Es frecuente encontrarse con quejas, en la familia, en la empresa, en la sociedad, parece que a las personas nos cuesta ser felices y perdemos demasiado tiempo en quejas.
En ocasiones la realidad no nos gusta y tenemos dos opciones, nos quejamos o hacemos algo para cambiar el rumbo de las cosas. Sin embargo cambiar comportamientos profundamente arraigados es muy difícil y también desalentador, lo que empuja a mantener el status quo y adaptarnos, aún cuando eso nos haga infelices.
¿Puede un individuo cambiar las cosas? ¿Podría hacerlo yo?
Actuar sólo cuando planeamos que las cosas saldrán bien nos quita la posibilidad de intentar cosas nuevas, y en ocasiones la situación exige ser quienes somos, aún cuando el resultado parezca nebuloso, ¡Sólo así estaremos en posibilidades de cambiar el rumbo de los acontecimientos!
Pensar en un cambio implica el convencimiento de la posibilidad de cambiar y clarificar que en ocasiones los cambios requieren destruir lo anterior, ojalá y todos los cambios fueran tersos y paulatinos, pero si quieres un cambio real, profundo, la mayor parte de los casos no son temas fáciles, siempre hay damnificados.
Los cambios no son cómodos, a nadie nos gustan, pero en ocasiones son necesarios, de otra forma no hay avance. Instalarnos un poco más allá de la realidad permite que la imaginación proponga nuevos escenarios, se necesita ir más allá, lo evidente no siempre es lo más adecuado cuando se necesita cambiar.
Ya nos decía Roseau:
"El mundo de la realidad tiene sus límites, pero el mundo de la imaginación es ilimitado"
Si nos quedamos en la realidad nada cambiará, necesitamos meternos en el de la imaginación.
Para iniciar un cambio se requiere la inteligencia emocional suficiente para echarse encima a la organización y sino no se tiene el prestigio y el tamaño suficiente lo más probable es que la guillotina llegue antes que cualquier cambio. Sin embargo, es un buen momento para la grandeza de un liderazgo que sepa leer cuando un cambio se requiere y que el status quo no es el mejor camino. Lo que diferencia a los líderes de verdad es que, a pesar de las dificultades se atreve a opinar y a proponer.
Los gerentes sin visión son demasiado reacios al riesgo, les da temor el cambio, les aterran las dificultares y prefieren calcular el riesgo de invertir en una mala idea para tener la justificación para decir que NO. Pero esto es común, tanto que si pensamos que podemos encontrarnos en esa situación conviene pedir ayuda para pedirle a otros colegas que nos ayuden a evaluar para matizar nuestro miedo y permitirnos ver con más claridad los posibles beneficios que podríamos obtener.
Los cambios fuertes requieren apóstoles, personas que sepan correr riesgos, que sepan evaluar los posibles beneficios y que sean capaces de comunicar de una forma inspiradora que el futuro puede ser mejor. Se necesitan unos cuantos gramos de imprudencia para saber mitigar el miedo y lanzarse, no se trata de promover la temeridad sino de provocar que los cambios se den.
Para ser un buen “provocador” de cambios se requiere no sólo de ese convencimiento interior sino de un mínimo de liderazgo y prestigio porque de otra forma los demás no tomarán en cuenta lo que les dices. Al comienzo importa menos lo que dices, sino cómo lo dices y quien lo dice. Las personas que quieren impulsar un cambio que desafíe el status quo y que no tengan un mínimo de prestigio terminan aplastados
Cuando quieras provocar un cambio profundo requieres de un plan, en el cual preveas quienes pueden impulsar el cambio contigo, quienes son esos liderazgos informales o formales que lo apoyan y transmitir que tú estas comprometido con ello. Armar ese equipo permitirá revisar la táctica para buscar el momento más adecuado.
Con tu convencimiento, el plan y el equipo adecuado el cambio podrá echarse a andar, no hay soluciones fáciles, ni tampoco resultados garantizados, pero sino corres el riesgo de comenzar nunca lo sabrás, y es mejor que te lamentes de algo que intentaste y no funcionó que algo que nunca hayas intentado.
En ocasiones defender el status quo es pactar con la mediocridad o bien con un esquema de muerte lenta. El cambio es inminente, quieras o no, te corresponde a ti definir el rumbo, no tomar la responsabilidad por los riesgos que esto implica es faltar a tu responsabilidad.
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab
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