Hace
unos días tuve varios “encuentros” con esa cultura de la estandarización que se
ha venido construyendo en nuestro tiempo.
El
primero de ellos fue por la mañana cuando escuchaba un programa de radio en el
automóvil mientras me dirigía a una reunión y un “gurú” de una importante
consultora (de esas que tienen nombre internacional) y mencionaba que
recomendaban a sus clientes las mejores prácticas en cierta disciplina de
negocios; señalaba con vehemencia que si “muchos lo estaban haciendo de esa
forma era por algo, la mayoría no podía estar equivocada”; según él, así
ofrecía las seguridades de que era la mejor opción.
Acto
seguido comentaban de una franquicia que había tenido mucho éxito y que daba la
oportunidad de ofrecer, a las personas que la adquirieran un negocio seguro que
no corría riesgos, que en muchos lugares había demostrado ser un negocio
exitoso. México, es uno de los países en los que existe una gran oferta de
franquicias por el tamaño de la población y la transformación en sus hábitos de
consumo.
Ya
para terminar el día, participé en un consejo de una institución educativa
donde al plantearse un proyecto nuevo, uno de los consejeros recomendó,
solicitar a otra institución educativa de otra ciudad con la que tiene relación,
el que facilitaran la información de una experiencia similar a la del proyecto
que iniciaríamos en 2015, con el argumento de no “pensar desde cero”.
Tres
veces son muchas en un día, y pienso que con ese afán de ahorrar esfuerzo, se limita
forma involuntaria que las personas piensen nuevamente, que limiten su
capacidad de crear y la cambien por una capacidad de copiar, de aprender de las
experiencias de otros, de replicar lo que otros han pensado. El deseo de
seguridad se pone por encima del deseo de singularidad y significancia; es
mejor ser igual que otros que correr el riesgo de ser original, distinto y
mejor que todos.
Pensar
es gratis pero es muy difícil, tal vez por eso muchas personas pretenden evitarlo
De
la misma forma, se ha metido una cultura de estandarización, todo, pretende ser
estandarizado. Si bien, por una parte la estandarización tiene el objetivo de
lograr un mínimo requerido de condiciones que permitan una calidad aceptable;
el mínimo se ha convertido en un máximo que mete a las personas en un camino,
tarde que temprano, de mediocridad; en muchos casos se logra un piso que se
convierte rápidamente en un techo que fomenta la mediocridad.
La
estandarización trae una complicación adicional: en un mundo en lo que se busca
es ser diferente, la estandarización lo que nos plantea es una igualdad, cuando
justamente lo que se busca es lo contrario, diferenciarse de los competidores.
Tanta es la preocupación por ver que hace la competencia a través de “las
mejores prácticas” que te acabas pareciendo a ella, cuando lo que querías era
ser diferente.
En
muchas ocasiones las ideas preconcebidas limitan la reflexión y la capacidad de
las personas de poner en práctica sus capacidades creativas. Cada lugar y
circunstancia plantean retos distintos a los que no fácilmente se adaptan
extrapolaciones de soluciones que han servido en otro contexto. La
incertidumbre activa capacidades que llevan a replantearse las alternativas de
una forma menos contaminada que los saca de su zona de confort.
Pensar
base cero implica ciertos riesgos: el riesgo de equivocarse, de perder
recursos, de perder confianza; tal vez el mayor de ellos es el riesgo de ser
distinto, de no ser aceptado de primera instancia por los demás, de romper el
status quo, de ser raro.
Se
necesita coraje para correr riesgos, principalmente el riesgo de no querer
estar seguro de todo, de manejarse con cierta incertidumbre, con el objetivo de
encontrar soluciones a problemas o ventajas competitivas verdaderamente
diferenciadoras que construyan modelos de negocio innovadores.
Para lograr pensar base cero, podrá ser una buena idea, rodearse de gente distinta que enriquezca nuestro punto de vista; la diversidad es una buena aliada para plantear nuevos horizontes.
Las
mejores prácticas te servirán para ser tan bueno como tu competidor, tal vez
ahora será requerido plantear nuevas prácticas que superen por mucho las
“mejores prácticas” y que eso te permita no sólo ser el mejor sino también ser
diferente y ofrecer una alternativa a la altura de nuestro tiempo.
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
No hay comentarios:
Publicar un comentario