En muchas organizaciones se confunde el concepto de innovación con el de mejora continua. La mejora continua parte de las deferencias que tienen los KPi´s con las metas previstas del sistema de calidad; innovar es proponer cambios incrementarles o radicales a la oferta o al modelo de negocio para ofrecer más valor a los clientes y a la organización.
La mejora continua es un deber para cumplir lo prometido pero no para dejarnos ver en qué momento la promesa debe de cambiar.
En general los directivos de empresa trabajamos muchas horas y la mayor parte de esas horas las dedicamos a sacar nuestra operación diaria, reuniones, llamadas, viajes, presentaciones, todo el tiempo estamos frente a alguien y pasamos largas horas gestionando la obtención de números satisfactorios en nuestros KPi´s.
Lo ideal será que si hacemos ese trabajo medianamente bien, tendremos oportunidad para pensar, para levantar la mirada para pensar en el futuro y en que pasará con nuestra organización los siguientes 2 o 3 años. No se trata de meternos en un ejercicio de planeación con exceles donde de forma “muy precisa” intentamos vislumbrar los crecimientos y las utilidades de los siguientes meses y años; tu y yo sabemos que ésos son suposiciones, y que la realidad se comporta de una manera caprichosa independientemente de nuestra “planeación”
Necesitamos unas horas con cierta frecuencia y ritmo para analizar las oportunidades que logramos vislumbrar, aún cuando sabemos que esas rutas son nuevas e inciertas y por lo tanto incluyen un cierto nivel de incertidumbre y riesgo, el mejor momento para intentar, para explorar, es justo cuando estamos sanos, cuando el flujo nos permite delegar algunas de las funciones más operativas y entonces detenernos a pensar.
Pero que pasa si el flujo sigue apretado y no podemos dejar la operación, pues te diré que existen los trayectos y las noches y los ratos de soledad en los que estas contigo mismo para mirarte en los espejos de otras empresas exitosas en la reflexión del “¿Cómo podría……..?
No importa el tamaño de tu organización, no puedes soltar los hilos de la estrategia y las actividades clave. Entre más esbelto y más cercano a las decisiones relevantes será mejor, porque así mantendrás la flexibilidad y te alejarás de la burocracia que tanto daño hace a las organizaciones. El mejor directivo es el que le sabe sacar todo el jugo posible al presente sin cargarse el futuro; el que no exprime al cliente hoy no pensando en que regresará mañana a comprar de nuevo.
¿Cada cuándo dedicas unas horas para pensar?
¿Cada cuando te reúnes con tu equipo clave para comentar lo que piensan sobre el presente, sobre el futuro, sobre los retos, sobre sus equipos de trabajo?
No dejes que la operación te devore, dedícale un par de horas por semana, una tarde por mes, un día al semestre, un par de días al año para mirar el futuro. Tampoco quieras firmar los planes con sangre, todo se puede cambiar, todo se puede ajustar, es más, me atrevería decir que conviene desconfiar de aquellas planeaciones que se cumplen al pie de la letra, lo más probable es que te estés poniendo metas mediocres. Lo ordinario es que no todas nuestras “hipótesis” resulten ciertas y que convenga hacer todos los ajustes que sean necesarios.
Poner al futuro en la agenda presente y combinar esas dos realidades sin confundirlas porque cada una tiene su propia lógica. No olvides hacer las preguntas básicas, no quieras ser experto porque los expertos son buenos para la ejecución pero la confianza en lo que saben no les permite ver más allá de lo que han comprobado. La innovación en cambio requiere de ojos limpios, de la intención de remover lo necesario, de desconfiar hasta de la opinión propia, abiertos a lo que venga.
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab
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