. Sin un propósito grande que ilusione a los integrantes de la organización o al menos a los tomadores de decisión, es difícil perseverar a las primeras dificultades que necesariamente se presentarán. Solo con un propósito verdaderamente atractivo se logran superar las complicaciones, las dificultades, el esfuerzo que implica un proceso de cambio.

Personas. Innovar requiere de ciertas competencias que facilitan el proceso de innovación. En nuestra experiencia de algunos años en la gestión de estos procesos hemos descubierto algunas que son indispensables en algunos miembros del equipo que permitan su puesta en marcha: Liderazgo, Trabajo en equipo, Comunicación asertiva, Tolerancia a la frustración y pensamiento lateral.

Método. La innovación sin método se puede lograr, pero cuesta más trabajo en tiempo, diseño y su efectividad puede estar comprometida. Un método permite llevar un proceso sistemático que facilita la gestión de los proyectos e incrementa sus posibilidades de éxito, además de que va formando competencias en el equipo de trabajo.

Ambiente. El ambiente es clave para que las personas puedan correr los riesgos que implica la innovación, sólo en un ambiente de respeto, diversidad y tolerancia se puede lograr una colaboración eficaz. Las organizaciones barrocas en las que la forma es más importante que el fondo, donde la apariencia es más relevante que la sustancia, donde lo mejor es no moverse para no violentar el estatus quo, donde no se distingue del error negligente del error que surge de intentar nuevas alternativas; aquella organización donde las historias y el apellido pesa más que el mérito. Ese ambiente cerrado y mirando al pasado es "kriptonita" para la innovación.

Foco. Innovar requiere un foco distinto de la operación ordinaria de una organización. Los procesos normales del día a día están diseñados en función de la eficiencia y cuando se requiere innovar, la creatividad y el sentido de abundancia rinde mejores frutos. Difícilmente una persona puede cambiar de “mood” sin una intencionalidad precisa y espacios adecuados para lograr ese cambio de foco, así que convendrá que una parte del equipo se enfoque en la operación y otros en el proceso de cambio.

Tiempo. Sin tiempo para enfocarse en la innovación con serenidad, el día a día ocupará todo el espacio disponible y difícilmente se destinará tiempo para pensar en el futuro. Si no se destina un tiempo específico para desarrollar los nuevos proyectos se corre el riesgo de no destinar ningún espacio para hacerlo y quedarse en una buena intención. La operación absorbe por su inmediatez.

Incentivos. La inspiración que se logra con un gran propósito suele ser eficaz en los altos niveles de la organización sin embargo, cuando no existe un incentivo preciso para toda la organización, los colaboradores se centran en donde tienen puestas sus metas y dejan los temas de innovación para un mejor momento.

Ya lo decía Chesbrough: “innovar tiene sus riesgos, pero no hacerlo es letal”

Más letal aún es estar convencido de que la innovación es el mejor camino para establecer ventajas competitivas diferenciadoras y no poner los medios para lograrlo, la innovación no se dará de forma circunstancial sino solo cuando exista un convencimiento de los tomadores de decisiones y se den los pasos adecuados para lograrla. 

Es verdad que la innovación tiene sus riesgos pero el fracaso más grande es no intentarlo.

Jorge Peralta
@japeraltag


@idearialab

domingo, 12 de febrero de 2017

5o aniversario: "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"

El título de este post ha sido uno de mis aprendizajes más importantes en estos meses y redondea lo que este blog ha querido lograr en sus lectores durante estos últimos 5 años.

Este es el post #261, hemos pasado juntos los últimos 5 años contigo a través de este diálogo. No ha sido fácil escribir cada semana, en algunas ocasiones la dificultad ha sido elegir el tema, en otras el tiempo para escribirlas, pero no ha faltado la inspiración de tantas personas valiosas con las que interactúo todos los días y los minutos perdidos en los aeropuertos o en los traslados dentro de la ciudad han sido oro molido. Ya estamos preparando algo especial para los lectores con motivo del aniversario que en breve te haremos saber. 

