Se
ha puesto de moda el termino “Alto impacto”; esta palabra se usa cada vez más en los
ámbitos de gobierno, académicos, foros emprendedores: emprendedores del alto
impacto, proyectos de alto impacto, etc., sin embargo muchos de las que lo usan
no la pueden explicar, que significa eso de “alto impacto”.
Se
ha pensado que es un tema de metodología, entonces se ha puesto un énfasis en
la metodología para lograr que los modelos de negocio de las nuevas empresas
cuenten con ventajas competitivas que les permitan lograr un crecimiento que
les permita impactar en la economía, el empleo y la generación de riqueza. Todo
eso parece estupendo, pero ¿será suficiente para lograrlo?
En
los últimos años hemos visto un énfasis en el uso de metodologías fundamentadas
en la validación para construir modelos de negocio sobre certezas y no sobre
creencias o deseos que distaban mucho de la realidad. Este esfuerzo permite que
cada vez más, los jóvenes emprendedores tengan herramientas para construir negocios
con mayor innovación y mayores posibilidades de crecimiento e impacto en la
economía.
Sin
embargo tengo la impresión de que estas herramientas se están convirtiendo como
una especie de panacea atribuyéndoles capacidades que exceden su función y su alcance.
En otros casos son tomadas con cierto dogmatismo, lo que termina convirtiéndose
en una camisa de fuerza que limita la frescura y flexibilidad que requiere el
proyecto de una nueva empresa que apenas ve la luz.
No todo son metodologías,
también es importante el ADN de los proyectos y el liderazgo del emprendedor
Es
indispensable que el proyecto tenga un ADN que los capacite para enfrentarse a
un mercado exigente donde sólo sobreviven los mejores. Los proyectos con un ADN
innovador y una ejecución eficaz son los que logran salir adelante y los que
verdaderamente están en posibilidades de proporcionar un “alto impacto” en la
economía.
Esa
combinación ADN-Ejecución son los que logran construir ventajas competitivas
que van poniendo barreras de entrada a los competidores y barreras de salida a
los clientes, generando como consecuencia un modelo de negocio con ventajas
sostenibles y diferenciadoras. El viejo dicho de: “planeación sin ejecución es
pura alucinación” es muy vigente y real.
¿Cómo
detectar entonces si un proyecto tiene posibilidades de poseer un ADN con
potencial para ser considerado de “alto impacto”? No es lo mismo un proyecto
que pueda generar un impacto relevante en la sociedad y en la economía de una
región, a un proyecto que sólo persiga un auto-empleo. Tal vez implique un
esfuerzo similar su diseño para ambas opciones, ¿porque no elegir la mejor?
Algunos
de los criterios que considero podrían ayudar a identificar el potencial de un
proyecto que pueda ser de “alto impacto” son los siguientes:
1)
Que se este resolviendo un problema real.
2)
Que la solución sea innovadora, distinta a las
opciones disponibles y difícil de copiar.
3)
Que el segmento de mercado objetivo tenga
potencial de crecimiento en cantidad y en capacidad de pago
4)
Que el modelo de negocio permita escalarse
La
experiencia con jóvenes universitarios, al menos así sucede en México, el
verdadero problema es de la calidad de las ideas y no las metodologías; es
común encontrarse por enésima vez con proyectos de cafeterías, de artesanías y
de otros temas muy interesantes pero que no pasarán de ser uno más, sin
elementos diferenciadores y que terminarán compitiendo por precio. Es
importante no auto-engañarse, muchas de esas nuevas empresas no pasarán de ser
un autoempleo y no un verdadero generador de riqueza para el emprendedor y para
otras personas.
Es
posible que la falta de experiencia y madurez de algunos jóvenes los pueda
llevar por preferir el camino de la comodidad y poner un negocio que exija poco
reto, pero lo que no es justificable es la pasividad de sus profesores y
mentores para dejarlo avanzar con ideas de tan poco valor. El problema es más
de ambición y de visión que de capacidad, porque representa casi el mismo
esfuerzo arrancar un proyecto de impacto que uno de auto-empleo. La diferencia
radica principalmente en la calidad del problema que se quiera resolver, los
problemas irrelevantes difícilmente tendrán una solución relevante.
Primero encontrar un
problema relevante, después proponer una solución innovadora, después buscar la
herramienta que convenga
Por
esta razón quiero prevenirte contra ciertos riesgos que te conviene tomar en
cuenta cada vez que uses o recomiendes el uso de alguna de las metodologías
vigentes. Te propongo algunos temas que debes considerar:
1)
No todas las metodologías son útiles para todos
los proyectos, no es lo mismo un producto de alta tecnología, que uno de
consumo, que un producto industrial, cada uno tiene su propia lógica.
2)
La etapa en la que se encuentra un proyecto hace
que unas metodologías sean más útiles que otras; un proyecto que esta validando
concepto requiere una herramienta distinta que un concepto probado que requiere
aterrizaje para otro mercado
3)
No es lo mismo comercializar un desarrollo
tecnológico desconocido en el mercado que un producto maduro que competirá con
altos volúmenes y precio
4)
No es lo mismo un proyecto B2C que puede
validarse con clientes finales que uno B2B que requiere validarse en una
industria en particular
Todas
las metodologías requieren cierto ajuste, ningún proyecto puede llevarse por un
instructivo sin reflexión, y ese ajuste requerirá de una validación, tan pronto
como sea posible para disminuir de alguna forma el riesgo de construir
propuestas sin la retroalimentación del cliente. Todas las herramientas pueden
ser muy útiles, si sabes elegir la correcta para el proyecto en particular y
para el emprendedor en particular.
Las
herramientas son sólo eso: herramientas. No les atribuyas cualidades que no
tienen, una buena herramienta no podrá convertir en bueno un proyecto que no
tenga potencial ni mucho menos suplirá a un emprendedor sin ambición y
capacidad de ejecución, la metodología por buena que sea no le añade el
ingrediente de “alto impacto” a un proyecto, cuida no dejarte llevar por modas
ni por dogmas, se crítico para elegir lo mejor.
Construir
un modelo de negocio de alto valor implica la confluencia de varios factores:
un problema relevante, una solución innovadora, un modelo de negocio difícil de
copiar y un emprendedor con capacidad de ejecución. Todo esto integra el ADN de
las empresas exitosas, el ADN del alto impacto.
Jorge
Peralta
@japeraltag
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