Esta semana tuve la fortuna de trabajar en Monterrey, una de las
ciudades con mayor proyección económica en México. Uno de los motivos de la
visita fue un taller de innovación introductorio para cerca de 40 dueños de
empresa de la región.
Fue interesante confirmar la sensibilidad que existe en la gente
de empresa de actualizarse, de ir por más, de renovar sus propuestas, sin
embargo también fue evidente en algunos de ellos ese miedo por el riesgo que implica
el cambio. Uno de ellos, en particular, puso el ejemplo de el riesgo de quiebra
en el que incurrió una gran empresa local por desviarse del “core” de su
negocio.
Es normal que existan resistencias y que algunos estén más
dispuestos que otros a correr el riesgo de la innovación. Es verdad existe un
riesgo, pero lo existe por igual en ambas posturas, los que innovan porque
innovan y los que no, porque no lo hacen.
Siempre hay historias contradictorias de las empresas que han
cambiado y les ha ido muy mal, así como también las historias de éxito de las
que encontraron nuevas vías mucho más atractivas para hacer negocio que las que
tenían tradicionalmente.
Corremos el riesgo de que la innovación se esta convirtiendo en
moda y las empresas piensen en innovación solo porque todos lo hacen, y la
innovación debe ser una consecuencia de pensar en las personas, sus
necesidades, sus retos y tratar de resolverlas para hacerse de un espacio en su
preferencia y a cambio nos den su dinero.
Se trata de ganar dinero pero por el camino reglamentario:
ofreciendo valor al cliente satisfaciendo algunas de sus necesidades, ni más ni
menos, lo que se ha hecho siempre para ganar clientes, resolverles algún
problema.
Por esta razón, la innovación es sólo un medio para transformar
nuestra oferta para atender mejor una necesidad insatisfecha. Lo que sucede es
que esa necesidad se transforma con mucho mayor velocidad que lo que sucedía
antes y cada vez el cliente es más exigente y demanda más satisfactores;
nuestra sociedad se ha sofisticado y la globalización pone al alcance de
cualquier persona los adelantos de cualquier parte.
El mundo nos ha cambiado, y des las empresas vamos un poco
adelante proponiendo nuevas soluciones o vamos un poco atrás recuperando la
ventaja que nos han sacado otros; la historia de siempre de los líderes y los
seguidores, de los que tienen apertura al cambio y los que se resisten.
Desde la empresa lo mejor es conocer con la mayor profundidad
posible ¿Qué busca mi cliente? ¿Qué problemas tiene? ¿Qué problemas tiene el
mundo que yo tenga la oportunidad de resolver?
Eso es lo que hace cualquier startup, encontrar un problema que
resolver, algún problema desatendido o algún problema que no esta lo
suficientemente resuelto o encontrar nuevas formas de resolver problemas viejos.
En una empresa constituida se ha construido una infraestructura
física, tecnológica y de talento que le da soporte a su modelo de negocio;
cuando el modelo de negocio debe transformarse esa infraestructura también
cambia, y muchas veces esa transformación tiene su costo, no sólo económico
sino en que provoca necesariamente que muchas cosas salgan de su cauce natural
y por esta razón los cambios muchas veces duelen y generan una resistencia en
las personas.
Cuando es una startup que no tiene ninguna restricción, esta se
diseña en función del problema que quiere resolver, sin las ataduras de una
infraestructura construida. Sin embargo muchas veces una startup no tiene esa
infraestructura para soportar las oportunidades y el tiempo que tarda en
lograrlo es lo suficientemente largo como para que la oportunidad no se
aproveche del todo; falta esa solidez que las empresas ya constituidas si
tienen.
El mejor escenario sería mantener la solidez de una empresa con la
agilidad de una startup. No es imposible, solo que requiere un liderazgo
particular en la dirección, un “liderazgo ambidiestro” que al mismo tiempo
consolide la operación actual y con una parte de su equipo empuje también las
nuevas ideas. Una empresa ágil como startup y sólida como una corporación.
Lo importante para quien dirige una organización, será descubrir
que el éxito de su negocio base no siempre será el mismo para sus nuevas
aventuras y que requiere usar criterios distintos aún cuando lo pongan en una
posición de incertidumbre al tratarse de otros clientes, otras variables y en
ocasiones otro negocio. Cada nueva oportunidad presentara cierta continuidad o
cierta radicalidad contra el negocio original, el aprovecharlos o no dependerá del
nivel de riesgo de quien dirija la organización.
Conviene no tenerle miedo al cambio, más
bien provocarlo en aquellas cosas en las que podemos ser mejores, tomando en
cuenta que si no las aprovechas alguien más lo hará.
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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