Esta semana de Pascua tuve la oportunidad de ir al cine para ver Insurgente, la segunda parte de la serie “Divergente” de la
trilogía de Verónica Roth
La primera película, Divergente
me impacto, y este segundo episodio tal vez más; y no me refiero a su
realización, ni a la actuaciones, ni siquiera a los efectos especiales, todos
ellos me parecieron buenos; más bien lo que más me impactó fue su mensaje. En
nuestra sociedad se castiga la diversidad, aún aquellos que la apoyan, lo hacen
construyendo una posición “contra algo” o “anti algo” y así nuestra sociedad
esta llena de filias y fobias, de bandos, de partidos, de grupos que se sienten
diferentes de los demás y nacen esos nuevos nichos como son los Hipsters, los
Dinks, los metrosexuales, como nuevas formas de diferenciarse.
La película me hizo reflexionar sobre que tanto nos preparamos
para ser diferentes, para desarrollar cierta dosis de autenticidad o si nos
estamos preparando para ser sólo una mano de obra calificada, apta para cierto
tipo de trabajos descuidando tal vez el más importante, la capacidad de pensar,
la capacidad de ser únicos, de ser diferentes, de ser mejores.
Desafortunadamente los sistemas educativos nos orientan más a la repetición que
a la reflexión, a seguir instrucciones en vez de proponer nuevas rutas.
Hace mucho tiempo, en lo que respecta a la educación, las personas
estudiaban como una oportunidad para saber más. Poco tiempo después, estudiar
una carrera universitaria era el mejor camino para asegurar un futuro
profesional y generar mayores ingresos que aquellos que no podían estudiar. El
mundo se diseño de esa forma y bajo esa perspectiva se organizó el orden
social.
La educación es una gran diferencia entre los pueblos, entre aquellos
que tienen mayores posibilidades por que son más productivos, más innovadores,
con una cultura de trabajo más desarrollada y aquellos que se han quedado en
los tiempos en los que existían dos bandos: los del capital y los del trabajo.
Sólo había dos caminos, el de los que poseían los bienes de capital y los que
poseían su fuerza de trabajo. La educación es esa gran oportunidad que ofrece, a los que no tienen capital
La ONU ha querido usar como parámetro de desarrollo la educación y
ha desarrollado un índice de “bienestar” que es el índice de Desarrollo Humano
en el que considera tres factores básicos para hablar de desarrollo: el acceso
a la salud, el acceso a le educación y la generación de riqueza. En ese índice
México se encuentra en media tabla, con sus ajustes pero cada año rondamos el
lugar 60 como un desarrollo alto, pero detrás de países como Uruguay, Argentina
ocupando lugares rondando el 40.
Hoy ese mundo se tambalea, los parámetros han cambiado, surge un
nuevo orden en el que los estudios son una buena herramienta pero no lo son
todo. Eso esta provocando una nueva polarización, la de aquellos que quieren
mantener el status quo y la de aquellos que quieren reconfigurar un nuevo orden
puesto bajo otras reglas.
El mundo ha avanzando por caminos de estandarización y casi todo
se quiere revisar bajo parámetros y métricas internacionales, estableciendo
“rankings”, “benchmarks” para competir. Tal vez ha sido muy importante para los
que se encuentran apenas cumpliendo con lo mínimo, estar dentro de un parámetro
de estandarización, de cumplimiento, sin embargo esta estandarización nos ha
llevado a perder singularidad. Si todos buscan cumplir con un ranking bajo
ciertos parámetros, todos terminan pareciéndose un poco, siendo muy “similar” a
sus competidores.
Nuevamente en lo que respecta a la educación, existe hoy una preocupación
de las universidades por aparecer en el “ranking” internacional, por aparecer al
menos en la lista de las mejores escuelas del “Reforma” (periódico local líder
del centro de México). A todas las acaban midiendo con los mismos
factores. Y los parámetros bajo los que
miden a las instituciones es más una “encuesta” de percepción con profesores y
empleadores que le mete un ingrediente de subjetividad muy importante. En el
caso de los MBA´s la lista considera factores como “profesores con doctorado” y
“doctorado en el extranjero” como si esos parámetros fueran en si mismos una
garantía de calidad.
Todo control, todo factor de medición lleva a inducir
comportamientos, a llevar a las personas a buscar ciertos resultados que
posiblemente no están alineados con los objetivos de cada institución, sino más
bien orientados a la estandarización, La consecuencia es que en muchos casos no
exista diferencia entre estudiar en una escuela u otra, que los contenidos sean
similares, incluso en algunos casos hasta los profesores los mismos y que el
principal factor de diferenciación sea la socioeconómica, dividiendo a los que
pueden pagar cierta universidad y los que no la puedan hacer.
El mundo esta avanzando más rápido que lo que avanzan muchas
instituciones educativas, más preocupadas por cuidar el status quo que por
provocar un cambio. En muchos casos las universidades se convirtieron en una
fábrica de obreros de cuello blanco que personas soñadoras con deseos de
cambiar el mundo. Se convirtieron en instituciones más preocupadas por darle
gusto a los empleadores que por generar cambios y avances en la sociedad. La
universidad dejo de ser ese espacio adecuado para la movilidad social y hoy
esta provocando una sociedad más polarizada.
El pensamiento divergente es una búsqueda de alternativas creativas y diferentes para la solución de problemas
Sin embargo, ser divergente sigue siendo igual de peligroso que antes, hoy
formalmente no hay censura a casi ninguna postura, pero se esta privilegiando
la estandarización y lo la diferenciación. Al menos en las universidades
existen pocos elementos de diferenciación, y están preparando a sus egresados
para que sean muy similares a los demás.
Hoy todos aprecian el ser diferentes pero nadie te quiere orientar
a verdaderamente serlo, es más fácil dejarse llevar por un ranking que plantea
parámetros para que los menos capaces se pongan a un nivel mínimo, pero que no impulsa
la diferenciación como un factor en el que cada uno pueda plantear aquellos
elementos que lo harán mejor y diferente.
Hoy la divergencia es tan poco común que hasta la tienen que hacer
película, los divergentes terminan siendo esos bichos raros que se revelan
contra la estandarización abriendo dos alternativas: la de ser personas apreciadas
en las organizaciones por su capacidad de modelar y transformar el futuro o se convierten en
un peligro para mantener el status quo en aquellos que lo privilegian. ¿Divergente
o estándar?, ¿Tú que opinas?
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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