sábado, 18 de mayo de 2013

¿Necesito socios?


Hace algunos años, cuando comenzábamos con la aventura de fundar una empresa, el papá de un buen amigo me aconsejaba: “No pongas en el balance lo que puedes dejar en el estado de resultados”. En aquel momento, no entendí su consejo, tal vez por no entender de forma práctica la importancia de saber leer con profundidad los estados financieros; pero al paso del tiempo, y sobre todo los aprendizajes de los fracasos me han hecho comprender la profundidad de sus palabras.

Los emprendedores solemos tener algunas tendencias, que por simples que parezcan determinan en buena parte el crecimiento de nuestras empresas y que nos empujan a buscar compañía en la aventura de emprender:

Compartir los miedos. El contar con alguien con quien dialogar, con quien reflexionar sobre las posibles alternativas, con quien apoyarnos en los momentos de duda, etc., son algunas de las causas que nos llevan a no emprender solos, a buscar quien recorra con nosotros esta ruta.

Complementar los talentos. Si vamos avanzando en nuestro proceso de madurez vamos descubriendo que no somos buenos para todo, que se requieren capacidades que nos hacen falta y que necesitamos complementar con otras personas. Una persona que no es madura suele pensar que puede solo que no necesita de nadie.

Complementar el capital. Todos los negocios, por pequeños que sean, requieren recursos para comenzar. En ocasiones nuestra capacidad de conseguir los recursos se agota sin completar lo necesario para arrancar.

Complementar red. Los contactos que se requieren para impulsar una idea y convertirlos en empresa no siempre están a nuestro alcance y buscamos quien, por razones de su medio social, su apellido o sus ámbitos profesionales puedan complementar nuestra red de contactos.

El miedo, la necesidad de talento complementario, la necesidad de capital o aprovechar la red de otras personas son las principales causas para que busquemos socios. Efectivamente, todas ellas son necesidades apremiantes y latentes en un emprendedor, pero ¿no es verdad que existen las terapias, los head hunters, los fondos de capital emprendedor y los eventos de networking?. ¿Por qué, estas necesidades nos obligan a buscar socios?, ¿No sería más fácil contratar servicios o personas que nos ayuden a todas las necesidades que tenemos a cambio de un pago? ¿Porqué compartir nuestro futuro y nuestro patrimonio a cambio de un servicio que nos ayudará a redondear nuestra propuesta de negocio?

La naturaleza humana necesita compartir, somos sociales por naturaleza, necesitamos hablar, dialogar, expresar todo aquello que tenemos dentro para conectar con otros. Sin embargo no siempre podemos compartir el futuro a cambio de resolver la necesidad del momento. Es algo así como el pago de bienes y servicios con una tarjeta de crédito, al principio resolvemos la necesidad pero pagando un precio que visto con perspectiva no siempre es la mejor opción, en ocasiones convenía mejor esperar un mejor momento para comprar.

Tener un socio es algo muy serio, compartes no solamente bienes, compartes un futuro, compartes patrimonio, compartes una parte importante de tu vida. Cuando pienses en ello intenta mirar más allá que solo el instrumento para resolver una problemática coyuntural. Tener un socio es un dinero inteligente en el que te recibes mucho más que recursos cuantificables, un verdadero socio puede mirar el futuro contigo aún desde su realidad personal, aún cuando su realidad sea distinta a la tuya convencido de 1+1= 3 porque trabajando juntos se logra más que sumando lo que cada uno podemos hacer por nuestro lado.

Jorge Peralta
@japeraltag

@innovadisrup



sábado, 11 de mayo de 2013

Innovar o emprender sin riesgo es retórica pura


Hace días hablaba con un amigo empresario en relación a la necesidad que tenía de pensar en las nuevas líneas de producto que le darían el crecimiento esperado para los próximos años. Por lo menos el 50% de sus principales líneas de producto se estaban volviendo un común denominador en la industria y su oferta estaba perdiendo elementos diferenciadores.

La última vez que lo había intentado perdió dinero y le había generado una crisis que lo había dejado tan mal parado y que le había tomado al menos un año regresar al estado que tenía antes del intento. Cualquiera podría pensar que este empresario se había quedado vacunado del intento innovador y evitaría meterse nuevamente en estos terrenos, sin embargo, aún con cierto temor ( este no desaparece nunca) comentamos de la necesidad de hacerlo nuevamente y que estaba dispuesto a correr el riesgo nuevamente.

