sábado, 29 de junio de 2013

La Universidad como eje del Ecosistema Emprendedor


Cuando hablamos de un ecosistema emprendedor hablamos de una red de confianza en la que al mismo tiempo se logra colaborar y competir, con el objetivo de favorecer la actividad emprendedora.

Esa red de confianza requiere, que el interés común de favorecer la actividad emprendedora tenga dos resultados concretos: Buscar el desarrollo de una región que al mismo tiempo impulsar incrementar la demanda para las respectivas propuestas de valor de cada uno de los participantes, una especie de “ganamos todos para que también gane yo”.

Esta red busca desterrar las desconfianzas mutuas que se dan entre organizaciones orientadas al lucro y aquellas que tienen sus objetivos organizacionales en una función social principalmente. Esa desconfianzas mutuas son lo más natural cuando el proceso de diálogo entre ellas se fundamenta en los temas que cada una de ellas quiere obtener del otro y no en aquellos aspectos de su oferta que son relevantes y beneficios para el otro. En otras palabras, si se piensa primero en recibir que en dar, el resultado tendrá menos posibilidades de éxito.

Las instituciones de gobierno buscan desarrollo sin reparar en que éste será posible lograrlo cuando las demás organizaciones de un ecosistema vean cumplidos sus objetivos particulares: Las empresas buscan ganar su rendimiento esperado por encima de cualquier consideración social; las ONG´s buscan quien los ayude a buscar sus fines sociales sin importarles muchas veces la rentabilidad o el beneficio económico. Ambos son objetivos que no siempre resulta fácil obtenerlos de forma simultánea y sinérgica.

Tal vez exista una institución que puede servir de eje para construir con éxito las bases de un ecosistema emprendedor, y esta es la universidad. La universidad puede ser el lugar de encuentro de mundos tan dispares como puede ser, por una parte, la generación de conocimiento, la rentabilidad y el beneficio social; tal vez puede ser el mejor “traductor” para moverse con soltura con los diferentes idiomas que hablan acores tan diversos y tan incomprendidos entre si.

La universidad es por excelencia, el lugar donde se genera nuevo conocimiento, pero también puede ser, una gran plataforma de emprendedores, potenciando emprendedores de alto impacto entre sus recién egresados, emprendedores mayores que busquen nuevas alternativas para innovar en sus modelos de negocios fundamentados en nuevos inventos y adelantos tecnológicos que se puedan gestar en sus laboratorios. También pueden generar dinámicas de “intrapreneurship” en empresas consolidadas que requieran de herramientas de emprendimiento corporativo.

La universidad es el lugar clave en el que todos los actores confían porque todos han sido alguna vez parte de ella, ya sea con los estudios, ya sea con la contratación de nuevo talento o aprovechando de una u otra forma el conocimiento que ahí se genera.

La relación universidad – empresa descansará cada vez sobre la innovación que sobre el I+D+i clásicos, sin embargo es necesario que los académicos acepten que la fuente del conocimiento no siempre es la investigación pura sino que se requiere, en muchos casos de sistematizar experiencias. Estas experiencias son, por tanto, lugares vivos de creación y productores de saberes que pueden ser inéditos pero al mismo tiempo fugaces si no se logra un ejercicio crítico de construcción de conocimiento.

La práctica cotidiana y el trabajo en el campo profesional logran convertirse en fuente de conocimiento, pero esto no se logra sin una sistematización de esas experiencias exitosas. Se requiere superar la distancia que hay entre los académicos por explorar nuevas fuentes de conocimiento en la praxis profesional cuando en ocasiones esta se ve con cierto desprecio y al mismo tiempo los “practicioners” reconocer la importancia y valor del mundo académico al participar en la generación de conocimiento real aprovechable para ellos y para muchas otras organizaciones.

Estamos ante una gran oportunidad que no podemos desaprovechar si la universidad se hace consciente de su rol de aglutinador de esfuerzos de organizaciones de la más diversa naturaleza. Los países latinoamericanos ganarían mucho si sus universidades aceptaran el reto de este nuevo rol.

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

domingo, 23 de junio de 2013

Trabajar muchas horas no te hace más productivo

Siempre he pensado que emprender significa controlar tu vida, significa ser tu propio jefe y organizar tu agenda según tus prioridades, darle importancia a las cosas que tú quieres, seguir tu intuición, construir tu sueño, etc.….

