sábado, 11 de mayo de 2013

Innovar o emprender sin riesgo es retórica pura


Hace días hablaba con un amigo empresario en relación a la necesidad que tenía de pensar en las nuevas líneas de producto que le darían el crecimiento esperado para los próximos años. Por lo menos el 50% de sus principales líneas de producto se estaban volviendo un común denominador en la industria y su oferta estaba perdiendo elementos diferenciadores.

La última vez que lo había intentado perdió dinero y le había generado una crisis que lo había dejado tan mal parado y que le había tomado al menos un año regresar al estado que tenía antes del intento. Cualquiera podría pensar que este empresario se había quedado vacunado del intento innovador y evitaría meterse nuevamente en estos terrenos, sin embargo, aún con cierto temor ( este no desaparece nunca) comentamos de la necesidad de hacerlo nuevamente y que estaba dispuesto a correr el riesgo nuevamente.

No existe innovación sin riesgo; si un proyecto de innovación no genera dudas e incertidumbre, lo más probable es que se trate de un proyecto irrelevante. Si no genera tensión, lo más probable es que no estén involucradas las personas claves. Si no estas dispuesto a meterle, tiempo, recursos, corazón, lo mejor es… 
¡ esperar a que un competidor tome la delantera porque no estas preparado para intentarlo!

Nadie esta loco para ponerle un cerillo a un fajo de billetes, siempre tenemos la confianza en que nuestras decisiones tienen un alto grado de posibilidades de ser exitosas, de otra forma no lo haríamos, pero efectivamente necesitamos perder el miedo a correr riesgos. Si no hay ciertos riesgos, lo más probable es que no estamos generando ninguna innovación.

En ocasiones esta actitud de reto, de avance, es lo que puede dormirse en un emprendedor, pero más que un riesgo directamente ligado a la empresa o a los nuevos  proyectos, esta el riesgo de no querer exigirnos más nosotros mismos. Llega un punto en el que nos damos cuenta que necesitamos avanzar e innovar con nosotros mismos, como por ejemplo estudiar de nuevo, mejorar ciertas aspectos de nuestra personalidad o hábitos muy arraigados que nos implicarán un nuevo esfuerzo, ¡y esto es justo lo que más trabajo cuesta!, que aún a nuestros 30, 40 o 50 y después de ser relativamente exitosos en nuestra actividad nos demos cuenta que existen temas en los que necesitamos transformarnos, luchar, mejorar una vez más.

Tal vez para un emprendedor, el paso más difícil cuando ya tiene su proyecto caminando, es el proyecto de crecer hacia dentro, independientemente del momento en el que nos encontremos personalmente o profesionalmente. Si no nos la tomamos en serio y le metemos horas, esfuerzo y lucha, los deseos de emprender e innovar serán retórica pura, un buen deseo.

Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup




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