sábado, 11 de abril de 2015

¿Divergente o estándar?

Esta semana de Pascua tuve la oportunidad de ir al cine para ver Insurgente, la segunda parte de la serie “Divergente” de la trilogía de Verónica Roth

La primera película, Divergente me impacto, y este segundo episodio tal vez más; y no me refiero a su realización, ni a la actuaciones, ni siquiera a los efectos especiales, todos ellos me parecieron buenos; más bien lo que más me impactó fue su mensaje. En nuestra sociedad se castiga la diversidad, aún aquellos que la apoyan, lo hacen construyendo una posición “contra algo” o “anti algo” y así nuestra sociedad esta llena de filias y fobias, de bandos, de partidos, de grupos que se sienten diferentes de los demás y nacen esos nuevos nichos como son los Hipsters, los Dinks, los metrosexuales, como nuevas formas de diferenciarse.

La película me hizo reflexionar sobre que tanto nos preparamos para ser diferentes, para desarrollar cierta dosis de autenticidad o si nos estamos preparando para ser sólo una mano de obra calificada, apta para cierto tipo de trabajos descuidando tal vez el más importante, la capacidad de pensar, la capacidad de ser únicos, de ser diferentes, de ser mejores. Desafortunadamente los sistemas educativos nos orientan más a la repetición que a la reflexión, a seguir instrucciones en vez de proponer nuevas rutas.

Hace mucho tiempo, en lo que respecta a la educación, las personas estudiaban como una oportunidad para saber más. Poco tiempo después, estudiar una carrera universitaria era el mejor camino para asegurar un futuro profesional y generar mayores ingresos que aquellos que no podían estudiar. El mundo se diseño de esa forma y bajo esa perspectiva se organizó el orden social.

La educación es una gran diferencia entre los pueblos, entre aquellos que tienen mayores posibilidades por que son más productivos, más innovadores, con una cultura de trabajo más desarrollada y aquellos que se han quedado en los tiempos en los que existían dos bandos: los del capital y los del trabajo. Sólo había dos caminos, el de los que poseían los bienes de capital y los que poseían su fuerza de trabajo. La educación es esa gran oportunidad que ofrece, a los que no tienen capital

La ONU ha querido usar como parámetro de desarrollo la educación y ha desarrollado un índice de “bienestar” que es el índice de Desarrollo Humano en el que considera tres factores básicos para hablar de desarrollo: el acceso a la salud, el acceso a le educación y la generación de riqueza. En ese índice México se encuentra en media tabla, con sus ajustes pero cada año rondamos el lugar 60 como un desarrollo alto, pero detrás de países como Uruguay, Argentina ocupando lugares rondando el 40.

Hoy ese mundo se tambalea, los parámetros han cambiado, surge un nuevo orden en el que los estudios son una buena herramienta pero no lo son todo. Eso esta provocando una nueva polarización, la de aquellos que quieren mantener el status quo y la de aquellos que quieren reconfigurar un nuevo orden puesto bajo otras reglas.

El mundo ha avanzando por caminos de estandarización y casi todo se quiere revisar bajo parámetros y métricas internacionales, estableciendo “rankings”, “benchmarks” para competir. Tal vez ha sido muy importante para los que se encuentran apenas cumpliendo con lo mínimo, estar dentro de un parámetro de estandarización, de cumplimiento, sin embargo esta estandarización nos ha llevado a perder singularidad. Si todos buscan cumplir con un ranking bajo ciertos parámetros, todos terminan pareciéndose un poco, siendo muy “similar” a sus competidores.

Nuevamente en lo que respecta a la educación, existe hoy una preocupación de las universidades por aparecer en el “ranking” internacional, por aparecer al menos en la lista de las mejores escuelas del “Reforma” (periódico local líder del centro de México). A todas las acaban midiendo con los mismos factores.  Y los parámetros bajo los que miden a las instituciones es más una “encuesta” de percepción con profesores y empleadores que le mete un ingrediente de subjetividad muy importante. En el caso de los MBA´s la lista considera factores como “profesores con doctorado” y “doctorado en el extranjero” como si esos parámetros fueran en si mismos una garantía de calidad.

Todo control, todo factor de medición lleva a inducir comportamientos, a llevar a las personas a buscar ciertos resultados que posiblemente no están alineados con los objetivos de cada institución, sino más bien orientados a la estandarización, La consecuencia es que en muchos casos no exista diferencia entre estudiar en una escuela u otra, que los contenidos sean similares, incluso en algunos casos hasta los profesores los mismos y que el principal factor de diferenciación sea la socioeconómica, dividiendo a los que pueden pagar cierta universidad y los que no la puedan hacer.

El mundo esta avanzando más rápido que lo que avanzan muchas instituciones educativas, más preocupadas por cuidar el status quo que por provocar un cambio. En muchos casos las universidades se convirtieron en una fábrica de obreros de cuello blanco que personas soñadoras con deseos de cambiar el mundo. Se convirtieron en instituciones más preocupadas por darle gusto a los empleadores que por generar cambios y avances en la sociedad. La universidad dejo de ser ese espacio adecuado para la movilidad social y hoy esta provocando una sociedad más polarizada.

El pensamiento divergente es una búsqueda de alternativas creativas y diferentes para la solución de problemas

Sin embargo, ser divergente sigue siendo igual de peligroso que antes, hoy formalmente no hay censura a casi ninguna postura, pero se esta privilegiando la estandarización y lo la diferenciación. Al menos en las universidades existen pocos elementos de diferenciación, y están preparando a sus egresados para que sean muy similares a los demás.

Hoy todos aprecian el ser diferentes pero nadie te quiere orientar a verdaderamente serlo, es más fácil dejarse llevar por un ranking que plantea parámetros para que los menos capaces se pongan a un nivel mínimo, pero que no impulsa la diferenciación como un factor en el que cada uno pueda plantear aquellos elementos que lo harán mejor y diferente.

Hoy la divergencia es tan poco común que hasta la tienen que hacer película, los divergentes terminan siendo esos bichos raros que se revelan contra la estandarización abriendo dos alternativas: la de ser personas apreciadas en las organizaciones por su capacidad de modelar y transformar el futuro o se convierten en un peligro para mantener el status quo en aquellos que lo privilegian. ¿Divergente o estándar?, ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

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