domingo, 9 de septiembre de 2012

¿Cuándo perdimos la creatividad?

¿Cuántas veces no hemos visto algunas películas caseras en las que cantábamos y bailábamos cuando estábamos pequeños?, me atrevería a decir, que lo hacíamos con mucha gracia. Parece que a los niños pocas cosas les dan pena, se equivocan y hasta nos reímos con ellos, no hacen dramas de una caída o un error, se caen e inmediatamente se levantan, parece que pueden ir retando al destino todos los días haciendo cosas nuevas sin mucho temor a equivocarse.

Luego, pasa el tiempo, vamos creciendo y nos vamos volviendo más racionales. ¿Qué nos pasa en el camino?, así como aprendimos muchas cosas en la escuela como leer, escribir, matemáticas básicas, etc. hay otras cosas que vamos perdiendo. Poco tiempo se le dedica a otros temas como lo son las artes: música, pintura, danza, etc. pareciera que estas disciplinas están destinadas a las actividades extraescolares como si fueran de segunda categoría o no indispensables para la formación de una persona. El miedo a equivocarnos crece, nos enseñamos a ir por el camino seguro, sin riesgos.

Parece que en el camino también perdemos el gusto por ir a la escuela, nos llenan de reglas y sentimos que aprendemos muchas cosas que no sólo no nos gustan, sino que tal vez no sirven para mucho. Dejamos de divertirnos, de reír, de disfrutar, sino fuera por las vacaciones y los recreos, pocas ganas tendríamos de ir. Nos tratan de uniformizar, más para ponernos a todos por encima de un nivel mínimo necesario sin ayudarnos a sacar nuestros talentos. Aprendemos a recibir órdenes y a cuestionar poco, a decidir poco, se investiga poco, se crea poco. En muchas ocasiones se privilegia la memoria sobre la razón, y en muchas otras la razón sobre la emoción como si estas última fuera menos útil, de la misma forma nos enseñan más a ver hacia atrás que en mirar hacia el futuro, a mirarnos el ombligo más que ver el mundo.

En muchos casos, si tenemos capacidades artísticas, surgen voces de “de artista no vas a vivir”,  empujándonos a decidir sobre vocaciones más comunes, más seguras, con menos riesgos, buscando la seguridad de un buen empleo. Nuestros padres pensaron en que dándonos una educación con la mejor calidad posible aseguraban para nosotros un futuro al mejor igual que el de ellos, porque tendríamos la seguridad de tener un buen empleo.

Hoy parece que esa premisa no siempre es válida, los títulos académicos no te garantizan un buen empleo, hoy son necesarias otras cualidades. Pareciera que la educación ha sufrido una especie de inflación, antes con tener una licenciatura era suficiente, hoy se requieren de posgrados, maestrías e incluso doctorados  para tener posibilidades de salir adelante.

La presión por competir, por sobresalir es tal, que desde pequeños los presionamos con calificaciones, con hablar inglés, con destacar en todas las disciplinas, lo cual no es malo, pero ¿será ese el mejor camino para sacar lo mejor del talento de cada uno?

Según la encuesta nacional de juventud del 2010, realizada por el Instituto Mexicano de la Juventud, nos indica que el promedio nacional del % de jóvenes entre los 14 y los 29 años con edad de emprender es de 12.2% variando desde un 19.5% a un 3.6% Sin embargo ese 12.2% probablemente irá disminuyendo conforme pasa el tiempo, y lo mismo sucede con otras vocaciones creativas.

Hoy en México se generan cerca de 200,000 empresas cada año, comparadas contra nuestra población total de 112 millones de mexicanos sería el 0.17% y si lo comparamos contra la población entre 14 y 29 años aproximadamente 36 millones de mexicanos es el 0.5%. Significa que en el transcurso de su educación el 12.2% con intenciones de emprender muchos terminan por desistir. ¿Qué pasaría si la educación formal no te desalentara a seguir otros caminos menos ordinarios? ¿Cómo estarán los porcentajes para personas con capacidades artísticas que nunca son aprovechadas?

Hoy parece que el camino seguro de buscar un empleo, está comenzando a ser un camino riesgoso, llegas a cuarenta años y se vuelve misión imposible encontrar una buena oportunidad laboral, las hay pero ganando poco. Casi siempre hay una persona que sabe el doble de cosas que tú y que está dispuesto a ganar la mitad porque tienen la mitad de tus obligaciones familiares. Por eso las personas se dedican a cuidar su empleo, a ir por el camino seguro, sin correr riesgos para no equivocarse, sin arriesgar nada.

La mayor parte de las universidades mexicanas organizan ferias de empleo, ¿qué pasaría si al menos pusieran el mismo ímpetu en facilitar la formación de nuevos empresarios con la mismas ganas con las que organizan ferias de empleo?

Ante este escenario innovar se vuelve muy complicado porque reta al status quo, mueve los escenarios, nos saca de la zona de confort. Esto sucede con tal intensidad, que pareciera necesario que cuando somos adultos debemos ir a una escuela para desaprender una gran cantidad de historias que nos han llenado de paradigmas difíciles de vencer, porque hemos perdido la capacidad de asombro, de divertirnos con lo que hacemos, de correr riesgos, de ser quienes somos.

Algo tenemos que hacer con la educación de nuestros hijos para que no se echen a perder con la educación formal y no pierdan la creatividad con el transcurso del tiempo. Podremos estar tranquilos cuando se eduque de tal forma que puedas ser tú mismo, sin miedos y que los jóvenes sepan que pueden dedicarse a lo que ellos quieran, haciéndose un lugar en el mundo explotando sus talentos, buscando con ello no solamente ser los mejores en sus respectivos campos, sino tratando de ser distintos, de ser ellos mismos, así como han sido creados: únicos e irrepetibles.

Jorge Peralta

@japeraltag


@innovadisrup

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