Una de mis pasiones es transmitir el conocimiento y el blog ha sido pieza fundamental; por aquí te hemos enviado herramientas, aprendizajes, experiencias e incluso frustraciones tanto las que se generan con el propio andar como las que se generan de la frustración de querer hacer más, de lograr más impacto sin lograrlo.

Por un tema metodológico, se ha incrementado mi visión de diagnóstico, para entender lo que sucede a mi alrededor con unos ojos que buscan entender con mayor profundidad lo que miran. Observar, entender, clarificar, explicar el comportamiento de los demás y más aún, intuir sus motivaciones es una disciplina que conviene ejercitar para profundizar adecuadamente.

Esa visión profunda logra entender los problemas que se plantean las personas de forma particular y eso les da un perfil más preciso, más a la medida de la persona, ya no hablamos de cualquier problema, hablamos de un reto particular de esa persona y es ahí donde es posible hacer desarrollar innovación.

Plantear el reto significa haber clarificado previamente dos hipótesis como punto de partida: ¿Quien es el cliente? y ¿Cuál es su reto particular? Si la respuesta a estas dos preguntas esta clara, se podrá avanzar.

Querer solucionar un problema sin haber clarificado la persona y “la parte” del problema en el que nos queremos enfocar es como comenzar un camino sin tener claro a dónde queremos ir.

Transformar un problema a reto requiere de usar el lenguaje de tal forma que le “ordene” al cerebro a pensar con una intencionalidad precisa, para que pueda provocar en la mente un llamado a la acción. Por ejemplo usar la siguiente frase:

“Como podría lograr que los niños que piden limosna en la calle tuvieran la posibilidad de tomar un buen desayuno”

En esta frase esta clara la persona particular y el reto que queremos resolver; no busca resolver la pobreza, comienza por darles un alimento; ya que se termine con este reto se planteará el segundo y así sucesivamente se podrá ir transformando la realidad.

Cuando estamos en un proceso de innovación, en algunas ocasiones buscamos crear algo que no existe, algo que ni siquiera sabemos que es y por lo tanto no lo podemos nombrar todavía, en ese momento se trata de un “algo” al que lo más rápido posible debemos darle un nombre. Los nombres son los que hacen posible que nuestra mente se active a pensar en algo concreto, sin nombres se dificulta la imaginación y por lo tanto el proceso creativo.

Que importante es el uso correcto del lenguaje para provocar en la mente la tarea adecuada con el foco que se requiere en ese momento. No es tarea fácil usar correctamente del lenguaje y más aún tener el lenguaje adecuado; sin él que difícil es pensar.

“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein

Uno de los objetivos de este blog es tu reflexión en los temas de innovación, emprendimiento, cultura, desarrollo. Usar el lenguaje lo más correctamente posible para provocar un reto intelectual que mejore el diálogo entre las personas nuestra más grande aspiración. Te agradezco de corazón que podamos entre tu y yo, ampliar mutuamente nuestro lenguaje y así ampliar nuestra visión del mundo, buscando colaborar y construir juntos un mundo mejor.

¡Muchas gracias!

Jorge Peralta
@japeraltag


@idearialab

domingo, 5 de febrero de 2017

Fábula de la mediana empresa que no lograba crecer

Había un vez una mediana empresa que tuvo todo para crecer y convertirse en una potencia pero por falta de compromiso de sus líderes y de sus integrantes no lograban avanzar con todo su potencial.

Su ventaja competitiva más importante era tener a su cliente más importante de vecino, una gran empresa, la más grande del mundo. Durante muchos años la pequeña empresa vivió a la sombra de lo que su principal cliente le compraba, el 75% de sus ventas se destinaban a su vecino y aún cuando construyeron buenas relaciones con otros clientes la principal ilusión de muchos era venderle más al vecino, entre más mejor.

