sábado, 13 de diciembre de 2014

La innovación requiere un método. Método ID.

Hoy la innovación se ha puesto de moda, todos quieren innovar, incorporan la palabra “innovación” en sus marcas, en sus valores, en su misión, etc., sin embargo en mucho casos se esta convirtiendo e un lugar común sin rumbo y sin significado.

La realidad es que la innovación tiene su límite en la organización, una empresa podrá innovar hasta donde su propia organización lo permite. No solo tiene que ver los recursos que se destinan para ello sino la forma en la que la cultura de la organización manejan sus procesos de cambio.

¿Quieres saber que tan capaz es una organización para innovar?

Tienes que analizar la forma en la que procesan sus errores, las actitudes que premian y las que toleran, la forma en la que el mérito decide sobre el crecimiento de las personas, la capacidad que tienen para desprenderse de sus paradigmas, la forma en la que piensan en el futuro, si están más preocupadas por cuidar el status quo o quieren ir hacia delante. Todas estas razones están más relacionadas con el comportamiento humano que con la tecnología, de tal forma que el eje de la innovación esta centrado den la persona.

Aquellas empresas en las que todo mundo es tan educado que los mediocres no se sienten incomodos aportando poco porque bien saben nadie les dirá nada; aquellas en las que se puede “nadar de muertito” siendo muy correcto aún cuando no se aporte nada a la organización; aquellas en las que se desea más agradar a todo mundo para no entrar en conflicto con nadie; etc. Esas son las organizaciones en las que difícilmente hay cambios porque la mayoría esta interesado en que todo siga igual.

La cultura de la innovación tiene sus detonadores, no hay una cultura innovadora sino hay un loco innovador detrás, que este impulsándola, esas personas que en ocasiones pueden ser conflictivas por meterle un estrés a la organización por sacarlos de su zona de confort, pero que tienen el arrojo necesario para inspirar a otros, esa capacidad para generar lealtades cuando se plantean metas grandes y se va por delante poniendo el ejemplo. No es posible la innovación sino hay un innovador detrás que propicie una organización con cultura de innovación.

La innovación requiere autenticidad, una visión del futuro prometedora e inspiradora, sin embargo esto es poco sino se cuentan con las herramientas suficientes para caminar por senderos poco trazados donde más bien se tiene que abrir brecha por lo desconocido. Para ello se requiere un proceso que nos vaya dando luces en el camino y que permita manejarse en incertidumbre pero que al mismo tiempo nos vaya orientando sobre si vamos avanzando o no con nuestros objetivos.

Este proceso permitirá poner las bases de la ruta de la innovación. Ordinariamente se plantean ámbitos claros en los que se busca la transformación: nuevos productos, nuevas experiencias, nuevos canales de distribución, fortalecer ventajas competitivas, nuevos mercados, diseños organizacionales nuevos, etc. Cada uno de ellos requerirá un proceso de cambio propio, desde el diseño de la propuesta hasta su puesta en marcha y continuando con su monitoreo periódico que permita un análisis de los resultados.

Un proceso que te puede ser útil cuando te has decidido a innovar y te permite tener un hilo conductor es el método que hemos venido construyendo a lo largo de estos años:
  1. Definir la estrategia. ¿Hacia donde vamos? ¿Cuál es nuestro propósito como empresa? ¿En que temas seremos los mejores? ¿Qué cosas nos hacen verdaderamente diferentes a los clientes?
  2. Definir los objetivos de la innovación. ¿Para qué queremos innovar si así estamos bien? ¿Cuál es nuestro propósito para meternos en un proceso de innovación?
  3. Construir una cultura de innovación. NO puede existir innovación sin innovadores que la pongan en marcha.
  4. Seguir un método para la generación y filtrado de ideas con el objetivo de convertirlas en proyectos, a través de herramientas de pensamiento divergente y convergente.
  5. Definir un equipo de ejecución con métricas que permita medir el avance del proceso y el impacto en los beneficios cuantitativos y cualitativos planteados.



Sin un proceso para innovar y una cultura de innovación para llevarla a cabo, las buenas intenciones serán solo eso: buenas intenciones. ¿Tú que opinas?

Jorge Peralta
@japeraltag


@innovadisrup

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