domingo, 24 de junio de 2018

Las crisis que se avecinan

Existe una tendencia a hablar sobre crisis, sobre lo difícil que se pondrá el ambiente empresarial en México a la luz del cambio de gobierno a partir de la elección del próximo domingo 1 de julio.

La llegada de un gobierno con corte populista adverso al ambiente empresarial ha dado para mucha tinta en los diarios y para minutos y más minutos de los analistas y los que saben.

Ciertamente la incertidumbre sobre los cambios posibles plantea prudencia, pero esa prudencia no significa inacción, significa ponderar muy bien las decisiones, tal vez con más detenimiento que si el escenario no cambiara de forma radical.

Nadie tiene bola de cristal ni podemos predecir lo que podrá pasar, sin embargo, una sola cosa es cien por ciento segura: tendremos que salir a trabajar de nuevo y encontrar oportunidades que SI sean posibles, gane quien gane, suceda lo que suceda. El 2 de julio tú y yo tendremos que salir a trabajar como de costumbre tratando de huir del ruido del sospechosismo y de la parálisis por análisis.

El abundante análisis de los predictores profesionales, así como de la comentocracia de turno, se fundamenta en ver los toros desde la barrera; dónde lo que más preocupa es el cambio del status quo, no el cambio y sus factores sino la modificación del status quo. No les preocupa si es mejor o peor la posibilidad de futuro, sino que las variables se cambien, que los actores sean otros, que el ambiente se complique y la confianza se detenga, que se rompan los esquemas conocidos; en pocas palabras lo que más preocupa es la incertidumbre.

Tantos estudios y análisis económicos vuelven a las personas más pesimistas, condicionan toda la oportunidad a lo que podría suceder en la macroeconomía. Porter los ha llevado a pensar que las fuerzas las condiciona en gran medida ese monstruo que se llama economía mundial y las personas poco tenemos por hacer; que la creación empresarial no depende de la mente de ciertas personas sino de los condicionamientos del entorno.

Es mucho más fácil ver lo que nos falta que lo que nos sobra. Debemos hacernos cargo que somos un país muy grande, más de 100 millones de personas que comen y viven todos los días; tenemos más de 20 ciudades con más de un millón de habitantes y grandes oportunidades de quienes quieren vivir con todas las comodidades de las zonas urbanas.

Centrarnos nuevamente en las operaciones de negocio (aquellas que dejan dinero). Dejar al menos para analizar tantas acciones que nos han recomendado que deben ser: comités, juntas directivas, estudios de mercado, redefinición de procesos, reestructuras porque alguien dice que así deben de hacerse y repensarlo todo.

Estas oportunidades donde nos dicen que todo cambiará serán nuevamente una oportunidad para cambiarlo todo, pero no por la moda que dicen por ahí, sino por lo que nosotros descubrimos en realidad que es bueno para la empresa, no necesariamente para nosotros y nuestra comodidad.

¡Qué difícil es salir de la comodidad cuando ya hemos entrado en ella!

Como dice mi buen amigo Gabriel Ginebra: “Muchos de los grandes problemas existen porque se han planteado y se resuelven cuando se dejan de plantear”

Volvamos a la esencia de lo verdaderamente importante para el cliente y para la organización; sacudámonos tantos paradigmas creados por el management que hemos aprendido en las escuelas, dejemos a un lado todo lo accesorio que no agrega valor, tengamos la valentía de cambiar todo lo que debamos de cambiar, aunque salgamos de la comodidad ganada.

Revisemos en nuestra organización si algunos instrumentos se han convertido en fines, dejemos de hacer tantas reuniones y juntas que mantienen a las personas ocupadas en el andamiaje corporativo y les queda poco tiempo para dedicarse al cliente y a lo importante. Prescindamos de burocracias y regresemos a las bases.

Huye de tanto blof, de tanta parafernalia corporativa, vuelve a las bases. Si las tienes claras, si sabes donde ganas, donde no ganas, donde debes gastar y donde no, el camino se vuelve más claro, no más fácil, pero si más claro para quien sabe hacía donde ir. Las crisis siempre son buenas porque te permiten pensar de nuevo, así que para delante, aprovecha la oportunidad si sucede para repensar esos paradigmas que tal vez te tienen atrapado.


Jorge Peralta
@japeraltag

@idearialab

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