Debemos recordar
que cuando hablamos de innovación se requiere combinar dos elementos
fundamentales: un cambio que mejora lo que existe y que tiene la aceptación de
un usuario que está dispuesto a pagar por ello. Sin esos dos elementos,
estaremos hablando de ciencia o de una mejor gestión, pero no estamos hablando
de innovación en la que se debe dar la fórmula: cambio + mejor experiencia +
monetización.
Es verdad que en
los últimos años se le ha dado formalidad a la documentación de estos procesos
de cambio, históricamente el cambio ha existido en las organizaciones, tal vez
no le llamaban de la misma forma, pero el mundo ha cambiado todo el tiempo, en
todas las épocas, en todos los sectores. La diferencia radica en que el cambio
ahora es más acelerado y los cambios ahora son provocados no por una guerra o
crisis, como sucedía en los siglos anteriores, es provocado por el avance en la
tecnología y el conocimiento.
Sin embargo, las
preguntas claves siguen siendo las mismas:
¿Qué tal sí...?, ¿Cómo
podríamos?
Cuestionarnos,
ser curiosos, ver problemas no resueltos, pero para eso hace falta ser
concreto, los problemas no pueden resolverse en lo teórico, deben explorarse y
analizarse de forma concreta, con personas reales.
Ese proceso de búsqueda
de oportunidades comienza observando dos realidades:
Observando a la
gente y siguiendo de cerca los avances tecnológicos, y así poder imaginar cómo
resolver problemas que el usuario tiene o siente y no tiene alternativas para
resolverlo; o bien en positivo, cumplir deseos que parecen hasta el momento,
imposibles.
Marta Domínguez,
en su estupendo artículo Tsunami Digital publicado el año pasado en la HBR(y en su blog the-i-thread.com/devanando_el_hilo) señala que existen 3 posibles marcos de exploración cuando se está
desarrollando una innovación:
- Cambiar o adaptar lo que no funciona. Tomando una realidad que ya funciona y observar aquellos puntos susceptibles de mejora desde la perspectiva del usuario: mejoras al producto, mejoras a su experiencia, mejoras a todo aquello que le permita disfrutar mejor de aquel bien.
- Encontrar nuevas formas de hacer las cosas. Este es un planteamiento más radical porque no se trata de mejorar lo que hay sino de resolverlo de una forma distinta. La inspiración para esa “nueva forma distinta” más vale que surja de un lugar más seguro, como podría ser ponerse en los zapatos del usuario para definir con mayor simpleza sin aquello que al cliente no le importa y que se ha incorporado por inercia o porque así le conviene al que lo ofrece y no al que lo compra.
- Ampliar el acceso a ciertos mercados. Existen productos que por su naturaleza o precio sólo se han enfocado a ciertos segmentos, cuando se busca romper las barreras y hacer accesible un producto a otros mercados se rompen barreras.
La innovación va
contra la inercia de lo establecido y para ello siempre tendremos a la mano
esas dos palancas maravillosas que con capaces de cuestionarlo todo: ¿Cómo
podríamos? ¿Qué tal si…?
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab
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