Vivimos en un mundo en el que se han multiplicado las herramientas
de comunicación. Cada vez podemos comunicarnos de forma más barata,
instantánea, sin embargo eso nos ha llevado a incrementar su frecuencia,
disminuir la profundidad de sus contenidos y en ocasiones a abusar del mensaje
escrito sustituyendo las conversaciones.
Vivimos bajo una epidemia de los mensajes escritos. Las personas
prefieren escribir que hablar, y eso redunda en un aislamiento que no favorece
la comunicación. Se ha convertido en un buen vehículo para evitar
conversaciones que pueden resultar incómodas, o bien se dedica mucho tiempo a
escribir un mail para resolver un asunto que se podría arreglar en una llamada
telefónica.
Estamos olvidando que hablando se entiende la gente, hemos
sustituido la conversación por mensajes o correos. Si bien la tecnología acerca
maravillosamente las distancias, el abuso de la misma limita nuestras
capacidades de empatía con las personas.
¿Cuántos correos basura se acumulan en nuestras bandejas de entrada y
cuantos mails envenenados se usan para discutir, acusar y dañar reputaciones de
las personas?
Existen estupendas herramientas para comunicarnos rápidamente para
recibir una información para definir un lugar de cita, para armar una agenda,
pero nunca sustituirán una conversación cara a cara cuando es necesaria-
¿Cuántas conversaciones que requerían estar cara a cara las has sustituido por
mensajes escritos por falta de valor?
Una buena conversación debe estar nutrida de dos elementos
principales: de una argumentación sólida con un contenido valioso y también con
la empatía necesaria que logre abrir las conciencias para ponerlas en sintonía
de recibir el contenido. Si falta alguna de estos dos elementos, será una
conversación que quedará en el olvido con una nula capacidad de transformación.
Una buena conversación que logra transmitir un contenido útil,
valioso y además logra conquistar la voluntad de la persona o personas que lo
escuchan, penetra en lo más profundo de la persona logrando la capacidad de
generar inspiración y provocar acciones concretas en su conducta, abriendo así
la posibilidad de transformar vidas.
Las conversaciones inspiradoras son tan necesarias y tan escasas,
vivimos en mundo en el que abunda la información pero faltan personas capaces
de inspirar a otras y lograr transformar este mundo por uno mejor. ¿No crees que debes reflexionar sobre la forma en la que te comunicas e influyes en otras personas?
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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