El título de este post ha sido uno de mis aprendizajes más
importantes en estos meses y redondea lo que este blog ha querido lograr en sus
lectores durante estos últimos 5 años.
Este es el post #261, hemos pasado juntos los últimos 5 años
contigo a través de este diálogo. No ha sido fácil escribir cada semana, en
algunas ocasiones la dificultad ha sido elegir el tema, en otras el tiempo para
escribirlas, pero no ha faltado la inspiración de tantas personas valiosas con
las que interactúo todos los días y los minutos perdidos en los aeropuertos o
en los traslados dentro de la ciudad han sido oro molido. Ya estamos preparando algo especial para los lectores con motivo del aniversario que en breve te haremos saber.
Una de mis pasiones es transmitir el conocimiento y el blog ha
sido pieza fundamental; por aquí te hemos enviado herramientas, aprendizajes,
experiencias e incluso frustraciones tanto las que se generan con el propio
andar como las que se generan de la frustración de querer hacer más, de lograr
más impacto sin lograrlo.
Por un tema metodológico, se ha incrementado mi visión de
diagnóstico, para entender lo que sucede a mi alrededor con unos ojos que
buscan entender con mayor profundidad lo que miran. Observar, entender,
clarificar, explicar el comportamiento de los demás y más aún, intuir sus
motivaciones es una disciplina que conviene ejercitar para profundizar
adecuadamente.
Esa visión profunda logra entender los problemas que se plantean
las personas de forma particular y eso les da un perfil más preciso, más a la
medida de la persona, ya no hablamos de cualquier problema, hablamos de un reto
particular de esa persona y es ahí donde es posible hacer desarrollar
innovación.
Plantear el reto significa haber clarificado previamente dos
hipótesis como punto de partida: ¿Quien es el cliente? y ¿Cuál es su reto
particular? Si la respuesta a estas dos preguntas esta clara, se podrá avanzar.
Querer solucionar un problema sin haber clarificado la persona y
“la parte” del problema en el que nos queremos enfocar es como comenzar un
camino sin tener claro a dónde queremos ir.
Transformar un problema a reto requiere de usar el lenguaje de tal
forma que le “ordene” al cerebro a pensar con una intencionalidad precisa, para
que pueda provocar en la mente un llamado a la acción. Por ejemplo usar la
siguiente frase:
“Como podría lograr que los niños que piden limosna en la calle
tuvieran la posibilidad de tomar un buen desayuno”
En esta frase esta clara la persona particular y el reto que
queremos resolver; no busca resolver la pobreza, comienza por darles un
alimento; ya que se termine con este reto se planteará el segundo y así
sucesivamente se podrá ir transformando la realidad.
Cuando estamos en un proceso de innovación, en algunas ocasiones
buscamos crear algo que no existe, algo que ni siquiera sabemos que es y por lo
tanto no lo podemos nombrar todavía, en ese momento se trata de un “algo” al
que lo más rápido posible debemos darle un nombre. Los nombres son los que
hacen posible que nuestra mente se active a pensar en algo concreto, sin
nombres se dificulta la imaginación y por lo tanto el proceso creativo.
Que importante es el uso correcto del lenguaje para provocar en la
mente la tarea adecuada con el foco que se requiere en ese momento. No es tarea
fácil usar correctamente del lenguaje y más aún tener el lenguaje adecuado; sin
él que difícil es pensar.
Uno de los objetivos de este blog es tu reflexión en los temas de
innovación, emprendimiento, cultura, desarrollo. Usar el lenguaje lo más
correctamente posible para provocar un reto intelectual que mejore el diálogo
entre las personas nuestra más grande aspiración. Te agradezco de corazón que
podamos entre tu y yo, ampliar mutuamente nuestro lenguaje y así ampliar nuestra
visión del mundo, buscando colaborar y construir juntos un mundo mejor.
¡Muchas gracias!
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab
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