Mucho se ha escrito sobre “poner el ambiente adecuado” para hacer posible
la innovación, ¿Qué es eso de poner el ambiente? ¿Se puede innovar en cualquier
ambiente? ¿Depende de la voluntad del director? ¿Todas las organizaciones
pueden hacerlo?
El ambiente toca las emociones, es algo que “flota” en el ánimo de un grupo
de trabajo y tiene que ver con la alegría, la colaboración, las ganas de
ayudar, en otras palabras tiene que ver con la confianza.
La confianza nos permite ser nosotros mismos sin el temor a ser juzgados,
sin el temor a que los errores puedan ser criticados o incluso tengan impacto
en nuestra retribución. Todo mundo está de acuerdo a que la confianza es clave
para el buen desempeño de un grupo pero ¿Cómo se logra?, ¿Cómo se desarrolla en
el grupo? ¿Cómo podemos sentirnos cómodos ante los resultados inesperados? ¿Cómo
estar tranquilo aún sin una planificación exhaustiva que puede derivar en un
resultado adverso?
Tal vez la mejor forma de construir confianza en una organización es la
forma en la que manejamos los errores, ¿Cómo solemos manejarlo? Cuando llegan
los errores solemos hacerles frente sin ponernos a la defensiva, con la
voluntad de escuchar, de ser autocríticos, de mirarnos sin reservas, de vernos
en un espejo para reconocer cuando las cosas no han salido bien y examinar las
razones con sinceridad.
La confianza se gana cuando sabemos ser sinceros, esa es la mejor manera de
construir confianza, comunicándonos abiertamente, con la seguridad de que lo
que expresemos será escuchado y no juzgado, lo cual no siempre es fácil ¡Aunque
a veces no falten razones para estrangular a alguien! Pero cuando se ven las
ganas de ayudar independientemente del resultado, todo se puede arreglar.
Un primer paso será admitir que en toda relación pueden existir obstáculos,
y que las personas no se sientan libres de compartir su pensamiento, sus críticas,
sus comentarios y eso va minando el ambiente porque no se puede hablar con
apertura de lo que no funciona y se eternizan las acciones para corregir. También
es cierto que las personas somos distintas y todas vemos la vida de una forma
distinta, sin embargo la madurez requiere que nos hagamos cargo de nuestras
emociones y que no andemos esperando de los demás palmadas en la espalda; por
esta razón las personas auto-motivadas funcionan mejor en los ambientes
colaborativos de alta exigencia.
Un exceso de corrección política muchas veces lleva a que las personas
cuidan tanto lo que dicen que quieren evitar a toda costa la molestia de los
demás, pero la sinceridad y la confianza no están peleadas con las formas, la
amabilidad, el cariño y la preocupación por el equipo.
Hablar, decir las verdad, ser sinceros, tocar el corazón, mover las
conciencias pero tal vez existe un pequeño detalle que puede dar al traste con
todo: el egoísmo. El pensar y porque yo?, porque yo debo trabajar ahora si lo
que quiero es ir al cine?, porque no me permiten ir a mi ritmo?, porque no
después de descansar, porque el otro gana más que yo? y cuando un miembro del
equipo comienza con ello será muy difícil integrarlo y estará pronto lejos de
los objetivos del grupo porque primero serán sus planes y luego los de los demás.
En cambio si la persona comenta sus inquietudes, se atienden sus razones y se
sintoniza con los intereses del grupo, todo podrá arreglarse y componer lo que
no funciona bien
Así que si quieres una buena cultura para la innovación convendrá que
analices cómo va el grupo de confianza y de sinceridad, sin ellas difícilmente tendrás
un equipo donde se pueda innovar. Recuerda que las mejores ideas son aquellas
que son rebatidas, las que son puestas a prueba, sin sinceridad y confianza
esto es misión imposible.
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab
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