No existe innovación sin riesgo; si un proyecto de innovación no genera dudas e incertidumbre, lo más probable es que se trate de un proyecto irrelevante. Si no genera tensión, lo más probable es que no estén involucradas las personas claves. Si no estas dispuesto a meterle, tiempo, recursos, corazón, lo mejor es… 
¡ esperar a que un competidor tome la delantera porque no estas preparado para intentarlo!

Nadie esta loco para ponerle un cerillo a un fajo de billetes, siempre tenemos la confianza en que nuestras decisiones tienen un alto grado de posibilidades de ser exitosas, de otra forma no lo haríamos, pero efectivamente necesitamos perder el miedo a correr riesgos. Si no hay ciertos riesgos, lo más probable es que no estamos generando ninguna innovación.

En ocasiones esta actitud de reto, de avance, es lo que puede dormirse en un emprendedor, pero más que un riesgo directamente ligado a la empresa o a los nuevos  proyectos, esta el riesgo de no querer exigirnos más nosotros mismos. Llega un punto en el que nos damos cuenta que necesitamos avanzar e innovar con nosotros mismos, como por ejemplo estudiar de nuevo, mejorar ciertas aspectos de nuestra personalidad o hábitos muy arraigados que nos implicarán un nuevo esfuerzo, ¡y esto es justo lo que más trabajo cuesta!, que aún a nuestros 30, 40 o 50 y después de ser relativamente exitosos en nuestra actividad nos demos cuenta que existen temas en los que necesitamos transformarnos, luchar, mejorar una vez más.

Tal vez para un emprendedor, el paso más difícil cuando ya tiene su proyecto caminando, es el proyecto de crecer hacia dentro, independientemente del momento en el que nos encontremos personalmente o profesionalmente. Si no nos la tomamos en serio y le metemos horas, esfuerzo y lucha, los deseos de emprender e innovar serán retórica pura, un buen deseo.

Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup




sábado, 4 de mayo de 2013

Si emprendes necesitas un mentor


El camino del emprendedor es un camino de soledad, en el que mucha gente opina al respecto de tu proyecto pero al final del día te encuentras sólo contigo mismo para enfrentar esas decisiones que tienes que tomar. Aún cuando tengas un equipo con el que estés en este proceso, quien tiene el deber de hacer cabeza en un equipo, tendrá  momentos de indecisión en el que necesariamente debes tomar un camino específico.

Emprender implica tomar decisiones constantes de cierta envergadura que, el sólo hecho de tomarlas te lleva por caminos inciertos, pero que avanzar en la decisión y en la ejecución te van llenando de confianza, confirmando que en este camino profesional no tendrás más rumbo que el que tú mismo decidas.

Emprender te va llenando de una sensación de independencia que después es muy difícil dar marcha atrás, porque es justamente uno de los frutos de este camino: la libertad de pensamiento, la independencia de acción. Emprender se vuelve una “enfermedad” incurable y progresiva de la que difícilmente te curas y en la que el fracaso lejos de alejarte de este camino, te da más confianza de que las próximas veces serán mejores.

En este camino de emprender renuncias a la comodidad de recibir un ingreso fijo y sin correr riesgos sobre tu patrimonio, a cambio de ser tu mismo quien marque las coordenadas de tu rumbo poniendo en juego tu futuro en cada decisión. En muchas de esas decisiones acertarás confirmándote en tu camino, pero en algunas otras no será así ya que es imposible no fracasar alguna vez. Lo importante es que tengas un balance positivo entre las decisiones acertadas y las erróneas para continuar avanzando, en ocasiones a ritmo acelerado, en otras a ritmo semi-lento pero avanzando al fin.

El sabor de la libertad y la independencia no tiene equivalente, ¿Cuánto vale esto para un emprendedor? Es algo tan adictivo y tan profundo que es difícil evaluar, pero la respuesta es: ¡MUCHO! Tanto que se esta dispuesto a pagar un precio muy a alto para mantenerlas.

Sin embargo dentro de esta felicidad real por dedicarte a lo que quieres y tener el volante de tu vida en tu mano para decidir el rumbo, se corre el grave riesgo de dejar escuchar, de querer tener siempre la razón, de querer imponer tu punto de vista, de pensar que nadie puede decirte que algo no funciona bien, o que algo puede hacerse de una mejor forma.

