sábado, 14 de junio de 2014

El emprendedor y su inteligencia emocional

¿Cuántas veces las emociones se salen de nuestro control y nos llevan a tomar decisiones que nos dañan?; decisiones que en el sentido estricto parecen las correctas pero que nos dejan con un mal sabor de boca porque no fueron “oportunas” y no nos dejaron satisfechos. Aquellas ocasiones en las que nos volvemos esclavos de la pasión y que terminan siendo dañinas para los demás y para nosotros mismos.

¿Eres capaz de perseverar ante tus debilidades? ¿Sabes superar tu miedo al fracaso, al aburrimiento, a la frustración? ¿Sabes dominar tus impulsos cuando las cosas no son como las esperabas? Si a todas estas preguntas respondes con un “a veces si, a veces no”, es probable que no estés resolviendo este tipo de situaciones de la mejor forma y tomes conciencia de ello ya que pasaron las cosas y termines convencido de que no lo supiste controlar.

No se trata de responder a todo evento que supera nuestro control con un típico “yo así soy” porque el temperamento se puede reeducar, somos fruto de nuestras decisiones, a nadie se le aplican destinos fatales y somos capaces siempre de crecer, de aprender, de ser lo que queremos ser, con las limitaciones propias de nuestra naturaleza pero al mismo tiempo capaces de superarlas y llegar más lejos de lo que en apariencia podemos en primera instancia.

Dicen los que saben del tema (Daniel Goleman), que el coeficiente intelectual contribuye con un 20% al éxito en nuestra vida, que el otro 80% restante es el resultado de nuestra inteligencia emocional. Si es el 80 o el 70 o sólo el 60 es lo de menos, lo importante es darnos cuenta que la inteligencia emocional contribuye con una parte importante de nuestra felicidad que a final de cuentas esta detrás de toda vida lograda.

Comenzar una empresa requiere de una inteligencia emocional indispensable que permita dejar de quejarse por aquellas cosas que no funcionan bien, y poner manos a la obra para cambiarlas. Se trata de capacidades que, en algunos casos ya vienen en el ADN de las personas, pero que en  muchos otros casos se pueden potencializar a través de la educación.

Emprender tiene un riesgo mayor que otro tipo de vocaciones profesionales lo que implica un dominio mayor de las emociones, ya sea para resistir el fracaso y salir rápido de él, o bien para saber “resistir” el éxito, que si no se sabe manejar bien puede ser más perjudicial que el fracaso. Usar de forma adecuada las emociones permitirá ponerse por encima de ellas y no ser prisionero de ellas.

La inteligencia emocional permitirá conocernos mejor, entender nuestras áreas de mejora, nuestras capacidades y limitaciones. De la misma forma permitirá ser más empáticos con los demás, trabajar en equipo para complementar nuestros talentos, generando una mejor convivencia con las personas con las que nos relacionamos. Un manejo correcto de nuestra inteligencia emocional nos abre la puerta para ser personas maduras y felices.

Te propongo una lista de temas que considero básicos para desarrollar la inteligencia emocional de personas jóvenes que puedan convertirse en emprendedores de alto impacto:
  • Impulsarlos a proponerse metas grandes y estar dispuestos a esforzarse para construir sus sueños y desafiar frecuentemente sus capacidades.
  • No evitarles los problemas, ser una guía para que ellos mismos experimenten las consecuencias de sus acciones y encuentren sus propias respuestas.
  • Ayudarles a que sepan manejar el fracaso para que tomen sus propios riesgos, aprendan de sus errores y sigan adelante.
  • Utilizar herramientas creativas para resolver problemas, existen un sin fin de soluciones si se piensa sin prejuicios y condicionamientos.
  • Enseñarlos a trabajar en equipo para que aprendan que las diferencias enriquecen las opiniones propias.
  • Ser críticos y propositivos, cuestionar de manera sistemática si se puede mejorar la forma de hacer las cosas.
  • Enseñar con el ejemplo no sólo con palabras, el testimonio siempre arrastra.

Nunca es tarde para cambiar, los adultos también tenemos posibilidad de cambiar, somos perfectibles y podemos cambiar hasta el último día de nuestra vida, ese es un secreto para mantenernos jóvenes, aún cuando ya peinemos canas.

Jorge Peralta

@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup

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