Tal vez una de las capacidades que las nuevas generaciones han
desarrollado más que en otro tiempo, es la de trabajar en red. Trabajar junto
con otras personas de diferente forma de pensar, de diferente origen y perfil, le da riqueza al conocimiento y
ha provocado que la colaboración y el trabajo en equipo se haya convertido en
una competencia indispensable de nuestro tiempo. Si bien no es algo nuevo,
siempre se ha dado y siempre se dará, el estilo de vida y la globalización han
facilitado que el “compartir” este metido en el ADN de las nueva generaciones.
De la misma forma los avances en todas las áreas del conocimiento
han llevado a una especialización cada vez más específica de la preparación de
las personas. En los últimos 25 años, las carreras universitarias existentes se
han multiplicado varias veces. Todo ello hace que cada vez más las personas
“generalistas” se vuelvan la excepción porque requiere saber lo suficiente de
varias disciplinas por separado además de un conocimiento sistémico, es decir
como se entrelazan entre ellas. Mi buen amigo Jorge Zavala, dice en broma y un poco en serio, que los Phd´s personas que saben tanto de tan poco que acaban conociendo casi todo de casi nada.
Estas dos competencias, la colaboración y la especialización, si
bien son fruto del momento histórico en el que vivimos, también requieren de la
intencionalidad de las personas, de un propósito de trabajo en equipo, de una
intención de compartir y eso requiere de otras cualidades. La colaboración
exige primero del reconocimiento de las capacidades del otro, de la conciencia
de que otras personas tienen más capacidades para ciertas cosas y que juntos
trabajamos mejor que en soledad. Al mismo tiempo exige desprenderse de
protagonismos que también requieren madurez y autoestima, para estar consciente
del valor de las aportaciones propias y de los demás.
Trabajar en red además requiere tener objetivos comunes,
propuestas en las que existe la decisión de aportar lo que corresponda a cada
uno para obtener un resultado que es mayor que la suma de sus partes y no sólo
de forma objetiva por el trabajo realizado, sino también en el crecimiento
personal que tienen los participantes del equipo. Existen aprendizajes que van
moldeando y creciendo la capacidad de aprender, como todo en la vida el ejercicio de las acciones va generando mayores y mejores capacidades.
Aprender se convierte entonces en una necesidad para aquellas
personas inquietas que se van poniendo retos constantemente, pero que ya no es
sólo el aprendizaje que cada uno puede lograr con su esfuerzo individual; se
trata de un aprendizaje en el que aprendo de lo que hace el otro porque además
ese otro es capaz de compartir lo que sabe para que los demás podamos construir
con su conocimiento, ganado por tiempo, profundidad amplitud.
Cuando el talento se une al pensar en grande, saber compartir y
trabajar en equipo multiplica las posibilidades porque el talento siempre atrae
talento lo que te hace crecer de forma constante aprovechando muchas
oportunidades que por ti mismo sería imposible alcanzar. Si esto se prendiera a
temprana edad y lograr permear en nuestra cultura individualista el éxito
llegaría mucho antes. Si los ambientes de trabajo pusieran el ambiente para generar conocimiento y colaborar, este sería una parte importante de la retribución, tal vez igual de importante que lo económico, porque sería una fuente para multiplicar los ingresos. El talento atrae talento y la mediocridad sólo atrae mediocridad.
Siempre es un buen momento para reflexionar si me voy rodeando de gente buena con la que pueda compartir y de las cuales pueda recibir lo que su talento y generosidad nos permitan aprender. ¡Nadie llegará a meta sólo! llegaremos antes, más y mejor si lo hacemos de la mano con otros. La única forma sostenible de sumar es si antes se divide; ¿Cuántos proyectos podrían lograr un mejor resultado si lo compartimos con otros?, aún cuando también el ingreso se divida siempre será positivo trabajar en equipo, más aún en aquellos proyectos que su audacia y su trascendencia nos superan.
Ya decía mi querido Profesor Carlos Llano:
"Es mejor proponerse una meta grande y no lograrla que proponerse una meta mediocre y conseguirla"
En particular debo agradecer el talento de personas que me retan
intelectualmente de forma constante y que siempre tienen la apertura y
generosidad para compartir lo que van construyendo dentro de sus propios
proyectos. También en tantos proyectos en los que independientemente de quien los lleve a la mesa, los saben compartir reconociendo de esta forma el talento de los demás. Ellos son la red que he venido formando desde hace tiempo junto con muchas otras personas valiosas, y se ha convertido una fuente inagotable de reto y de aprendizaje. Gracias Jorge Zavala, Víctor
Reyes, Guillermo Aguirre, Ignacio García y tantos otros que nos permiten hacer
lo que hacemos, aprender cada día, y disfrutar el trabajo como pocos, tanto así que pienso que no, que no le debo decir trabajo, porque ni trabajo me cuesta. ¿Tú que opinas?
Jorge Peralta
@japeraltag
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@innovadisrup