Mostrando entradas con la etiqueta relevancia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta relevancia. Mostrar todas las entradas

domingo, 23 de junio de 2019

Ojalá la fe fuera suficiente, proyecto sin validar hipótesis suele fracasar

Uno de los temas que con frecuencia encuentro en muchos emprendedores es la aversión a la incertidumbre. Muchos quisieran una fórmula mágica, un método que paso a paso los lleve a confirmar de qué tamaño será el éxito de su proyecto y en ocasiones en tan fuerte el enamoramiento con nuestras, que las investigaciones buscan inconscientemente confirmar nuestras en lugar de validar las oportunidades.

Esta aversión al riesgo se refleja en dos casos comunes:
  • El emprendedor que se deja llevar por su intuición y en casos ocasiones acierta pero en una gran mayoría de los casos no.
  • El emprendedor que por miedo a la incertidumbre nunca da el siguiente paso.

Así como nos lo dice Martín Luther King “Sólo da el primer paso…” tendríamos que añadir, pero SOLO EL PRIMERO, para validar y sólo dar el segundo cuando confirmemos las primeras hipótesis.

No existen esos métodos infalibles, no existe proyecto sin riesgo y sin incertidumbre, porque un mismo proyecto puede ejecutarse de nuevas formas, así como un problema puede ser resuelto con diferentes buenas alternativas. Tal vez el primer punto a discutir es sobre el problema que queremos resolver y que definitivamente es el primer paso que debemos investigar:

“¿Estamos frente a un problema real y relevante?” Nosotros creemos que si, sino no estaríamos con ese tema en la cabeza, pero ¿Es un problema que sólo nos importa a nosotros o es un tema que les sucede a otros? ¿Es un problema relevante sólo para unos cuantos, nosotros incluidos o es un problema real y relevante para bastantes personas? ¿Es un tema que ya lo resuelve alguien más o estamos ante algo que no existen alternativas accesibles actualmente?

Como podrías ver, apenas cuestionarse el problema y su relevancia genera cualquier cantidad de hipótesis que, en un proceso sin presiones de ningún tipo, deberíamos ser capaces de investigar y de llegar a conclusiones. Aplicar el método científico de siempre, hacer supuestos, construir un experimento y comprobar si los supuestos fueron válidos o no.

El grave riesgo de no dedicarle suficiente tiempo a formular y validar estas hipótesis lleva a terminar resolviendo estupendamente bien con productos y servicios casi perfectos problemas que a nadie le importan, cayendo irremediablemente en la irrelevancia.

Comencemos definiendo ¿Qué es una hipótesis? Porque suele ser una palabra traída y llevada, usada sin ton ni son, que en ocasiones confunde a muchos. Una hipótesis es: una afirmación que creemos cierta pero que no estamos seguros de que en realidad lo sea, razón por la cual debemos plantear algunas pruebas que nos permitan confirmar que nuestras creencias fueron realmente ciertas.

En una fase inicial, muy probablemente tengamos algunas evidencias que nos hacen suponer:

Tenemos un tipo de clientes (segmento) que tiene una necesidad que no esta debidamente atendida y queremos resolver
El problema es relevante para el segmento que hemos identificado y han hecho intentos por resolverlo.
Ya conocemos algunas alternativas existentes para resolverlo
Suponemos que existe un buen número de clientes potenciales que podría hacer muy atractivo el segmento elegido
¿Tenemos alguna idea de como resolver mejor el reto por encima de las alternativas existentes?

Con algunas evidencias sobre estos temas podríamos comenzar a vislumbrar de que estamos frente a un reto que podría significar una oportunidad de negocio.

Si no tenemos claridad en estos 5 puntos convendría dar un paso atrás para recolectar nuevamente evidencias que nos permitan avanzar o no con el propósito de construir algo alrededor del reto identificado.

En una gran cantidad de casos, este simple ejercicio de validación lleva a dejarse llevar por supuestos que si resultan falsos habremos construido un castillo sobre cimientos de arena.

La estructura de una hipótesis es muy sencilla, pero en ocasiones ayuda repasarla para evitar errores en la fase inicial

Nosotros creemos que los padres -el y ella- con hijos en edad preescolar tienen Problema/Reto el reto de atender sus actividades profesionales cuando sus hijos enferman y por lo tanto buscan ayuda con terceras personas

En esta hipótesis estamos suponiendo:
  1. Un segmento: Padres con hijos en edad preescolar
  2. Un problema relevante: Atender sus actividades profesionales cuando sus hijos enferman
  3. Alternativas: Buscan ayuda con terceras personas, como profesionales: niñeras o bien familia: hermana, mamá, suegra, etc.
  4. Número de clientes potenciales: en una etapa temprana se podría hacer cualitativo completamente, por ejemplo: tres de cada 5
  5. Posible solución: Esencia de la propuesta

Todas éstas son suposiciones en este momento hasta que no validen.