En ocasiones escuchar y aceptar la necesidad de un cambio de rumbo es un asunto muy complicado porque requiere algunas virtudes de las que no suelen acompañar el éxito, una de ellas es la sencillez y la otra es la humildad. La primera para quitarte sofisticación a tu mente y a tu vida, la segunda para reconocerte tal cual eres, susceptible de cualquier error como cualquiera. Sin embargo estas virtudes no suelen ser muy sexis y con frecuencia tienen mala prensa, no son tan atractivas como para quererlas sin explicación.

Necesitas consejo, necesitas rodearte de gente buena interesadas en tu persona y en tu proyecto que te puedan orientar, a los que puedan consultar en tus dudas existenciales y que no esperen que “obedezcas” sus indicaciones porque esa palabra no esta en el diccionario de un emprendedor. Pero tampoco esta en avanzar sin consejo porque es camino más rápido para perder el rumbo y dejarte llevar por tus querencias, que no siempre son el mejor camino a tomar.

Escuchar es una práctica que muchos emprendedores dejamos de practicar y cuando reconocemos que verdaderamente lo necesitamos, en más de una ocasión descubrimos que vamos tarde. Nunca es mal momento para rectificar y confirmar que el proyecto de emprender es un proyecto de vida tan importante que conviene tener un faro en el camino que te pueda indicar el rumbo.

Se requiere de un mentor en el que te puedas apoyar para ser mejor, que te pueda decir Si cuando es un Sí y No cuando es un NO, que te pueda mirar a los ojos para decirlo y que al mismo tiempo te respete si piensas distinto que él. El solo ejercicio de hablar y escuchar te llevará a la reflexión para tomar mejores decisiones.

Jorge Peralta
@japeraltag

@innovadisrup

sábado, 27 de abril de 2013

Seguridad y Reto, dos caras de una moneda


Hace algunos días reflexionaba sobre el proceso mental que sigue un director o un emprendedor para explicarle a su equipo sobre la necesidad de hacer un cambio en su organización o en su forma de actuar. Entre más profundo sea el cambio requerido mayor será la incertidumbre que provoque en las personas y en el equipo, trayendo como consecuencia la necesidad de una guía especial que pueda orientar correctamente disminuyendo los impactos que la incertidumbre provoca en las personas.

La incertidumbre es la inseguridad que se tiene sobre el futuro. En si misma no tiene una connotación positiva o negativa, sin embargo, el no tener control sobre nuestro futuro genera una sensación de inquietud que en algunos casos provocar una inseguridad que termina por paralizar a las personas. La incertidumbre violenta  nuestra necesidad de seguridad.

Una de las características que tienen los emprendedores es justamente el manejo que le dan a la incertidumbre porque en ese camino profesional, son mucho más grandes las variables que están fuera de control que aquellas de las que se tiene certeza. Tal vez la “única” certeza que tiene un emprendedor es que lo único seguro es la muerte,  los impuestos ( esta versión es cierta a partir de 2013 con la facturación electrónica) y su deseo de trascender.

En el caso de las personas que dirigen una organización que requiere un proceso de cambio sucede algo similar. Tomar la decisión de iniciar un proceso de cambio no es un asunto menor, la competencia en todos los mercados es tan grande y tan cruda que el cambio se ha vuelto la única constante porque de otra forma salir del mercado es un riesgo mayor, pero este cambio genera miedo. El miedo a salir de nuestra zona de confort el algo propio de la naturaleza humana, así somos y así seremos.

Existe otra necesidad, que al igual que la seguridad, forma parte de nuestra naturaleza, esta es la necesidad de reto. Esta necesidad es el motor que mantiene en forma nuestra vida, que nos mantiene vivos, mentalmente activos y que es capaz de ayudarnos a superar cualquier limitación física. En la medida que vamos construyendo la necesidad de seguridad, vamos limitando nuestra capacidad de reto y eso va disminuyendo nuestras capacidades para enfrentar lo desconocido.

La clave para una persona madura es que vaya equilibrando la seguridad y el reto para que vayan apareciendo en su comportamiento la prudencia y la audacia, que no son virtudes contradictorias sino dos facetas de una personalidad que sabe en que momento avanzar hacia lo desconocido y en que momento disfrutar todo lo que tiene.

La persona madura va poniendo retos en la medida en la que la comodidad no le impide cumplir sus sueños, porque una persona madura se caracteriza por su energía para construir su propio sueño y así no terminar construyendo el sueño de alguien más.

Jorge Peralta
@japeraltag

@innovadisrup