Una idea no vale nada porque la mayor parte de las veces, las
ideas que se convierten en negocios terminan aprovechando una evolución de la
idea que poco se parece a la original porque siempre cambian y se van adaptando
según conviene.
Se aterriza en la realidad cuando salimos de los conceptos,
aterrizando en un prototipo, para posteriormente instalarnos en la decisión de
cliente sobre si vale la pena que nos entregue su dinero por una promesa de
producto o servicio según sus expectativas.
Este es el punto más duro, cuando convencemos de que vale la pena
abrir la cartera y sacar un billete; mientras eso no suceda tenemos sólo una
buena idea. Así que si estamos seguros que lo importante se da al enfrentar al
cliente real, hay que llegar a ese momento cuanto antes, sin retrasos
innecesarios que la mayor parte de las veces son provocados por el miedo.
En la práctica, para la gran mayoría de las actividades
cotidianas, empezar a trabajar
sobre las cosas lo antes posible ayudará a alcanzar el resultado esperado
más rápidamente que si le dedicamos tiempo a una “planificación” que nos lleve
a adivinar en detalle qué se va a hacer en el futuro. En cambio todas aquellas cosas que se salen
de lo cotidiano y tienen un valor relevante en nuestra actividad requieren de
un tiempo especial para pensar y para poner algunas métricas que nos permitan
ver si avanzamos o no.
En una sociedad en evolución
constante como la nuestra, siempre estamos rodeados de nuevas limitaciones,
retos y oportunidades, lo que nos plantea la necesidad de adaptar los planes y las prioridades de forma
permanente. Aquello que parecía una buena idea dos semanas atrás,
puede parecer hoy un total sinsentido a la luz de las nuevas
circunstancias. Por esta razón necesitamos estar preparados para cualquier oportunidad que pueda surgir, sin
olvidar los compromisos ya existentes y tratando de cumplir con ellos
La velocidad con la que podamos identificar las oportunidades y
validar si aquello que hemos pensado es verdaderamente una oportunidad de
negocio, será clave en el éxito de cualquier iniciativa. Para lograrlo suele
ser útil el uso de métodos ágiles que nos permitan ir con rapidez de la
identificación del problema a una propuesta de valor preliminar que permita construir un prototipo
que facilite la validación de hipótesis y que sea susceptible de mejoras hasta
llegar al producto mínimo viable (MVP por sus siglas en inglés).
Para pasar del problema a la propuesta de valor preliminar te
propongo un esquema de "boceto de idea" que es una adaptación de algunos esquemas de propuesta de valor de algunos autores, que al condensarlos hemos llegado a este resultado. Como sabes, los innovadores no somos inventores, transformamos las buenas ideas que hay en el mundo en propuestas de valor.
Hoy
te queremos pedir que lo uses y nos ayudes a validarlo y de ser posible nos
hagas llegar tus comentarios con la experiencia de su uso, así aprenderemos
todos. Muchas gracias
Jorge Peralta
@japeraltag
www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup
podemos obtener el boceto en pdf?
ResponderEliminarCon gusto, me lo solicitas a este correo para enviártelo: jperalta@innovaciondisruptiva.mx
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