domingo, 22 de octubre de 2017

Ideas revolucionarias

En ocasiones las ideas revolucionaras emocionan pero las vemos lejanas, nos parecen inaccesibles o sólo aptas para personas sobresalientes y nosotros nos vemos más bien cercanos a la normalidad. Sin embargo las ideas no tienen precio, ni tampoco tienen tiempo, vienen cuando se conversan, cuando se maduran en el diálogo en observar con claridad las necesidades de las personas, tanto de los clientes como de los No clientes.

Cuando partimos de la situación actual, nos cuesta más mirar a grandes distancias porque la realidad nos ata, sin embargo cuando intentamos ampliar nuestra visión y vemos como otras organizaciones crecen exponencialmente nos permite soñar y pensar que no nos falta capacidad sino nos falta visión, capacidad de soñar, mirar más allá de los límites de nuestra mente.

Entender como Airbnb ha crecido en 4 años para equiparar el mismo tamaño de Marriot con 88 años nos lleva a pensar que ahí, en esa visión hay una clara revolución; no hay otra forma de crecer exponencialmente si no es desde una visión que rompe con los esquemas. Lo mismo han hecho Uber, google, etc. todas tienen una gran visión que parte de un lugar fuera de la caja donde los demás funcionan.

Estas historias nos tendrían que hacer reflexionar sobre nuestra actividad, ¿De verdad nos estamos poniendo metas grandes o nos estamos dejando llevar por las inercias? Nos falta ambición, nos sobran miedos, nos aferramos a la seguridad de lo que tenemos, nos preocupa adentrarnos en rutas de incertidumbres.

En ese proceso, algunos esquemas como el de los círculos dorados de Simón Sinek nos podrían ayudar a una reflexión más profunda para apoyarnos en un punto de partida que nos lleve a poner la mirada más allá de lo que podemos ver de forma ordinaria.

Las 4 preguntas clave que debemos plantearnos antes de comenzar el análisis son las siguientes:

¿Para quién lo harás? ¿Por qué es importante hacerlo? ¿Cómo lo vas a lograr? ¿Qué harás?



De forma ordinaria nos enfocamos mucho en el qué y si acaso en el cómo, tenemos una pasión por centrarnos en la ejecución eficaz y no en hacernos preguntas que nos puedan mover del carril en el que circulamos.

Preguntarse ¿Para qué? Nos permitirá ponerle un propósito a nuestra actuación. Simón Sinek nos señala que las organizaciones exitosas son aquellas que nos comunican de forma eficaz el porqué.

“La gente no compra los productos que hacemos, compra las razones por las cuáles lo haces. Si hablas al corazón de sus creencias, atraerás a los que creen lo mismo”: Simón Sinek

Si primero nos centramos en aquellas personas a las que les queremos cambiar la vida, después buscamos su propósito, lo que los hace actuar, después pensamos en cómo lo podríamos lograr, los productos terminan siendo una consecuencia de lo demás. Se trata de un proceso inverso al que muchas empresas hacen: primero cuentan con un gran producto y luego buscan quién se los puede comprar.

Se trata de pensar diferente, sino llegaremos a los lugares comunes donde todos los demás también llegan, sino pensamos en grande no llegaremos lejos. Las ideas revolucionarias, no llegarán a la primera, llegan después de dar vueltas y vueltas con la mirada puesta en el futuro; después de pensar y pensar, de probar y probar, de equivocarte una y más veces, de intentar de nuevo con la mirada puesta en las personas a las que les queremos cambiar el mundo podremos aspirar a algo más. Recuerda, como decía, Dalí: “ La inspiración existe pero te debe encontrar trabajando”.

Jorge Peralta
@japeraltag


@idearialab

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