Trabajar
en forma independiente te pone con frecuencia en el reto de privilegiar el
flujo de efectivo sobre otras variables; más aún cuando la carga de trabajo no
es constante, cuando no siempre tienes proyectos de la misma envergadura y tu
agenda se satura lo mismo con los grandes proyectos que con los proyectos no
tan grandes, la dedicación es la misma el ingreso es menor.
De
la misma forma te vas enamorando de ciertos proyectos en los que disfrutas más que otros; ya sea porque pertenecen a un sector de la economía de tu interés, porque ponen en juego
habilidades que te plantean un reto mayor, porque te identificas con los líderes,
etc. Esto provoca que inconscientemente le dediques más tiempo de tu mente; de
aquel tiempo que no se factura, pero que ocupa una parte importante de tu
pensamiento poniéndolo por encima de otros intereses.
El
orden externo que cualquier persona le pone a su actividad esta relacionado de
una u otra forma con el orden interno que le das a las cosas, esto es, al esquema de
prioridades que consciente o inconscientemente le vas dando a tu actividad. Es
fácil llenar el día con temas que pudieran ser interesantes pero poco
relevantes para el momento actual, cosas que te generan mucho interés pero que en el fondo sabes que no es el momento adecuado para ellas.
Pareciera
que las personas con una actividad profesional más creativa, estamos siempre
metidos en la improvisación y en el cambio, pero no siempre es verdad; en ocasiones requerimos, como
todos, de un tiempo de organización, de acomodo, de conciliación entre los demás
ámbitos de nuestra vida: personal, familiar, social, espiritual, etc., todos igual de importantes, los cuales tenemos el deber de poner en equilibrio.
Ese
orden que requiere cualquier persona y cualquier actividad profesional, ese
esquema de prioridades que cada persona va formando, va relacionado con el saber
decir que NO cuando sea necesario. Si, aunque parezca mentira, somos nosotros mismos los que nos
vamos haciendo bolas aceptando compromisos que, por interesantes que parezcan,
no van de acuerdo con el plan que nos hemos trazado, con las prioridades que en
ese momento tenemos, por más que nos resulten atractivos.
Tampoco
se trata de perder flexibilidad, de no poder cambiar los planes siempre que sea
necesario, el asunto es poder descubrir cuando esa flexibilidad se convierte en la debilidad de
no quedar mal con nadie y terminar cediendo. En ocasiones, lo mejor para el proyecto que nos hemos
trazado será decir que NO; con elegancia, con amabilidad, tratando de dejar
abiertas las puertas, pero decir que No porque eso es lo que en ese momento nos conviene.
Lo
mismo puede suceder cuando necesitamos concluir un proyecto, resistir la
tentación de alargarlo innecesariamente, aún cuando eso represente un beneficio
económico, porque seguiremos cobrando, pero será indispensable plantearse la
coyuntura de que: “ o se genera más valor, o es mejor concluir” por el bien del
proyecto y de tu prestigio personal.
Algunos
ejemplos de ejercer realmente el decir que NO a la participación en ciertos
proyectos; al menos te comparto algunos en los que yo ya me decidí a decir que NO:
- Proyectos en los que te das cuenta con claridad que podrías aportar poco.
- Proyectos con organizaciones demasiado jerárquicas y rígidas en las que se requieren 25 trámites para dar cualquier paso.
- Proyectos en los que el cliente quiere un resultado específico, donde él ya pensó, ya decidió y solo busca una “maquila” de ejecución.
- Proyectos que implican cobrar menos de lo que piensas que es justo, salvo excepciones en los que se hace por un fin mayor.
- Proyectos con otras organizaciones con las que no compartes estilo de trabajo y filosofía.
- Proyectos donde el máximo responsable de la organización no este involucrado.
- Participar con personas y organizaciones en las que se castigue el error de forma que no se permita correr ciertos riesgos medidos.
- Participar en foros poco adecuados a la imagen de marca personal que has construido.
- Proyectos en los que no te de gusto decir que estas participando.
- Participar en proyectos en los que pones en riesgo tu condición personal, tus valores, tu familia, tus convicciones y la ética
Saber
decir que no requiere madurez, así como también la convicción de que la única
forma de mantener relaciones satisfactorias con los clientes son aquellas en
las que se clarifica el valor que les aportas y que les queda la sensación de que
han invertido contigo, porque siempre algo más de lo que esperaban tratando siempre de ser generoso dando lo mejor de ti.
Cuando tengas la duda de si debes aceptar o no, siempre es bueno pedir consejo, a esos amigos tuyos más viejos que han fracaso más veces, igual o más que tu, no por ser menos listos, sino por ser más viejos; acude a ellos, algo tendrán que contarte, o al menos el sólo hecho de platicarlo te ayudará a clarificar tus ideas y vencer la tentación del auto-engaño. Resiste no dejarte vencer por el hambre, sobre todo cuando te baja un poco el trabajo; te paso un consejo que me dio un viejo amigo: "cobra mucho más de lo que piensas que sería lo justo, ellos mismos te dirán que no...".
No
es fácil, decir que no, las primeras veces cuesta mucho, pero poco a poco se va
aprendiendo cuáles son esos temas y circunstancias de los que conviene huir. Es importante ser lo suficientemente valiente para huir de aquellas cosas que te cuesta vencer, porque cuando no has sabido decir que no, te has equivocado. En ocasiones
significará dejar dinero en la mesa hoy, peso esas mismas razones te ayudarán a generarlo
mañana.
Y
tú, ¿sabes decir que NO?
Jorge
Peralta
@japeraltag
www.innovaciondisruptiva.mx
@innovadisrup
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Buenas reflexiones: te faltan muchos acentos, lo cual hace pensar que la gente que te ayuda no está siendo bien supervisada...o tú mismo no le das prioridad a esos detalles...¡saludos cordiales!
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