domingo, 22 de mayo de 2016

Huir de la obsolescencia

Vivimos en una época de tantos cambios, y la empresa no es la excepción. Venimos de empresas verticales dónde lo más importante era la estructura, las formas y la jerarquía; hoy se esta volviendo más relevante el talento, el fondo y la flexibilidad.

Sin embargo estamos en una transición, dónde todavía no acabamos de transformarnos, seguimos todavía bajo ciertos parámetros del paradigma anterior. Todavía existen organizaciones barrocas donde es más importante la forma que el fondo, dónde todavía hay un escalafón que hay que cumplir, una estructura a la cuál obedecer y una tradición que cumplir. Aquellos lugares en los que se suele argumentar ante cualquier procedimiento: “es que siempre lo hemos hecho así”; o bien: “así le gusta al licenciado”.

En esta dinámica, las empresas van cambiando y se van multiplicando las  organizaciones centradas en el conocimiento, dónde se plantean nuevos retos que cambian radicalmente la forma de operar, como trabajar sin lugar fijo, así cómo también permanecer al margen de los esquemas de seguridad social tradicionales, con un horario de trabajo flexible o incluso no tener horario, donde la corbata ya no forma parte del atuendo diario, dónde se puede en ocasiones trabajar desde casa. Para este nuevo estilo de trabajo los viejos moldes se rompen; hoy las nuevas empresas, los modelos de negocio emergentes se mueven bajo otra lógica.

También en las empresas más tradicionales se van haciendo cambios, más lentos, pero van cambiando, más por necesidad que por iniciativa propia, cuando los gastos ya no corresponden a los márgenes y volúmenes que tenían. En estas empresas en transformación también es posible encontrar personas que han perdido la capacidad de aprendizaje, que se han quedado obsoletas o carecen de los recursos intelectuales o de “las ganas”  para adaptarse al ritmo que hoy se requiere.

En ambos tipos de empresa, la gestión del talento se ha vuelto una tarea indispensable, en ocasiones para transformar el día a día y en otras para tratar de atraer o retener jóvenes con una manera diferente de pensar. Mucho se ha hablado de los millenials y sus características particulares difíciles de satisfacer con una actividad profesional común, porque aún cuando requieran un reto constante, hay empresas que no pueden ir a ese ritmo.

Las empresas viejas no son opción para los millenials, pero las empresas modernas a veces tampoco; no siempre la empresa puede ir cumpliendo los deseos de todos y por más que sea flexible, innovadora y centrada en el conocimiento, en ocaciones tampoco puede cumplir con esas exigencias. En ocasiones hay que cumplir con ciertas reglas, con ciertos encargos y algunas tareas que no le gustan a nadie, pero alguien las tiene que hacer…

¿Dónde esta entonces la oportunidad?

La realidad siempre es más compleja que lo que parece, y en este caso se requiere un proceso de adaptación de todos: de la empresa clásica, en flexibilizar sus formas y sus protocolos; en la nueva empresa en formalizar un mínimo que de seguridad; en los colaboradores en una gran capacidad de adaptación y de fortaleza al tomar en cuenta que la realidad de una organización moderna en un marco legal antiguo requiere un proceso de ajuste en todos.

Tal vez lo más importante sea que conviene a todos un proceso de adaptación en donde se puede colaborar con un mínimo de reglas necesarias para mantener una sana convivencia, ahí donde los millennials y los del siglo pasado podamos convivir, podamos hacer equipo y sacar adelante la organización para bien de todos. Todos tenemos la misma responsabilidad, cuando no hay jerarquías somos todos responsables, o todos triunfamos o a todos nos lleva el tren. No es la edad la que nos sacará adelante sino el no caer en la obsolescencia y ese riesgo se tiene a cualquier edad, y se trata de un riesgo que si no lo tenemos presente nos puede atrapar.

Jorge Peralta
@japeraltag

www.innovaciondisruptiva.mx


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