Sin embargo la pasión que se requiere al emprender demanda un esfuerzo muy importante, en ocasiones son jornadas de trabajo muy largas, igual de largas que cualquier trabajo directivo de responsabilidad en cualquier empresa importante, sólo que con una incertidumbre mayor sobre el futuro inmediato. Yo mismo suelo decir que un emprendedor trabaja “medio día” por lo menos doce horas diarias, la mitad de las 24 horas que tiene un día por eso decir: “medio día”.

Ese esfuerzo prolongado durante varios meses junto con la incertidumbre que genera emprender y las frecuentes dificultades para salir adelante económicamente hablando, van generando un cansancio físico, que si no se atiende de forma adecuada va generando también un cansancio mental y falta de rendimiento. Cuando tu familia se da cuenta de tu trajín y te recomienda tomar una “aspirina protect” es señal de que debes parar.

Lo importante no es trabajar muchas horas, sino trabajar bien, con foco con intensidad, y dedicarlo a lo que lo debes dedicar, porque suele suceder que vamos postergando aquellas cosas que nos generan menos gusto, menos placer. Dejarse llevar por largas temporadas con un cansancio constante tiene impactos importantes en la persona y en la empresa. Se te necesita fresco, creativo, con buen humor, de otra forma difícilmente saldrán adelante tantas iniciativas que sólo tú puedes encabezar en la organización.

Siempre será importante planear un adecuado descanso, tomarse unas horas para un hobbie, para hacer deporte, para convivir con la naturaleza, dedicarle un rato a temas domésticos, que además te sensibilizan de los temas ordinarios como ir de compras con tu familia, al cine a comer fuera el fin de semana. Recuerda que descansar no significa tirarse en la cama y no hacer nada, sino cambiar de actividad; dejar unas horas tu intensa actividad profesional por aquellas cosas que generan un menor esfuerzo.

Una de las ventajas más grandes de emprender es que tú pones tu propia agenda, pero llevar tu agenda no significa dejarse llevar por el desorden, significa encontrar el mejor lugar para cada cosa, para las profesionales y para las personales. El problema es cuando nos metemos por caminos de desorden y acabamos resolviendo los problemas de forma urgente, de esa urgencia generada por el descuido de no hacer el deber a tiempo.

Decía un gran santo, San Josemaría Escrivá de Balaguer, que por cierto se celebra su fiesta el próximo miércoles 26, en uno de sus escritos: “Esta en lo que haces y haz lo que debes”. Sencillo pero complejo, sólo las personas que le ponen un objetivo grande a su vida y se esfuerzan por lograrlo son las que, al menos, intentan llevarlo a cabo con posibilidades reales de éxito. Cuando es trabajar, ¡trabajar!, y cuando es descansar, ¡descansar!, cada cosa en su momento.

Emprender tiene riesgos, pero tiene grandes ventajas, una de ellas es ser dueño de tu tiempo, sólo que esta ventaja debe hacerse consciente y actuar en consecuencia.

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

sábado, 15 de junio de 2013

El cambio y el hambre

Una de las consecuencias del avance del conocimiento es que la actividad profesional se vaya especializando. Algunas personas profundizan tanto en alguna de las áreas del conocimiento que se vuelven verdaderos expertos en sus disciplinas, sin embargo es frecuente encontrar “expertos” que saben todo sobre “sus” temas pero casi nada sobre otras cosas.

La diversidad de áreas del saber también ha provocado que la colaboración sea requerida para avanzar, difícilmente una persona, por capaz que sea y salvo excepciones, generar valor por si misma en forma aislada.

En las organizaciones sucede algo similar,  en la medida en la que van haciendo y van madurando maduras, el trabajo se va dividiendo y las personas van participando sólo de una parte del proceso productivo y no sobre el modelo de negocio completo. En contraste, en un startup o en una empresa pequeña los principales procesos de negocio son compartidos por las personas que trabajan ahí, casi todos saben todo de todo, principalmente porque no hay otros brazos; dejando para después o para nunca aquellas cosas que no son prioritarias, al menos en apariencia.

