Desde hace muchos se ha generado un debate
sobre si los emprendedores nacen o se hacen en el camino. La realidad es que
ambas afirmaciones tienen parte de verdad, los emprendedores se forjan pero necesitan tener
“madera”, al menos esos emprendedores que destacan, que van más allá de un
autoempleo y que dejan huella en eso que hacen, aquellos que su pasión es
ejemplo para otros.
En ocasiones se ha especulado sobre esa
magia que se genera al ponerse en contacto con estos personajes; porque son capaces de generar alrededor de ellos una atmósfera que permite aventurarse en retos grandes, en
asuntos que representan cierto riesgo pero que contribuirán a formar un futuro
mejor.
¿Cuales son los ingredientes de esa
magia?
He comenzado a leer el libro Lean Startup
España 2014, un esfuerzo de colaboración, de algunos gurús españoles para
comentar sobre la situación del emprendimiento en España. Una muy buena
publicación y en su prefacio, escrito por Manuel Caño señala que el emprendedor tiene tres medios
propios para cumplir con sus objetivos:
- Su personalidad
- Sus competencias profesionales
- Su red de colaboración
Las tres son necesarias para generar esa
“magia” que construye donde no hay, que transforma lo que hay en algo
completamente distinto y crea propuestas con ventajas competitivas diferenciadoras.
La personalidad son esas capacidades
“innatas” pulidas a lo largo del tiempo, principios, valores, que le dan un
marco de referencia a la persona para saber que si y que no.
Las competencias profesionales son esas
que a lo largo del camino profesional vamos aprendiendo y que nos capacitan
para “saber hacer” para dar resultados óptimos en aquellas tareas que debemos
sacar adelante. En el emprendedor, las competencias “indispensables” desde la
perspectiva humana: liderazgo innovador, capacidad para trabajar en equipo,
resilencia y manejo adecuado de las emociones; de la misma forma cada proyecto
requiere ciertas competencias técnicas que son la base para incidir en el ADN
del proyecto.
Por último la red de colaboración, ya sea
la red que se ha construido en el tiempo, como esa capacidad para seguirla
construyendo en los distintos ambientes en los que se participa, es algo que siempre rinde frutos.
La magia del emprendedor es esa capacidad
para aprovechar los dones que Dios nos ha dado, pulidos con el esfuerzo
personal, aderezados por un bagaje de competencias adquiridas con el tiempo y
la capacidad para formar red.
Cuando se admira en los emprendedores
exitosos esa “magia” se llega a pensar que son personas especiales a las que se
les ha dotado de ciertas capacidades que las llevan a destacar por encima de
los demás. Nadie duda del talento innato que muchas personas tienen, pero pocas
veces se ve el esfuerzo silencioso y dedicado que es indispensable para
destacar.
Como lo menciona
Malcom Gladwel en su estupendo libro Outliers, si se analiza la vida de varias
personas fuera de serie, el éxito debe mucho al esfuerzo individual pero
también en gran medida a la cultura de la que procedemos, la familia en la que
crecimos, la época en que nacimos y las oportunidades que hemos tenido. La
dedicación individual es tan indispensable que nadie llega a ser el mejor sin
dedicar miles de horas a la práctica.
De acuerdo con
estudios que comenzó el psicólogo Ander Erickson en la Academia de Música de
Berlín en los años 90´s concluyen es que se requieren diez mil horas de
práctica para alcanzar el nivel de dominio propio de un experto de categoría
mundial, en el campo que fuere. Estudio tras estudio, independientemente si se
trata de compositores, futbolistas, basquetbolistas, nadadores, escritores,
patinadores sobre hielo, concertistas de piano, jugadores de ajedrez, este
número se repite una y otra vez. Si se profundiza en la vida de cualquier
profesional destacado de cualquier rama de la actividad humana aparecen esas
diez mil horas como parte de su ecuación del éxito.
Los emprendedores tienen
esa magia, que consiste en esos tres valiosos ingredientes: la personalidad,
las competencias y la red. Sin embargo es el tiempo, y esas diez mil horas las
que permitirán aprender de los éxitos, de los fracasos y de la madurez que la
vida va dando para forjar historias personales de éxito, ese es el truco más importante para emprender.
El éxito más
importante siempre será estar feliz con lo logrado por el esfuerzo
realizado, independientemente de los juicios de los demás. ¿Tú que opinas?
Jorge Peralta
@japeraltag
@innovadisrup
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