Con las hipótesis bien definidas se podrá comenzar un experimento respondiendo la pregunta: ¿Cómo saldremos de nuestras dudas? Comenzar una investigación exploratoria, observando, entrevistando, estudiando alternativas actuales, etc.

Como te podrás dar cuenta, formular hipótesis no tenga posiblemente gran dificultad, pero requiere atención, dedicación y cocinarse a fuego lento. Los emprendedores solemos autoengañarnos, más aún, cuando no investigamos con detenimiento y la cabeza limpia, queriendo descubrir y no confirmar premisas previamente establecidas.

Jorge Peralta
@japeraltag

@idearialab

domingo, 12 de agosto de 2018

Presencialidad o virtualidad ¿Qué conviene?

En ocasiones pareciera que es un tema generacional. Una hipótesis es pensar que las personas más jóvenes gustan de lo virtual y las maduras de lo presencial; sin embargo, tal vez no es una cuestión de edad sino de ocasión, algunas actividades requieren presencialidad y otras no, algunas requieren de algo más que la acción concreta, requieren de una comunicación más personal, aquello que llamamos inspiración.

Inspirar requiere algo más que la simple transmisión de ideas. Inspirar consiste en provocar ciertas emociones en las personas que las estimulan a hacer algo con las ideas recibidas, principalmente a tomar decisiones sobre su actuación. Inspirar te lleva a realizar algo que no habías visto con anterioridad o que no habías tenido la voluntad de actuar. De tal forma que el conocimiento en si mismo no lleva a la acción sin la inspiración.

¿Qué necesitamos para provocar esa inspiración?

Sin duda el mensaje es vital porque es ahí donde se transmiten las idas y también las emociones, las herramientas visuales permiten suplir la presencialidad, escuchar una charla Ted en YouTube logra transmitir el mensaje y provocar emociones en quienes la escuchamos. Sin embargo, quien la imparte no puede interactuar más con quienes los escuchan, no somos capaces de recoger impresiones y hacer la comunicación de dos vías.

La tecnología permite la colaboración a distancia y eso trae grandes ahorros de tiempo, esfuerzo y dinero a las organizaciones que tenemos que sacarle el máximo jugo y nos lleva a reflexionar también sobre la irrelevancia de tantas reuniones con tu equipo de trabajo o con clientes, quedarnos con la sensación de que lo mismo se hubiera logrado con una llamada telefónica o con una videoconferencia. ¿Será que ya se ha superado la presencialidad? ¿Qué ya no necesitamos vernos cara a cara? ¿Qué da lo mismo reunirnos en equipo o no para discutir algún punto?

Convendría usar un filtro cada vez que tenemos la decisión de provocar o no una reunión física en la que amerite reunirnos y sea posible hacerlo:
  • ¿Es relevante el tema a tratar? Porque si la respuesta es NO, no conviene verse ni físico ni virtualmente.
  • ¿Sería suficiente hacerlo en un formato no presencial?
  • ¿Las personas tienen esa capacidad de comunicar para darle un valor a la presencialidad?
  • Conviene encontrar el lugar adecuado y el momento adecuado dependiendo de la ocasión

Hay ciertos temas, principalmente los que son importantes para los interlocutores que será necesaria la presencialidad, porque se requiere de esa cercanía, de ese sentir al otro cerca, de darse un apretón de manos o un abrazo, porque en ocasiones también es necesaria esa comunicación más directa que con la virtualidad no se logra.

Hay situaciones que requieren de una conversación cara a cara, y que de ora forma no lograríamos transmitir todo lo que traemos dentro. Debemos lograr vencer la pereza y el miedo para buscar esas conversaciones que nos hacen falta, o las que pensamos que le hacen falta a los demás, porque de otra forma no le sacaremos todo el jugo posible.

Nuestro tiempo obliga a una reflexión entre la necesidad de la presencialidad para lograr toda la inspiración posible y la necesidad de la virtualidad para ganar en agilidad e inmediatez. Cada situación requiere de instrumentos específicos, no dejarnos llevar por la costumbre y de la comodidad de la virtualidad. Pensar en cada situación particular como lograremos el máximo impacto.

Huye de la irrelevancia, trata de transmitir mensajes con valor, logra la mayor inspiración posible cada que lo requieras y después decide en cada ocasión el mejor camino para lograrlo.

Jorge Peralta
@japeraltag

@idearialab