Cuando una persona se va alimentando con conocimiento sobre cierto tema, va construyendo un andamiaje conceptual que la lleva a tener un marco de referencia y como consecuencia va alimentando su visión sobre la realidad con el contexto que la rodea. Sin embargo, cuando esa inmersión en cierto ambiente se prolonga por un largo tiempo, la persona va generando rutinas y procedimientos mentales que lo llevan por el camino seguro en el contexto presente y va perdiendo poco a poco flexibilidad frente al cambio.

Por otra parte, los contextos cada vez son más temporales, la velocidad del cambio ha crecido prácticamente en todos los mercados, en todas las áreas del saber y la caducidad de los parámetros conocidos cada vez es más breve. En estos tiempos, lo único permanente es el cambio; como dice la sabiduría popular: “lo único seguro en esta vida son la muerte y los impuestos”.

Sea que trabajes para una empresa o seas un emprendedor, el entorno esta cambiando a una gran velocidad que te planteará grandes oportunidades y que sólo serán aprovechadas por aquellas personas que tengan la visión y el valor para lograrlas.

¿Cómo prepararnos mejor para este cambio constante? ¿Qué pasa con ese conocimiento que si permanece y cómo diferenciarlo de lo que sólo es pasajero?

La mente humana es una herramienta poderosa que Dios ha dado al hombre lo que le permite una gran capacidad de observación para conocer su entorno y una gran capacidad de adaptación para sobrevivir en cualquier circunstancia. El hombre esta capacitado para el cambio, pero es una cualidad que perdemos si dejamos de ejercitarla.
Como decía mi abuelo: “mientras no se nos quite esa mala costumbre de comer tres veces al día, será algo que tenemos que resolver”. De esta forma, se vuelve clave no perder el hambre; luego entonces, tal vez en tu caso, estaremos hablando del “hambre” que se genera intelectualmente, con los deseos de triunfo, de superarse, de ponerse metas grandes. Sin esa “hambre”, la persona se mete por caminos de comodidad que la llevan a no tener deseos de superación, entra en al zona de confort.

Los cambios tecnológicos y en los mercados exigen mantenerse vigente, conservando del tiempo pasado todas aquellas cosas que permanecen, aquellas que van relacionadas con los valores de la persona, que son su misma esencia, sin embargo será necesario estar alerta para cambiar todas aquellas cosas que el paso del nos va planteando como retos para mantenernos vigentes.

Nos hemos admirado de lo que ha pasado en nuestro mundo en los últimos 20 años, los próximos 20 serán los más apasionantes de la historia, no sólo por lo que objetivamente suceda, sino porque serán los años en los que tú y yo podemos ser protagonistas y no espectadores.

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

sábado, 8 de junio de 2013

Los viajes ilustran

Esta semana tuve la fortuna de visitar nuevamente Las Vegas. Como muchas ciudades de Estados Unidos, tienen su encanto particular, pero todas ellas con el común denominador de estar diseñadas para cumplir con sus objetivos; hay un plan de ciudad y una inversión importante para lograrlo. Esta ciudad en particular me impresiona porque en las distintas ocasiones en la que la he visitado, siempre tiene cosas nuevas y cada una de ellas esta pensando a lo grande, no hay medias tintas, no hay calles chiquitas, ni obras provisionales.

Y esta reflexión me lleva a pensar en el proyecto personal que tiene cada uno de nosotros: ¿sabemos a donde vamos?, ¿tenemos un plan?,  ¿invertimos en ese plan para lograr los objetivos?, ¿pensamos en grande?.

Aún cuando pareciera una frase trillada, verdaderamente los viajes ilustran; no sólo por las cosas valiosas que aprendes en los lugares que visitas, sino por el simple hecho de cambiar de ambiente, de ver otras caras, de ver otras formas de hacer las cosas, de comer diferente, de pensar diferente, por respirar otros aires, por escuchar otra manera de hablar, por observar un escenario distinto que te planteará nuevos retos.

Los hombres nos dejamos llevar con facilidad por rutinas, por la misma forma de hacer las cosas, por la misma forma de pensar. En ocasiones nos llega a dar una cierta dosis de pensamiento “endogámico” es decir, que terminamos desenvolviéndonos dentro de las mismas cuatro paredes. Nos relacionamos con gente similar a nosotros, de nuestro medio, lo cual es estupendo, cuando algo es muy parecido a los demás, lo común pierde “encanto”, se vuelve común. Pensar fuera de la caja de vez en cuando te ayudará a encontrar nuevas rutas aún cuando tus destinos sean los mismos.

