Solemos creer que la innovación es fruto de un chispazo de la creatividad de personas fuera de lo común, y sin duda en ocasiones lo es así. Existe un cierto grado de serendipia en la generación de muchas innovaciones, sin embargo en la mayor parte de los casos, éstas son el resultado de un proceso y son el resultado de un grupo de ideas de las cuáles no todas fueron ejecutadas y de las cuáles tampoco todas fueron exitosas.
Pareciera que las ideas exitosas son el resultado de un embudo donde se separa la concepción de la ejecución y donde se separa también, la solución del problema a la creación de la oportunidad de negocio. No se determinan de un solo golpe, la solución a un problema y el desarrollo de un modelo de negocio exitoso.
También existe una fiebre de nuevas y mejores metodologías pero en el fondo, las metodologías no se pueden aplicar sino se tienen herramientas y las herramientas deben ser contextualizadas a la necesidad específica, es decir, exigen el dominio de la herramienta y su adaptación final.
Todo esto me ha hecho pensar, a lo largo de los años que las metodologías sin herramientas y sin una persona que las use y las adapte para fines específicos se convierten en buenos libros para leer pero no para poner en práctica.
Hoy existen un buen número de buenas y prácticas metodologías, la mayoría de ellas inspiradas en el usuario para construir sobre aquellas cosas que aprecia el cliente, aún cuando no siempre las puede expresar con claridad y mucho menos es fácil traducirlas a características concretas de productos o servicios. La razón parece clara, los desarrolladores no siempre tienen conocimiento de negocios y por eso se centran en el producto y viceversa, quienes tienen conocimiento de negocio y no de conocimiento técnico de producto no siempre van más allá de lo evidente.
Las herramientas se convierten en ese lenguaje común en el cual, los miembros de un equipo de diferente perfil pueden coincidir porque la visión de conjunto permite concretar aún con procesos mentales diferentes.
Pensemos por un momento como la aportación de Osterwalder con el Business Model Canvas ha servido para tener una mirada de conjunto de las partes indispensables de un modelo de negocio. El canvas de Osterwalder sin el conocimiento claro del usuario y sin el conocimiento claro de cuáles experimentos probar desde el área operativa es un buen juego sin sentido. De la misma manera pasa con LeanStartup, que sería de la metodología sin la claridad que nos aporta Ash con el Lean Canvas.
Imaginemos que sería de Design Thinking después de entender con claridad los procesos de empatía sino supiéramos como observar con detalle y registrar las observaciones. Que sería de las entrevistas que nos propone Blank en el Customer Development sino tuviéramos una técnica que nos permitiera eliminar el sesgo en las entrevistas y registrar las “señales” de los usuarios de forma ordenada para posteriormente desarrollar insights.
¿Será que por eso Osterwalder y Ash han impulsado iniciativas posteriores para sistematizar herramientas que les dieran vida a sus modelos? ¿Será que nos hacen falta más herramientas y el secreto del avance en los siguientes años será por ese camino?
Las herramientas son claves para aplicar la metodología y requieren de experiencia práctica para irlas afinando. También requieren del dominio de la metodología para contar con los elementos para hacerles los ajustes necesarios.
Después de dar muchas vueltas conviene reflexionar en que la mayor parte de las organizaciones quieren innovar pero no saben como hacerlo y sin expertos en método y herramientas esto será sólo un buen deseo. Las herramientas son necesarias, son indispensables y en mucho casos requieren adaptaciones porque hasta que te encuentras en medio de la dificultad es cuando la creatividad surge si pones los causes adecuados.
Muchos hablan de innovación pero pocos saben desarrollarla y otros muy pocos quieren correr el riesgo de ser verdaderamente innovadores, por la sencilla razón de que el cambio es muy sexy pero con riesgos. Existe una relación entre beneficio y riesgo, y es ahí donde la persona que dirige debe tomar decisiones sobre el futuro. Cuando llega ese momento, los métodos, las herramientas, la experiencia se pueden usar, pero cada decisión es única y ponemos en juego el riesgo de triunfar o fracasar.
Las metodologías y las herramientas bien usadas requieren de un conocimiento mixto entre las particularidades de negocio y el dominio de las herramientas, por esa razón concluimos que la innovación se logra cuando esa combinación de conocimientos diversos enfocados en un mismo objetivo es lo que permite los avances en las organizaciones. Estos cambios exigen entonces varios elementos para tener más posibilidades de salir exitoso:
- Estrategia
- Modelo (Metodología + herramientas + métricas)
- Innovadores expertos en modelo
- Conocimiento del negocio en particular (dueños, directivos y operadores de la organización)
- Cultura. Ambiente adecuado para el cambio
¿Tú que opinas?
Jorge Peralta
@japeraltag
@idearialab
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