La cercanía con el vecino fue permeando también en la cultura, para muchos, salir de la mediana empresa para incorporarse a las filas de la empresa vecina se veía como un triunfo, como el más grande logro. Así como el vecino compraba el 75% de la producción de todo lo que la pequeña empresa vendía, sus empleados consumían también muchos productos que fabricaba el vecino, incluso era común pensar que lo que se hacía en la empresa del vecino siempre tenía mayor calidad que lo que se producía en la empresa mediana.

Esa buena vecindad se tradujo en acuerdos para que la integración tuviera más frutos para ambos, las actividades de mucho valor agregado se hacían en el gran vecino y las actividades de menos valor se hacían con el vecino pequeño, al final sus costos permitían que todos ganaran algo más; el gran vecino conservando su competitividad y el vecino pequeño tenía trabajo para sus empleados.

Los líderes de la empresa mediana comenzaron a ver al gran vecino como el ideal a seguir, se buscaba ir a tomar ciertos curso de capacitación en su territorio y esa admiración que se tenía por el vecino fue cambiando la forma de pensar de muchos. Los que por familia pertenecían a la mediana empresa preferían hablar y vivir como lo hacían los vecinos, usaban palabras, modos vestir y demás costumbres propias de los vecinos. El resultado poco a poco se fue perdiendo la identidad y los hijos de esos líderes habían perdido la emoción por sus colores.

Los empleados de la pequeña empresa se han dividido, su base común se ha perdido y con el tiempo una parte ha crecido a imagen y semejanza del gran vecino y otra parte se ha perdido en la indiferencia, en la ignorancia. Sus líderes en vez de fomentar la unidad han provocado más división poniendo sus intereses alineados con los de algunos de los grupos privilegiados que se han desarrollado a la luz del vecino. El resultado ha sido una empresa dividida sin visión común, sin un liderazgo claro y con otros líderes adormecidos sin visión para cambiar.

Un día el gran vecino cambio de líder y la relación de amistad se enfrió, el líder de la gran empresa comenzó a presionar de tal forma que incomodó a sus pequeños vecinos, les echó en cara su grandeza y les comenzó a reclamar su dependencia. El reclamo llegó más allá, se convirtió en amenazas e insultos que estropearon el ambiente de cordialidad por un ambiente tenso.

La mediana empresa esta en un momento crucial, algunos de sus empleados no salen del asombro y están temerosos de que cambie su condición, de que el gran vecino deje de comprar y se ponga en peligro los privilegios que han construido. Muchos se han llenado de miedo al ver peligrar el status quo, entienden que es un momento crucial pero el  miedo los paraliza.

Otros se han cuestionado seriamente el modelo y ven esta coyuntura como una gran oportunidad de comenzar a retomar el rumbo de ganar nuevamente en independencia, de aprovechar la vecindad para venderles lo más que se pueda pero sin depender de ellos. Un grupo esta buscan nuevas oportunidades en otros territorios y están encabezando un gran movimiento de transformación.

Los líderes no salen del asombro y están aprovechando este movimiento para hacerlo suyo pero siguen siendo erráticos con movimientos torpes que no hacen más que aplazar temporalmente la crisis.  Algunos líderes con la convicción de que tienen una gran oportunidad para cambiar el rumbo de la historia están manteniendo la esperanza de que esta situación es para bien. Algunos otros siguen teniendo miedo y aprovechan ese miedo en muchos para evitar cambios fuertes y mantener la dependencia del gran cliente.

¿Qué les dirías para que se decidan a promover un cambio que los lleve a sacarle el máximo potencial a la vecindad sin perder su identidad? ¿Qué deben hacer para corregir esa división que se ha sembrado en sus filas? ¿Cómo tendrían que comportarse los líderes de las distintas facciones para promover un cambio real? ¿Será que la organización todavía tiene esperanza o estará obligada a un destino fatal y fallido?

Parece que los lastres son más mentales que de potencial y recursos. Si no se apuran, tal vez sea demasiado tarde….

Jorge Peralta
@japeraltag

@idearialab