Hace unos días tuve la fortuna de regresar a mi universidad, dónde
curse mis estudios universitarios de ingeniería para platicar un nutrido grupo
de estudiantes a punto de graduarse sobre la vocación a emprender.
En los primeros momentos de la charla y durante las primeras
palabras de la presentadora note cierta apatía en una buena parte de la
audiencia; era más la atención que ponían a sus smartphones que a lo que
escuchaban, parecía que sería una misión imposible capturar su atención; note
cierto desgano, aburrimiento, apatía y demás actitudes evasivas. Mi primer
juicio al respecto giro alrededor de las características de los “millennials”
que tanto hemos escuchado en los últimos años, sin embargo decidí intentarlo, ya estaba ahí, no tenía nada que perder.
Después de esta primera impresión y cuando me pasaron el
micrófono, necesitaba capturar su atención de alguna manera; comencé la
charla diciéndoles que esto no sería una conferencia, que sería un diálogo en
el que podían preguntar, lo que quisieran, cuando quisieran; que en ningún
momento interrumpían. Poco a poco se fueron metiendo en la charla, fue una
charla de “colegas” en las que, sin perder profundidad, fue poner el escenario
respecto a lo que sucedía en el país, de nuestra poca productividad, de la
necesidad de innovar, de ser diferentes, de pensar en grande, de crear su
propio camino, con la conclusión de que ellos mismos debían construir su sueño,
con el convencimiento de que la consecuencia de no hacerlo sería construir el
sueño de alguien más y no el suyo.
Esta experiencia completó un primer semestre del año en el que me
enfrenté casi semanalmente a charlar con chicos universitarios sobre mis temas de siempre: emprender e innovar, o más propiamente emprender con innovación. Después de
varios años venía participando periódicamente en la formación de profesionales que cursaban un executive MBA y también un MBA Full Time. Cambiar a un perfil de
estudiante más joven ha sido todo un desafío y me han permitido adentrarme más
en la vida universitaria, lo cual trae incluido el beneficio de ganar en "juventud" al menos en la mentalidad.
De esta charla saque tres aprendizajes, que te quiero compartir; la mayoría no son conclusiones nuevas, sino una reafirmación de impresiones que
he venido constatando a lo largo del tiempo y que me obligan a tomar acción
sobre la forma en la que en el futuro debo enfocar mis interacciones con
universitarios:
1.- El centro de gravedad de la educación universitaria ya no es
el profesor si no el alumno mismo.
Los alumnos desean vivamente que les enseñen algo que no puedan
encontrar en google. Será inevitable que casi inmediatamente constaten la
veracidad de lo que les dicen en el aula con una búsqueda en google y
cuestionarán más vivamente si lo que escuchan no corresponde con lo que ellos
ven en la pantalla y analizan de forma inmediata. Los alumnos requieren más
inspiración que información y eso es lo más preciado que les puede aportar un profesor, más aún si esos profesores "viven" lo que es enseñan y no enseñan lo que han aprendido en un libro.
2.- Ayudarlos a pensar en grande
Cuando los sueños de los jóvenes se aterrizan desde la mediocridad
de los adultos, los ayudamos a ser realistas pero no a pensar en grande. Hablar
del pasado para aprender del futuro no siempre es la mejore referencia, más aún
en un mundo en lo que sus premisas cambian constantemente.
Vivimos en un mundo con tantos retos y tantas cosas que mejorar
como para no pensar en resolverlos; la juventud es el mejor momento para pensar
en cambiar el mundo, después será más difícil.
3.- Validar en lugar de teorizar
Pasar del pizarrón a la acción para comprobar de una u otra forma
que lo que se plantea corresponde con la realidad y que no es solamente un
ejercicio intelectual, valioso pero que no tendrá consecuencias reales. Ir a donde el excel y el power point no pueden llegar.
Después de hablar con estos jóvenes confirmo mi teoría de que una
de las principales barreras en nuestro sistema educativo, desde los primeros
pasos hasta la educación universitaria, no es la falta de recursos sino la
escasez de verdaderos profesores que sean capaces de ayudarlos a pensar en
grande, de ayudarlos a construir su sueño, porque de otra forma terminarán
construyendo el sueño de alguien más o terminarán no sacando el máximo
potencial a su talento. De profesionales auténticos que los guíen por los senderos de incertidumbre que implica diseñar el futuro.
Los profesores o formadores de jóvenes tendrán que cuestionarse si son capaces de enseñar algo que no se encuentre en google, una experiencia de vida que sea capaz de inspirar a otros.
¿Tu que opinas?
Jorge Peralta
@japeraltag
www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup
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