Si
hubiera que elegir una característica que defina con mayor precisión a un emprendedor es su capacidad de acción.
Sin embargo, es usual que los emprendedores sean más propensos al esfuerzo
individual, a ir por delante y dejar a los demás atrás. Con frecuencia el
emprendedor se distingue por alguna característica particular, como por ejemplo
puede ser notable su conocimiento del producto, su capacidad para vender, o la
visión para encontrar oportunidades. Sin esas capacidades difícilmente se puede
arrancar una nueva empresa, difícilmente se puede ser emprendedor.
Así
como el emprendedor tiene el motor y la fuerza para arrancar una nueva empresa,
en ocasiones esas características mal enfocadas pueden convertirse en el
principal obstáculo para su crecimiento. Las virtudes que sirven para una etapa
de la empresa, no siempre son las mismas que se requieren en una etapa
posterior, si no se logran re-enfocar pueden convertirse en las causas de
su fracaso. La clave esta en darse cuenta
del momento adecuado para cambiar el ritmo, para cambiar al foco.
Los
talentos naturales siempre son limitados, es poco probable jugar exitosamente
todos los roles requeridos en una organización en las distintas circunstancias
por las que va evolucionando. Para ello, es necesario formar equipos
complementarios que sean capaces de rotar la responsabilidad en el momento que
se requiera. La empresa es una organización que juega un deporte de conjunto y
de contacto, que quiere condición física y mentalidad ganadora; siempre esta en
competencia, ya sea compitiendo contra otros o en ocasiones contra ella misma
mejorando sus propias metas.
Ser
emprendedor, ir por delante, y todas las demás virtudes necesarias en un
emprendedor no garantizan ser un buen director de personas; las empresas que
crecen y se desarrollan no son empresas de un solo hombre sino que están
respaldadas por todo un equipo. El equipo no era necesario al momento de la
fundación, pero en la medida en la que van evolucionando, se requiere necesariamente
de un equipo o de otra forma la organización no crecerá ni llegará a sus metas. El ADN del emprendedor lo capacita para grandes retos, pero también lo condiciona para otros en los que requiere prepararse, en los que necesita la prudencia. Al arte de dirigir personas necesita de otras competencias que no siempre van de la mano con el emprendedor.
Dirigir
personas plantea retos que violentan nuestras tendencias naturales y nos exige
un estado de reflexión. Frecuentemente se cae en la tentación de preferir
cambiar de personas en lugar de cambiar a las personas que tenemos cerca. Es
común desear talento que no tenemos cerca despreciando el que si tenemos, así
se aplica el viejo dicho de que “el jardín del vecino siempre es más verde”.
Cuesta mucho mas trabajo reconocer el talento que tenemos cerca en comparación
con el aprecio que tiene el talento de fuera.
“Trata a un hombre como es, y seguirá
siendo lo que es. Trata a un hombre como puede llegar a ser, y se convertirá en
lo que puede llegar a ser”
J.W. Goethe.
El
talento de las personas evoluciona positivamente en función de los retos que se
va planteando y las personas con las que van conviviendo en las distintas
etapas de su vida. Una persona madura comienza por reconocer todos aquellos
temas en los que no se es suficientemente competente y pone los medios para
mejorar. Es necesario que el líder ponga esa actitud y vaya nuevamente por
delante reconociendo su talento, sus deficiencias y aplicando la misma receta a
todo el equipo. La realidad suele ser
más cruda de lo que pensamos y distinta de lo que queremos, así que hay que
estar prevenidos contra el autoengaño.
Los
emprendedores más talentosos saben reconocer cuando adolecen de ciertas
competencias y plantean la forma más adecuada de suplirlas dando paso a otros
personas que si las tengan y las puedan utilizar de la forma adecuada. Cuando
un pirata sabe que hay mares que no requieren un pirata sino un marinero
profesional, que seguramente no tendrá el arrojo del pirata, pero si la
capacidad para gobernar una tripulación.
Cuando
el barco se va transformando y los mares por donde se transitan van cambiando
de temporal es necesario pensar si el piloto es el adecuado para llegar al
puerto que queremos. El secreto esta en cambiar lo necesario y reconocer si
somos las personas adecuadas para el rol que se requiere en ese momento o si conviene que llegue alguien más. Gestionar personas es
un asunto muy complejo que requiere madurez, experiencia, humildad, prudencia y
un largo etcétera, que al igual que otras disciplinas solo se aprende en la
acción aún con el grave riesgo de equivocarse.
Dirigir
personas es una actividad clave, de la misma importancia que la de desarrollar
producto y vender. No es la más importante, pero tampoco menos importante que
las otras y desafortunadamente no se le da la prioridad que requiere. La
empresa requiere quien mande, y quien sapa mandar, en esto no te puedes
equivocar. No se aprender a mandar en la escuela, ni en un MBA, ni en un curso
de liderazgo; a mandar solo se aprende mandando y ahí un emprendedor tiene
mucho que aprender.
Jorge
Peralta
@japeraltag
www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup
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