sábado, 22 de febrero de 2014

10 RECETAS PARA MATAR LA INNOVACIÓN


Parece que la innovación es una moda que llego para quedarse. La rapidez con la que cambian los mercados ha obligado a las organizaciones a buscar alternativas para acelerar su crecimiento y para diferenciarse de sus competidores. Algunos más audaces se han lanzado a desarrollar productos que han cambiado la lógica de un sector gracias a observar cuidadosamente las tendencias de comportamiento de los clientes antes que centrarse exclusivamente en el desarrollo de producto. Sin embargo en muchos casos se ha convertido en un simple slogan que no tiene sustancia y que no genera ningún beneficio, es más en algunos casos el simple maquillaje se convierte en una limitante para un genuino espíritu de mejora.
Parece que todas las empresas quieren innovar, el problema radica en que la innovación cambia radicalmente algunas prácticas comunes en muchas organizaciones y eso genera incertidumbre e inquietud en las personas. Cuando esto sucede, suele ocurrir que surgen “defensores” de status quo que, seguramente con buena intención, recurren a seguir el camino seguro y a “cuidar” las mejores prácticas ya probadas. 

Es posible que para lograr una verdadera innovación sean necesarios varios intentos, y algunos de ellos pueden ser largos y costos; tal vez por ello solemos admirar las innovaciones probadas, no aquellas que están en el proceso. La innovación por tanto rompe con lo establecido y por ello surgen algunas prácticas que pueden limitarla, retrasarla e incluso hasta matarla y en algunas ocasiones prevenir su aparición futura.

¿Cuáles son las recetas para matar la innovación?

1)      Organizaciones demasiado jerárquicas. Las personas se acostumbran que las directrices vienen de la parte alta de la organización inhibiendo su capacidad para pensar, proponer y tomar riesgos.

2)      Mala gestión del fracaso. Si existe una mala gestión del fracaso, nadie tomara riesgos y por lo tanto nadie estará dispuesto a intentar cosas nuevas por temor a equivocarse.

3)      Privilegiar el trabajo individual que el colectivo. Hace pensar que la innovación radica solamente en personas especiales y no en toda la organización. En ocasiones resulta pernicioso establecer un encargado de innovación porque termina siendo una isla en la organización.

4)      Obsesión por el control. La innovación requiere un espacio para crear que sólo puede surgir cuando la fiscalización se evita, en ocasiones las personas pasan más tiempo justificando su trabajo que generando valor.

5)      Excesivas matemáticas. Falta dejar une espacio para la intuición, estamos tan preocupados por comprobar con evidencias numéricas nuestras decisiones que nos llevan por caminos conocidos. Si se piensa en innovaciones que nos saquen de los esquemas actuales no se tendrá información suficiente y habrá que dar paso a la intuición.

6)      Parálisis por análisis. Existe suficiente información pero el miedo hace que ésta no sea “suficiente”, siempre hará falta más información para el que no quiere decidir.

7)      No recompensar adecuadamente. Los innovadores necesitan una mezcla de retribución adicional con reconocimiento porque de otra forma no se mantiene el incentivo por mantenerse “corriendo ciertos riesgos”. Si sólo te pagan por los resultados, pocos intentarán cosas nuevas, porque será "perder el tiempo".

8)      Perder la paciencia. Las innovaciones requieren cierto tiempo para madurar, si no se tiene la paciencia suficiente se incurre en todos los gastos que ello implica pero se evita que lleguen en algún momento los buenos resultados que recuperen la inversión. Las cosas importantes requieren tiempo, las más importantes requieren más tiempo y las muy importantes mucho tiempo.

9)      Terquedad. En contra parte con la paciencia, si después de probar lo suficiente se tiene la intuición y los elementos de que la idea no funcionará lo mejor es matarla lo más pronto posible; tardar en la decisión es alargar el fracaso y evitar que más rápidamente se pase a una nueva idea.

10)   No desconfiar de “nuestro sentido común”. Esa voz interior que nos salva en muchas ocasiones de los temas de nuestro día a día funciona correctamente sobre los terrenos conocidos pero muchas veces se equivoca en aquellas cosas que necesitan ser recreadas, repensadas, es lo que suele decirse: “pensemos fuera de la caja”. Es necesario darnos espacio para pensar locuras.

Déjame contarte que me gusta mucho el fútbol, porque es un deporte de conjunto en el que da espacio al error, no solo de los jueces participantes sino también de los que deben aplicar las reglas. Por ello el fútbol permite que surjan periódicamente talentos que nos maravillan, pero que requieren de sus compañeros de equipo para lograr campeonatos. El proceso de innovación se parece a preparase fuertemente para jugar bien y como consecuencia ganar un campeonato. El talento es importante, tanto de los jugadores como de quien los dirige, pero el trabajo en equipo lo es más, se trata de un deporte de conjunto. Aún cuando importa jugar bien, lo más importante es el resultado aún cuando también importa la forma en la que se logra y darse el espacio para intentar siempre cosas nuevas. En la innovación para algo similar, lo que cuenta es la rentabilidad y la permanencia, pero para lograrlo debemos mantenernos siempre intentando, en ocasiones acertando, pero en muchas otras aprendiendo de los fallos.
La innovación requiere un proceso, pero al final conviene tener muy claros cuáles son los resultados que esperamos, de esta forma será más enfocada nuestra preparación y la definición de indicadores para su medición.
La innovación es parte del ADN de toda organización, sin duda un elemento para la supervivencia o para el éxito, según se quiera ver. Procura evitar estas 10 recetas que matan la innovación; ¿tú qué opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag

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