Si tu ocupación profesional requiere pensar de manera fresca con cierta frecuencia, debes plantearte con seriedad, el darle a tu mente la posibilidad de resetearse de vez en cuando. Lo lograras si le das unas lecturas diferentes, unos pasatiempos distintos, ir al cine, ¡oxigenar las neuronas en el campo!

Necesitas periódicamente darle ese espacio a la mente para replantear las cosas, para intentar descubrir nuevas posibilidades de hacer las mismas cosas. Tiempo para trabajar, tiempo para estudiar, tiempo para disfrutar, tiempo para dormir, tiempo para nuestra familia, tiempo para nuestros amigos, tiempo para hacer deporte, tiempo para nuestra relación con Dios; debemos darle tiempo suficiente a todo lo valioso que tenemos para tener una vida completa.

Hay personas que desbalancean su vida dedicándole más tiempo a alguno de estos temas: trabajo, descanso, deporte, etc., y como consecuencia meterse por caminos de desorden, de pereza, de poco descanso, y a la larga de hartazgo. Todo ello disminuye las energías y provoca el dejar de soñar, dejar de pensar en grande.

Tal vez la salida más común a este desorden por no darle su espacio a cada aspecto de nuestra vida, es la pereza, que no siempre es no hacer nada, sino también puede manifestarse en hacer sólo lo más placentero, retrasando innecesariamente actividad necesarias pero poco gratificantes o bien demasiado difíciles. Y así se puede avanzar por los caminos de la pereza, haciendo cosas, pero sólo aquellas que nos plantean un menor reto.

A unas personas, el reto menor viene desde la perspectiva física y ambicionar descansos eternos que no impliquen esfuerzo físico; pero el más peligroso de todos es cuando las personas buscan poco reto mental, porque eso de pensar suele ser complicado en ocasiones, y a fuerza de usarse poco la capacidad de pensar se va disminuyendo, provocando a edad avanzada el Alzheimer y otras enfermedades mentales degenerativas.

No se trata de ser masoquista y de estar buscando las dificultades, pero pareciera que muchas personas viven para instalarse en la comodidad, a unos les da por la pereza física, a otros por buscar la seguridad, y a otros por entrar a una zona de confort de la que es muy difícil salir por voluntad propia, y cuando la vida te presiona o te fuerza para salir de ella cuesta mucho más.

La solución es relativamente sencilla: 30 minutos al día, una tarde a la semana, un día al mes, un fin de semana al trimestre, una semana al año, son requeridas en las que puedas desconectarte de tu actividad ordinaria para hacer algo que te guste, que te plantee algún reto físico e intelectual que te mantenga en forma, de otra manera las neuronas se mueren por no utilizarlas o por utilizarlas sólo en aquellas cosas que no te sacan de tu zona de confort. Tiempo que dedicaras para ti, para analizar lo que haces, para evaluar si debes continuar por el mismo camino o hay cosas que cambiar.

Esta será la mejor forma de disfrutar lo que tienes, de disfrutar de las cosas que te gustan, de convivir con las personas que quieres y con las que no también para darle riqueza a tu vida a tu tiempo libre, para que sepas descansar cuando debes hacerlo y trabajar cuando tienes que hacerlo. Llega un momento en que tu vida puede volverse un continuo en el que disfrutas tanto trabajar, como descansar, como estudiar, como buscar nuevos retos y no te aburrirás porque esa palabra estará desterrada de tu vocabulario, no habrá tiempo para ello.

Desconectarte de la rutina te permitirá apreciar más las cosas que tienes y renovar continuamente tu pensamiento poniéndole nuevos retos a tu vida personal y a tu actividad profesional. Retomar las ilusiones, los planes, intentar mirar más alto, pensar de nuevo en grande.

Los viajes ilustran, pero se requiere de una actitud mental que permita abrir los sentidos y renovar cuantas veces sea necesario nuestra forma de enfrentar los retos de la vida. El viaje más importante es el que hace la mente para avanzar en el reto de reinventarse cada vez que sea necesario para no dejar de pensar en grande.

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup